En las más recientes elecciones en Portugal, Rumanía y Polonia las posiciones políticas más centristas fueron las más castigadas mientras la ultraderecha siguió conquistando nuevas posiciones políticas.
Y, cada vez, son procesos más broncos que además desembocan en la necesidad de hacer pactos o coaliciones de gobierno (muchas veces impensables) y origina gobiernos débiles e incapaces de sostenerse en el tiempo.
El caso de Portugal es ejemplo de ello: las pasadas elecciones, del 18 de mayo, son las cuartas elecciones parlamentarias de los últimos cinco años y medio. Se trata de un país que ha roto con su estabilidad política con gobiernos de alternancia entre los socialdemócratas de centroderecha y los del Partido Socialista.
Los últimos escándalos de corrupción y la preocupación de los portugueses por el salario, la inflación, la pérdida de poder adquisitivo y el futuro laboral han menguado su confianza en los tradicionales partidos de toda la vida.
El surgimiento de Chega (Basta) una formación populista de ultraderecha cuyo líder es Andre Ventura ha acaparado la atención de los electores desencantados y sobre todo de los votantes más jóvenes.
El discurso de los grupos populistas de ultraderecha sea de Portugal, como de otros países de la UE, son calcados: siempre incluyen ataques contra la inmigración; la libertad de expresión; contra las minorías y las llamadas políticas woke.
En estas elecciones, Alianza Democrática (AD), de centroderecha y liderada por el primer ministro Luis Montenegro, obtuvo 89 escaños de los 230 que tiene el Parlamento; es muy por debajo de los 116 necesarios para una mayoría. El partido obtuvo el 32.7% de los votos.
El Partido Socialista (PS) y el partido de extrema derecha Chega terminaron en segundo lugar, ambos con 58 escaños. Los socialistas sufrieron pérdidas significativas en comparación con las elecciones anteriores, lo que llevó a la dimisión del líder del partido, Pedro Nuno Santos.
Tras contarse el voto extranjero, Chega se convierte en el segundo partido más importante y liderará la oposición. Estamos hablando de un partido completamente antiinmigración y xenófobo; su plataforma política obtuvo un récord del 22.6% de los votos cuando apenas en 2019 ganó el 1.3 por ciento.
No será fácil y el gobierno de Montenegro deberá analizar cuidadosamente las prioridades políticas y crear consenso entre los partidos, al tiempo que deberá mantener la confianza pública y abordar las preocupaciones económicas y sociales persistentes.
A COLACIÓN
Sin embargo, la gran inquietud de la Unión Europea (UE) ha recaído en Rumanía: las elecciones han vuelto a abrir la herida soviética obligando al elector a elegir entre una fuerza política con un discurso a favor de la Unión Europea y sus políticas; o, bien otro, que habla de romper con la pertenencia a la UE bajo la ensoñación de que tiempos soviéticos pasados fueron mejores.
La vieja Europa del este todavía es demasiado joven en democracia considerando que la Cortina de Hierro empezó a desmoronarse a partir de 1989, tras la caída del muro de Berlín y sucedió en detrimento de la influencia soviética en países como Polonia, Rumanía, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Albania y Alemania oriental.
A Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, la situación electoral en Rumanía le inquietaba de forma especial considerando que sus ciudadanos volvían a las urnas medio año después de que el Tribunal Constitucional del país anulase los resultados de las elecciones presidenciales celebradas en noviembre pasado. La primera vuelta se llevó a cabo el 4 de mayo y la segunda, el domingo 18 de mayo.
En la histórica decisión, el Tribunal Constitucional invalidó el resultado electoral de noviembre que dio la victoria al ultraderechista prorruso, Calin Georgescu. El argumento para anular este resultado consistió en diversas alegaciones que señalaban de una financiación ilegal desde el Kremlin a favor de Georgescu.
Con la repetición electoral más reciente, el ganador de las elecciones es Nicusor Dan, un matemático europeísta que fungía como alcalde de Bucarest y que ha logrado salir elegido como presidente.
La victoria de Dan ha dado un alivio temporal a la UE. Mismo sentimiento que ha aflorado en el caso del proceso electoral en Polonia que ha vivido su primera vuelta de las elecciones presidenciales, con la victoria de Rafal Trzaskowski, candidato liberal y europeísta, además el favorito del primer ministro, Donald Tusk. Ha ganado por una mínima ventaja de dos puntos al conservador, Karol Nawrocki. La segunda vuelta será el 1 de junio.
Desde Bruselas, la intención es que los gobiernos de centro sigan proliferando aunque en realidad son las fuerzas populistas de extrema derecha las que continúan creciendo en la mayoría de los países.