Su nombre agita el debate de América Latina desde hace décadas, aunque para muchos sea difícil definirlo y para algunos ni siquiera existe: neoliberalismo, la palabra que marca una época.
Basta mirar la campaña electoral de Chile, el país latinoamericano donde más influencia han tenido las ideas neoliberales, para constatar cómo ese concepto aún divide aguas en la región.
“Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”, ha dicho Gabriel Boric, el candidato de izquierda que enfrentará al derechista radical José Antonio Kast en el balotaje presidencial del 19 de diciembre.
Kast, por su lado, alza banderas del credo neoliberal como el libre mercado o la intervención mínima del Estado en la economía, y en su programa de gobierno cita a uno de los mayores referentes de esa línea de pensamiento: el economista estadounidense Milton Friedman.
Sin embargo, el programa de Kast carece de mención explícita alguna al neoliberalismo.
Esto refleja una tendencia más allá de Chile: mientras la izquierda se refiere al neoliberalismo de modo despectivo, es poco frecuente escuchar a otros reivindicarlo por su nombre, como Friedman lo hiciera 70 años atrás.
Algunos expertos sostienen que esta orientación económica que tuvo su apogeo en las décadas de 1980 y 1990 comenzó a perder proyección desde la crisis financiera global de 2008.
“El neoliberalismo está a la defensiva”, dice Eduardo Giannetti, un destacado economista y filósofo brasileño, a BBC Mundo.
Pero, ¿qué es exactamente el neoliberalismo y por qué es tan polémico?
Un adversario, distintas escuelas
Como indica su nombre, el neoliberalismo surgió en el siglo XX como un esfuerzo por renovar el liberalismo clásico. El origen del término se remonta al menos a un encuentro de pensadores liberales en 1938 en París.
Sus promotores se oponían a las políticas económicas keynesianas que dan al Estado un papel clave para sortear crisis o recesiones.
El economista austríaco Friedrich Hayek, otro gran referente de los neoliberales, argumentaba en su obra “Camino a la servidumbre” (1944) que la planificación estatal de la economía conduce al totalitarismo.
Hayek fundó en 1947 junto con otros intelectuales la Sociedad Mont Pèlerin, un centro de pensamiento económico para defender luego de la Segunda Guerra Mundial valores liberales como la economía de mercado, la sociedad abierta o la libertad de expresión.
Las ideas neoliberales ganaron fuerza en particular desde la década de 1970, cuando la estanflación y otros problemas económicos en Occidente sembraron dudas sobre las políticas keynesianas, y muchos buscaron alternativas.
Los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher en Reino Unido (1979-1990) y Ronald Reagan en Estados Unidos (1981-1989) adoptaron políticas defendidas por neoliberales, como la reducción del Estado y el control estricto de la oferta de moneda para bajar la inflación.
Sin embargo, el neoliberalismo está lejos de ser una doctrina uniforme.
En su interior hubo distintas escuelas como la austríaca de Hayek y Ludwig von Mises, la escuela de Chicago de Friedman y la escuela de Virginia de James Buchanan, con diferencias importantes entre ellas por ejemplo en política monetaria.
Todo esto complica la definición del neoliberalismo, una dificultad que para algunos se agrava por los fuertes reproches que suele recibir.
“Aunque el término neoliberalismo sigue siendo un lugar común, su uso para cubrir un montón de cosas que la gente ve mal en el mundo hace difícil definirlo con claridad”, dice Ross Emmett, director del Centro para el estudio de la libertad económica en la Universidad Arizona State, a BBC Mundo.
¿Un modelo exportable?
Los críticos del neoliberalismo afirman que poner al mercado en el centro de prioridades, desregular la economía y desmantelar el Estado de bienestar contribuyó al aumento de la brecha entre los más ricos y pobres en varios países.
La desigualdad social, agregan, trajo crecientes problemas para la democracia y los individuos.
En el plano político, la izquierda ha buscado a menudo demonizar al neoliberalismo. “Es el camino que conduce al infierno”, dijo en 2002 el entonces presidente venezolano Hugo Chávez.
Pero los defensores de las ideas de Hayek y Friedman sostienen que Chávez y el resto de la izquierda fracasaron en mostrar una nueva alternativa exitosa.
Otros simplemente niegan la existencia del neoliberalismo.
“¿Neoliberalismo? No existe”, escribió el economista Daniel Altman en el diario The New York Times en 2005, para argumentar que los países ricos nunca se habían abierto realmente al libre comercio.
“No hay una nueva o vieja libertad, hay libertad o no hay, por lo tanto el concepto neoliberal no tiene sentido”, sostuvo el economista ultraliberal argentino Javier Milei en agosto, antes de ser electo diputado este mes.
No obstante, Argentina fue luego de Chile uno de los símbolos del neoliberalismo en la década de 1990, cuando el gobierno de Carlos Menem privatizó todo lo que pudo, desreguló la economía y adoptó la paridad uno a uno del peso con el dólar.
Esos cambios fueron apoyados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que presentaba a Argentina como modelo hasta diciembre de 2001, cuando el país entró en una feroz crisis financiera y una cesación de pagos de deuda por US$144.000 millones, la mayor de la historia.
James Boughton, quien trabajó en el FMI y fue su historiador entre 1992 y 2012, niega que la institución tuviera “una visión extrema sobre neoliberalismo” pero admite que alentó políticas de privatización y libre mercado en países de la exUnión Soviética o América Latina.
“El FMI impulsó todas esas cosas, así que en ese sentido se puede decir que estaban impulsando políticas de tipo neoliberal”, dice Boughton a BBC Mundo.
Giannetti considera “un error grave” de los neoliberales querer implantar recetas de países desarrollados en América Latina, donde hay problemas de pobreza y escasez de capital humano a los que a su juicio eran más sensibles los liberales clásicos.
“Es muy curioso que el único país de América Latina que hizo un experimento consistente y profundo de política económica neoliberal, que es Chile, lo haya hecho sobre una dictadura“, señala.
Se refiere al régimen militar encabezado por Augusto Pinochet (1973-1990), quien fue asesorado por el propio Friedman y entregó el manejo de la economía chilena a los Chicago Boys.
Chile mantuvo en las últimas décadas ya en democracia políticas de libre mercado que le permitieron alcanzar un PIB per cápita similar al de países europeos y bajar las tasas de pobreza.
Pero el modelo chileno entró en crisis con las masivas protestas que estallaron en 2019 contra la desigualdad y por reformas sociales. El rumbo del país lo determinará ahora resultado del balotaje presidencial de diciembre y un proceso de reforma constitucional en marcha.
“Con excepción de Chile”, advierte Giannetti, “el neoliberalismo en los gobiernos de América Latina fue muy inconsistente, sin eficacia, porque no hubo reformas que serían neoliberales, para bien o para mal”.
Fuente: bbc.com