Sin tiempo para balances. El ritmo de los acontecimientos a nivel mundial es frenético y seguirá impactando el horizonte de 2025. No nos equivoquemos estamos cerrando el año con varios conflictos calientes, de calado regional y de proyección geopolítica, sin embargo, hay otros en ciernes.
La geopolítica seguirá impactando el devenir de la geoeconomía. El comercio mundial deberá estar muy atento de los acontecimientos en los principales puntos del tránsito de mercancías sobre todo en el Mar Rojo, el Canal de Suez y el Golfo de Adén.
Esa ruta que se ha convertido en insegura debido a los ataques de los Hutíes ha obligado a los cargueros a desviar su ruta para rodear África y esos más días simplemente son más costos en los gastos de transporte. Por ende, mercancías más caras, para los consumidores.
Hay fuerzas interesadas en hacer más difícil el tránsito mercantil para perjuicio de Europa y sobre todo de Estados Unidos; se trata de una forma de incidir negativamente a fin de perjudicar el crecimiento económico.
El nuevo año no es más que la prolongación de las mismas dificultades que ya venimos padeciendo a nivel global y cuya proyección impacta en la toma interna de decisiones de los gobiernos.
En un escenario incierto, la toma de decisiones de los agentes económicos es cortoplacista; desde el fin de la pandemia la inversión extranjera directa busca sitios alejados de conflictos bélicos o de inestabilidades que puedan derivar en una guerra civil o en la caída del gobierno y que sea el origen de inestabilidades internas.
Trump será el principal disruptor en el ámbito internacional y Putin seguirá siendo la mayor amenaza maniobrando para recuperar los antiguos territorios de la URSS que desde 1991 son países independientes y soberanos; es además el principal artífice de la guerra híbrida.
Trump y Putin, ambos se encargarán en hacernos más complicada la existencia y traer más sufrimiento del que ya hay. El magnate republicano ignora las leyes internacionales, los convenios, los tratados, el funcionamiento de los organismos internacionales y el valor esencial de las relaciones diplomáticas.
Solo vendrá a agitar más el avispero global. Volverá a la reunión de la OTAN para exigir más gasto militar a los aliados europeos y amenazará con irse de la Alianza Trasatlántica.
Además, tratará de retirar a Estados Unidos de varios organismos internacionales y no es poco probable que termine hecho añicos el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) si consuma sus amenazas arancelarias contra Canadá y el país azteca.
Ya en la Unión Europea (UE) la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tiene un listado con todos los productos importados desde Estados Unidos a los que gravará como medida de respuesta a los aranceles que imponga Trump a los productos europeos.
A COLACIÓN
Ucrania, Israel, Irán, Líbano, la Franja de Gaza, así como Corea del Sur pero también Taiwán, Siria, Afganistán, Pakistán, Georgia, Moldavia; desde los Balcanes, los Bálticos y hasta el Cáucaso, en el nuevo año deberemos estar muy pendientes de lo qué suceda en estos países.
En especial, Israel quiere una reconfiguración de fuerzas en Medio Oriente bajo una arquitectura de seguridad en la que no vuelva a suceder jamás otro atentado terrorista como el del 7 de octubre de 2023. Con Trump en la Casa Blanca, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, está confiado en tener el aval para atacar a Irán.
Mientras el régimen de los ayatolá persista, la maquinaria del financiamiento del terrorismo en la región tendrá recursos e Israel no podrá lograr la estabilidad regional que pretende junto con Arabia Saudita.
Este 2025, padeceremos todos esos reacomodos estratégicos en el mapa del poder y de los intereses de las grandes potencias económicas que se preparan para un mundo más hostil.