No se sabe todavía si finalmente habrá una reunión en Estambul entre Putin y Zelenski, ante la mirada cabizbaja de Europa, que no logra ser tomada en cuenta. Y, no debería dejar que Washington haga imposiciones, porque Putin no va ceder ni un ápice en sus pretensiones.
Lo que el dictador ruso está haciendo es un ataque contra los principios fundamentales del orden posterior a la Segunda Guerra Mundial. La invasión rusa a Ucrania es un indicio de que Putin pretende derribar los valores democráticos y liberales, así como el actual orden mundial y las instituciones marco.
¿Hacia dónde se dirige el orden global? Precisamente la Conferencia de Múnich ha obtenido sus propios análisis plasmados en su Informe de Seguridad que destaca que está invasión orquestada con toda alevosía (muy seguramente fraguada desde 2014) es el ataque “más descarado” contra el orden internacional liberal basado en reglas.
Esta no es una simple guerra contra un estado soberano es una guerra contra los valores de la democracia y el orden liberal; es una lucha política, ideológica y de apropiación de los mercados y de sus rutas y del control del espacio y del ciberespacio para reimponer un nuevo orden internacional basado en los valores de las autocracias, con su particular gobernanza y sus intereses económicos preexistentes.
Putin está reorganizando su propio puzle en el que quiere recuperar la zona de influencia soviética en Europa del Este pero también pretende que Rusia sea un gran jugador global y tenga una mayor presencia en otras partes del mundo.
De acuerdo con el Center for Strategic and International Studies, a partir de 2016, Rusia ha incrementado de manera notable su presencia en el continente africano utilizando una fórmula dual de seguridad militar privada e inversiones que le ha dado resultados positivos en los siguientes países: Libia, Sudán, Chad, Nigeria, Malí, Guinea Bissau, Sudán del Sur, Burundi, Congo, Madagascar, Botsuana, República Democrática del Congo y Mozambique; entre otros más.
Mientras Estados Unidos lleva décadas olvidándose de África, ha dado un paso atrás en América Latina y otros países de Medio Oriente y Asia, para enfocar toda su competencia en China; esa política de abandono y de vacío ha dejado un hueco para que otros actores internacionales muevan sus piezas de posicionamiento en el tablero global.
Putin, desde luego no ha perdido tiempo, no en una África llena de recursos naturales, minerales, energéticos y con un enorme potencial en las llamadas tierras raras. La expansión en el Mar Rojo ha comenzado para los rusos.
Rusia es el mayor suministrador de armamento en el continente africano. Mucho de ese armamento se utiliza para combatir fundamentalmente a tres grupos terroristas: Boko Haram, Al Qaeda del Magreb Islámico y Ash-Shabab.
A COLACIÓN
Según el think tank, Brookings Institution, entre 2015 a 2019, el gobierno ruso signó un total de 19 acuerdos de colaboración militar con diversos países africanos. Por ejemplo, con Egipto, la empresa rusa Rosatom está construyendo una central nuclear y hay avances para firmar otros convenios para llevar la energía nuclear a Ghana y a Nigeria. Y, recordemos que en 2019, Putin organizó un importante cónclave Rusia-África en el balneario de Sochi, al que acudieron representantes de 40 países.
Hay un avance sólido en las relaciones entre Rusia y África al que también ha contribuido la diplomacia de la vacuna Sputnik V que, junto con la china CanSino, son dos de los sueros más baratos contra el coronavirus con el que se inocula a la población africana; en ausencia de los viales de Pfizer y de Moderna las vacunas occidentales.
Luego está el preocupante paso atrás de la política francesa de seguridad regional en África, en casi todas sus antiguas colonias. Para el presidente francés, Emmanuel Macron, la política exterior gala en África no puede seguir “asumiendo responsabilidades militares exorbitantes” y, de hecho, van en incremento los roces diplomáticos de Francia con diversos países africanos.
Así es que sin Estados Unidos y con las crecientes rispideces con Europa, para los países africanos su presente y su futuro pasa por las manos de Rusia y desde luego de la política de soft power de China.
El gobierno de Beijing lleva varios años metiendo inversiones en África con su Nueva Ruta de la Seda y es vista como una nación amiga sin intereses coloniales. Rusia la secunda ofreciendo armas, seguridad y construir infraestructura. Europa ha dejado sola a África, prácticamente en manos de chinos y rusos, que tendrán el control futuro del continente y eso para la seguridad europea es una mala noticia… hoy y mañana