Los expertos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) aún no han resuelto el misterio de los ríos y arroyos de Alaska, que se están volviendo cada vez más anaranjados.
Los minerales que contienen hierro parecen ser los culpables de la oxidación de las aguas, pero aún no está claro por qué hay cada vez más ríos y arroyos afectados, informa Scientific American.
Uno de los ríos con más agua oxidada es el Kobuk, en el noroeste de Alaska, que tiene una longitud de 451 kilómetros. En los últimos años, los investigadores han observado que el Kobuk y numerosos arroyos a su alrededor se están volviendo cada vez más anaranjados.
Los análisis han registrado en estos acuíferos una mayor concentración de hierro, menos oxígeno disuelto y elevados niveles de acidez. El pH de algunos ríos pequeños alcanza 3,5 puntos, lo que es incluso más ácido que el zumo de naranja.
Entonces, ¿cuál es la razón? Una de las principales teorías es que el aumento de las temperaturas en la región está provocando que el permafrost se derrita, liberando hierro encerrado en suelos congelados. El Ártico se está calentando casi cuatro veces más rápido que el resto del mundo y el norte de Alaska no es una excepción.
Otra posibilidad es que las bacterias y los complejos procesos geoquímicos sean los culpables de la oxidación de los ríos. El hierro mineral, a diferencia del hierro oxidado, es soluble en el agua. Cuando el agua subterránea lo transporta a una corriente oxigenada, se oxida nuevamente, volviendo la corriente de color naranja, según el informe de Scientific American.
Sea cual sea la razón, los científicos están de acuerdo en una cosa: el aumento de las temperaturas ha despertado muchos procesos geoquímicos que, de hecho, habían estado inhibidos durante 5.000 años, cuando el suelo estaba congelado, señaló el ecologista David Cooper.
Los ríos oxidados pueden parecer muy raros, pero este efecto del hierro en los sistemas hídricos de la Tierra no es infrecuente. Por ejemplo, a principios de 2023, los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional observaron que el delta del río Betsiboka, en Madagascar, había adquirido un color rojo intenso debido a sedimentos ricos en hierro en sus aguas.
Otro ejemplo de ello es un lugar conocido como Bloody Falls, en la Antártida. En este lugar, parece como si la sangre manara del hielo. Hace un siglo, los exploradores que avistaron ese fenómeno, pensaron que el color vibrante se debía a las algas rojas.
Sin embargo, un estudio reciente encontró que las ‘cataratas de sangre’, nombre con el que se las conoce, contienen muchas nanoesferas ricas en hierro que se vuelven rojas cuando se oxidan.
Fuente: actualidad.rt.com