Consumidores europeos castigan franquicias de EU

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Va a ser que Trump logrará el efecto contrario a lo que él espera que es el de reimponer el imperialismo estadounidense a través de su poderosa oligarquía. Quizá la más poderosa oligarquía que haya existido jamás.

No solo en Canadá ha brotado una ola nacionalista que invita a comprar y consumir Made in Canadá aunque más bien es consumir todo lo que no sea Made in USA; esa ola también se ha extendido a Europa. Aquí la gente  ha trasladado su indignación y rabia hacia Trump, sus corifeos y sus políticas eligiendo otros destinos para viajar que no sea Orlando, Miami o Nueva York; y, también, castigan  a las franquicias norteamericanas no acudiendo a sus locales.

El consumidor tiene un gran poder en sus manos, son los amos del mercado… si no hay ventas, se caen los ingresos y los beneficios bajan.  Que se lo pregunten al sudafricano Elon Musk.

En las últimas semanas, las ventas de Tesla cayeron 45% y se vieron favorecidas las ventas de autos eléctricos de otras marcas rivales que incrementaron un 37% sus ventas.

Y esto además está teniendo un efecto en bolsa. El martes pasado, las acciones de Tesla bajaron 6% en Wall Street y en lo que va del año, han perdido un 23% en el parqué bursátil neoyorkino.

La multinacional norteamericana Tesla está cambiando las líneas de producción de su vehículo más popular, el SUV Model Y; también le afecta la serie de demandas en contra de la marca por errores en la fabricación y accidentes provocados por una mala manufacturación.

Aunque si hay algo que ha caído como bomba en el mundo entero es el protagonismo político de Musk metido en todas las salsas fabricadas por el presidente Trump.

No imaginábamos que aportar 250 millones de dólares a la campaña trumpista le daría tanto protagonismo a Musk. Casi, casi, abre el picaporte de la Casa Blanca.

No gusta, no mola este personaje, aunque sea el más rico del planeta; ni sus Tesla son fiables, ni sus cohetes lanzados al espacio dejan de explotar; ni sirve como político, ni como funcionario.

El daño que su visión empresarial está provocando en sus recortes gubernamentales, nos lleva a recordar por qué hay que explicarle a los más jóvenes que un país no se administra como si fuese una multinacional. Las cuentas públicas no son el estado contable de una iniciativa privada; el gobierno tiene programas y políticas públicas destinadas a un fin social y las instituciones gubernamentales sirven para crear empleo público. Una empresa opera para tener ingresos y ganancias no para dar fines sociales sino lucrativos.

Sin embargo, Musk no entiende la razón de que el gobierno de Estados Unidos mantenga programas de cooperación para el ébola; o para comprar condones para África o donar vacunas contra el coronavirus en El Salvador. Ni entiende razones de cómo la ayuda norteamericana permite el funcionamiento de escuelas en los países más castigados del tercer mundo.

Ni Trump, ni Musk, ni Bezos, ni Zuckerberg padecen alguna precariedad. Musk despidió a muchos trabajadores cuando compró Twitter y no es precisamente reconocido en el ámbito laboral por tratar bien a sus empleados.

Esta casta de poderosos  se ha hecho ricos, no solo por sus empresas, fundamentalmente por especular en el mercado bursátil. Y, ahora también por medio de los bitcoins. De tontos no tienen ningún pelo, son narcisistas como Trump y ambiciosos tanto o más como él.

A COLACIÓN

El respaldo de Musk hacia los partidos de extrema derecha europeos, su intromisión en las elecciones alemanas, apoyando a la candidata fascista de AfD ha calado hondo en todo el continente que no piensa perdonarle meterse en donde no le llaman.

Europa está luchando porque no resurjan los peores demonios fascistas. Ya dos guerras mundiales en el siglo pasado han sido una gran lección histórica; las figuras de Hitler, Mussolini y Franco son demonios que pretenden tener muy alejados y la Unión Europea (UE) está allí como símbolo de paz y de unidad.  La mejor forma de mandar a Musk con su saludo nazi al demonio es no comprando sus Tesla; mientras siguen las bajas de usuarios de X hartos  de él, de sus declaraciones, de su descaro y del daño que está provocando.

 

 

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