Durante cientos de años, el ser humano ha estudiado y tratado de dilucidar qué es lo que lo separa de los animales.

La biología, la sociología, la antropología y hasta la filosofía se nutren de esta pregunta existencial; incluso el derecho, donde se estableció que cierto grupos de animales y en ciertas circunstancias pueden ser considerados “persona jurídica”.

¿Tendrá, entonces, derechos la inteligencia artificial (IA)? ¿Tendrá derecho a… la vida?

A partir del hipersónico desarrollo de la inteligencia artificial, hay un nuevo elemento, quizá el quinto elemento, que no está hecho ni de tierra, ni de fuego, ni de aire, ni de agua. Es la anti-vida, la inteligencia artificial que obliga a la humanidad a confrontarse con un superpoder que ella misma ha creado.

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