El frenesí arancelario se ha convertido en la locura de Trump y en medio de su obcecación, los mercados accionarios son el termómetro de este delirio mientras el mercado cambiario sufre a golpe de volatilidad y especulación: unas horas después del anuncio de gravar con aranceles recíprocos a 185 países, las bolsas europeas y asiáticas sufrieron una sangría; y, tanto el euro, como la libra esterlina, siguen fortaleciéndose respecto al dólar: el primero, cambiándose a 1.11 euros por dólar y, el segundo, a 1.32 libras por dólar.
Dichos aranceles recíprocos son un nuevo gravamen ad valorem de Estados Unidos a todos los productos sin distinción alguna y cada país tiene su propia tarifa que Trump no ha sabido bien explicar con base a qué parámetros la han calculado. Así, por ejemplo, el archipiélago San Pedro y Miquelón ha sido gravado con un arancel recíproco del 50% para todo lo que exporte a la Unión Americana; mismo nivel de gravamen para Lesoto; para Camboya es del 49%; a Laos del 48%, luego está Madagascar con el 47% y Vietnam con el 46 por ciento.
Estos seis países son los que figuran a la cabeza del listado de aranceles recíprocos con los gravámenes más elevados, llama la atención Vietnam por ser el maquilador de Nike; lo que implica que los zapatos que produce y envía a Estados Unidos tendrán unos precios bastante encarecidos.
Los aranceles recíprocos mínimos son del 10% y allí figuran muchos países latinoamericanos también destaca la presencia de Reino Unido con un 10% que se ha librado del 20% que Trump ha impuesto a la Unión Europea. Washington ha hecho esa diferenciación muy a propósito.
El periódico The Independent reveló que Trump habría pedido a su homólogo británico, Keir Starmer, que Reino Unido compre “pollo lavado con cloro” producido en Estados Unidos a cambio de un alivio arancelario.
La utilización del arancel como un arma de presión y hasta de hostigamiento está llevando al límite las relaciones internacionales así como los pactos comerciales y echa por la borda los acuerdos de libre comercio que Estados Unidos tiene con veinte países.
Para el presidente norteamericano el uso expansivo de los aranceles modernizará la economía de Estados Unidos al aumentar la fabricación nacional y generará billones de dólares en ingresos para el gobierno federal. Aunque no tiene cálculos precisos, ni un estudio fehaciente, en el que respaldar esta hipótesis.
Aunque este movimiento es mucho más profundo porque trastoca el comercio internacional y sus normas atacando el corazón mismo de la Organización Mundial del Comercio que surgió el 1 de enero de 1995 con el propósito de reducir los costos de las mercancías intercambiadas mediante el comercio internacional.
Trump no solo está alterando las normas internacionales causando profundas disrupciones sino que incluso está utilizando aranceles más severos y amplios que los Smoot-Hawley que imperaban en 1930 y que contribuyeron a profundizar la recesión provocada por la Gran Depresión.
Su lógica desata risas, cuestionamientos y suspicacias aquí en Europa e incluso llega a cuestionarse la salud mental del presidente Trump; diversos medios de comunicación se hicieron eco de que los aranceles habían sido impuestos a las islas Heard y McDonald, un archipiélago gravado con un arancel recíproco del 10% y que solo está habitado por focas y pingüinos.
Esto es simple narcisismo y afán de protagonismo que terminará pasándole grave factura a los consumidores y productores norteamericanos y arrastrando en ese declive al resto del mundo.
A COLACIÓN
La UE no quiere una guerra arancelaria con Estados Unidos y pretende sentarse a negociar con un gobernante inestable e impredecible que, además, no honra ni los acuerdos, ni los tratados, ni a las instituciones internacionales.
Y, mientras se sientan a negociar, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, como primera medida sugirió paralizar las inversiones en el país norteamericano.
A su vez, en Alemania hay alarma e inquietud porque podría perder el 0.3% de su PIB a causa del 20% de los aranceles recíprocos y eso se traduce en recesión. Hasta el momento el gobierno saliente no ha presentado algún plan de ayuda sectorial.
Mientras en España, el presidente Pedro Sánchez, anunció un plan por 14 mil millones de euros, para hacer frente a la guerra arancelaria declarada por Trump. Ya se sabe que productos como el vino, la aceituna y el aceite de oliva serán los más afectados por los aranceles recíprocos. Esto es una auténtica locura innecesaria y estúpida a la que Trump arrastra al mundo.