La Historia está conformada por ciclos que hacen de la dialéctica una maldita repetición, como si entrásemos en un bucle, y no hubiese forma de salir de él. Que Donald Trump vaya a jugar el papel de Neville Chamberlain ante las ambiciones supremacistas de Vladimir Putin, inquieta porque la misma ingenuidad del exprimer ministro británico ante Hitler es la que repite Trump ante el dictador ruso.
Estos días de la Conferencia de Seguridad de Múnich, bajo un clima desapacible, tan frío como la bienvenida que los diversos líderes europeos concedieron al vicepresidente J.D. Vance, no ha pasado desapercibido en la prensa local, los editoriales en alusión al Acuerdo de Múnich, signado el 30 de septiembre de 1938, que otorgó a Hitler la potestad de Alemania sobre de la región de los Sudetes de Checoslovaquia.
Chamberlain creyó que mediante este acuerdo evitaría una guerra contra la Alemania de Hitler pero erró… el lobo olía bien el miedo y sabía de las debilidades de los europeos. Los acontecimientos sucesivos de las nuevas invasiones germanas no evitaron, sino desataron, la Segunda Guerra Mundial. Chamberlain se ha ganado su sitio como un cobarde.
A punto de cumplirse tres años de la invasión de las tropas rusas a Ucrania, el 24 de febrero, Trump pretende repartirse Ucrania con Putin cediéndole el territorio invadido que pasaría a ser ruso; mientras el resto del territorio será pasto de las multinacionales norteamericanas que tomarán a sus anchas la explotación de los minerales, las tierras raras y de otros recursos que quedarán en el 70% restante de lo que seguirá siendo Ucrania.
La llamada entre Trump y Putin ha inquietado a Europa que teme quedarse relegada de una hipotética mesa de negociación para la paz; en la que tampoco parece posible que esté presente el propio Zelenski cuyo país es el agredido por el invasor.
Desde diciembre pasado, Trump nombró al general retirado Keith Kellogg, como enviado especial para Rusia y Ucrania, a fin de hacer los primeros contactos para el nuevo gobierno en la Casa Blanca, Kellogg no logró ningún avance con el Kremlin mientras el gobierno de Kiev ha mantenido en todo momento su interés por conocer el plan de paz de Trump.
Trump que, en campaña, prometió parar la guerra en un día y además juró una y otra vez que “esto nunca hubiera sucedido de estar yo en el gobierno” ha tenido que buscar personalmente a Putin para entablar un diálogo directo. Aunque, el dictador ruso, ya dejó públicamente muy claro que él no se sentará en la misma mesa que Zelenski.
Tanto en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) formada por 32 países, como en la Unión Europea (UE), reina un desconsuelo sobre el futuro de Ucrania, que no es otro más que el futuro de Europa, ante la sombra creciente y dominante de Putin.
Que Trump pretenda en una cumbre bilateral con Putin negociar el futuro de Ucrania y repartirse el territorio una parte para el supremacismo ruso y otra para la oligarquía norteamericana es visto como indignante e inmoral. La Casa Blanca pretende que Zelenski anuncie la rendición.
En medio de estas horas históricas y difíciles que definirán el futuro de 35 millones de ucranios (antes de la guerra había 42 millones de habitantes muchos han emigrado con la guerra) la Unión Europea exige estar en la mesa de negociación y se opone a una solución bilateral, sin la UE y sin, por supuesto, el país agredido.
La UE debe dar un paso de gigante para evitar ser devorado por Estados Unidos, Rusia y China. Las negociaciones deben ser en territorio europeo, bajo las condiciones europeas pactadas con Zelenski; lo que está en juego es la existencia misma de la Europa como se le conoce hoy en día, nunca Putin ha disimulado que quiere recuperar la zona geográfica de influencia que tenía la URSS antes del desmantelamiento de la Unión Soviética.
En Rusia ya hablan de victoria. En una señal tangible de optimismo, al día siguiente de la llamada telefónica con Trump, la bolsa de Moscú subió más del 6% y el rublo se revalorizó. Todos queremos paz, pero que sea una paz digna, no la tumba de la Unión Europea; una paz que corte las ambiciones de Putin y evite que después invada Moldavia, Georgia, luego a los bálticos y no pare…
A COLACIÓN
Mientras los combates se han intensificado en el este de Ucrania, porque las tropas rusas quieren ganar más terreno para reclamarlo como suyo, en Kiev se han reunido Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, con el mandatario Zelenski.
Bessent ha ido a reclamar el pago de una factura, por ayuda militar y de emergencia a Ucrania, valorada en 500 mil millones de dólares que de acuerdo a lo exigido por el presidente Trump quiere que sea pagada a través de sendos convenios a favor de las inversiones norteamericanas en áreas estratégicas como la explotación de minerales, sobre todo de tierras raras.
Zelenski ya tiene en sus manos el borrador propuesto por Trump; incluso la prensa ucrania señaló que a cambio de seguridad y ayuda militar estarían dispuestos a abrir otros sectores como el de la industria de los drones.
El gobierno de Kiev está abierto a las negociaciones en áreas de interés y de explotación; aunque el mandatario ucranio podría condicionarlo a que su nación no quede excluida de una mesa de negociación para el alto el fuego y, que tampoco, Trump obligue a Zelenski a anunciar su capitulación. Es decir, la rendición ante Putin.