¿Caída libre?

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El precandidato de Morena al gobierno de Tamaulipas, Américo Villarreal Anaya (AVA), de quien dicen algunos que ganará las elecciones del 5 de junio próximo, estuvo de visita el fin de semana en Nuevo Laredo, en donde convocó a dos reuniones masivas en diferentes lugares, y expuso a contagios innecesarios de Covid a cientos de personas que acudieron a escuchar un frío y desangelado discurso, en una actitud que va en contra de su profesión de médico.
¿Cómo es posible que un médico que tiene la responsabilidad de cuidar la salud y la vida de sus semejantes, convoque a cientos de personas a lugares cerrados y los exponga a un contagio?
Su actitud tan llena de soberbia en tiempos de pandemia en un Estado cuya mayoría de municipios de encuentra en semáforo rojo, solo es comprensible en personajes a quienes no les importa el bienestar de las personas, sino el culto a su personalidad, y alimentar su propia vanidad, y Américo hizo lo mismo que Carmen Lilia, alcaldesa de Nuevo Laredo, el Día del Periodista (4 de enero), y el 6 de enero (Día de Reyes) cuando expuso a contagios a cientos de personas en eventos cerrados que pudo haber cancelado.
En el caso de Américo se entiende su actitud debido a la forma en que sus oponentes y sus propios compañeros de partido le están reclamando por lo burdo en que fue designado precandidato de Morena, en un acto totalmente antidemocrático señalado por la ex edil de Reynosa, Maki Ortiz, y ahora por uno de los aspirantes al gobierno tamaulipeco, Alejandro Rojas Díaz Durán, quien vaticina la derrota del médico ante su oponente Julio César Verástecgui Ostos que poco a poco va creciendo en popularidad, aunque hay que decirlo, aún falta tiempo para decidir y definir quién podrá ser el ganador en una contienda que se va emparejando y que aún domina el galeno.
Los tropiezos del médico se van acumulando también poco a poco, y le van restando además de simpatía y seguidores, posibilidades de triunfo. Su presunta relación con los hermanos Carmona Angulo, su imposición a la precandidatura por parte del dirigente nacional de Morena, su insensibilidad como médico al convocar a eventos masivos y exponer a contagios a sus seguidores, así como la queja ante las autoridades electorales por parte del PAN por hacer campaña de manera anticipada, son piedritas que él mismo ha colocado en su camino.
Si a ello se le suma el que la evidente división que existe en Morena a nivel de cúpula ha motivado de muchos morenistas legítimos una honda preocupación y molestia en su contra, al grado de quererlo remover para colocar en su lugar a un candidato más motivador, ponen al médico en el banquillo por su nula capacidad para ‘prender’ a sus seguidores, lo que ocasiona ya fractura en donde había división, rompimiento en donde había unidad, y zozobra en donde había esperanza.
Si esto ocurre en Tamaulipas, a nivel nacional está visto que Morena no es ya la férrea locomotora que en el 2018 ganó de manera abrumadora las elecciones, ni el partido que en Tamaulipas arrasó con el PAN y con el PRI el año pasado, de una manera que hay que reconocer, fue inobjetable, contundente y clara.
Y aunque es cierto que el gobernador Cabeza de Vaca tiene metidas las manos en este proceso, es de ver que también el presidente López Obrador tiene las manos metidas no solo en Tamaulipas, sino en Oaxaca, Aguascalientes e Hidalgo.
Pero ahora en los albores de unas elecciones políticamente estratégicas, en donde Morena se reparte las candidaturas a diestra y siniestra en las entidades que tendrán elecciones el 5 de junio, pasando por alto las preferencias electorales, las encuestas y las simpatías de los aspirantes, en Tamaulipas su precandidato a gobernador pasa de ser el predilecto y el preferido entre la mayoría electoral, a un precandidato gris, sin rumbo y con una simpatía que se desvanece por su falta de taco, por un discurso que no motiva a nadie, y porque parte de su nimia trayectoria política se la debe a la buena imagen de su padre, un buen gobernador y un estupendo político, cosa que Américo no heredó.
Ahora lo que resta es saber si el candidato de la coalición PAN-PRI-PRD se fortalecerá con las debilidades de Américo, y si aprovechará su popularidad para convencer al electorado de que también en la oposición se puede ganar, tal y como lo ha demostrado Morena en contiendas electorales pasadas.
El Truco, lo sabemos, es creación del gobernador de Tamaulipas, por lo que es importante que lo más pronto se desligue de su tutela y genere su propio proyecto político para que la gente crea en él, y para que vaya convenciendo de que su designación no fue una casualidad aunque haya sido por obra y gracia del gobernador.
Por el lado de Américo, el que la secretaria general del CEN de Morena, Citlali Hernández, se haya inconformado por la forma en que el PAN denunció una campaña adelantada en contra de su precandidato, es una muestra más de la forma en que Morena vive este proceso preelectoral, porque en donde hay temor existe inconformidad, en donde hay exigencias es porque hay también irregularidades, y en donde hubo fortaleza surgen debilidades.
Bajo esa óptica, Morena y sus aliados son ahora una coalición fuerte con un candidato débil, mientras que el PAN y sus coaligados son un partido débil con un candidato fuerte.
¿Qué se espera de esta simbiosis tan peculiar en ambos bandos? Eso solo usted amable lector podrá definirlos cuando asusta a las urnas el próximo 5 de junio, día en que se sabrá si las encuestas acertaron o solo fueron hechas a modo. Saludos.

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