Conozco al presidente de España, Pedro Sánchez, tengo en mi despacho una foto con él, durante la reunión de Navidad, con los periodistas en la Moncloa. Un evento en el que los periodistas podemos hablar distendidos con él.
Puedo decir que nunca lo había visto tan demacrado, delgado, envejecido y preocupado como este pasado fin de semana durante el Comité Federal del PSOE. Está atrapado en la nata de los escándalos de corrupción y tráfico de influencias que pesan sobre de sus dos hombres más cercanos: el exministro de Transportes, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, quien era su secretario de organización en el PSOE y que ahora está en prisión.
Sánchez además de pedir reiteradamente perdón a la ciudadanía y, sobre todo, a la militancia del PSOE ha prometido hacer una auditoria independiente a su partido para comprobar si hubo o no financiación ilegal. También quiere una reorganización de los mandos, sin embargo, no le salen las cosas.
Este sábado pasado, estalló otro escándalo del que se hizo eco el periódico británico The Guardian: “Los esfuerzos de Pedro Sánchez para reiniciar el gobernante Partido Socialista Obrero Español han sufrido un severo revés después de que un funcionario del partido renunciara por acusaciones de acoso sexual”.
Así es han sucedido varias denuncias de trabajadoras del PSOE que afirmaron haber sido objeto de acoso sexual por parte de Francisco Salazar, quien supervisaba la coordinación institucional en el palacio de la Moncloa, despacho y residencia oficial del presidente del gobierno. Sánchez, de hecho, lo había nombrado diputado en la secretaría de organización del PSOE. Pero duró solo unas horas en el puesto.
La realidad es que el ambiente está muy caldeado y buena parte de la ciudadanía quiere que caiga el gobierno de Sánchez que está detenido prácticamente por dos alfileres.
A COLACIÓN
Me atrevería a decir que este año España podría tener elecciones generales adelantadas. La clave de sol está en que Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular logré ganar las elecciones con mayoría absoluta y no tenga que pactar con nadie para formar gobierno.
Recientemente, la Encuesta Política de España del Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) señaló que el 62% de los españoles y el 40% de los votantes del PSOE quieren elecciones ya.
De acuerdo con esta encuesta, Feijóo ganaría las elecciones con el 30.5% de los votos. Esto no le sirve para investirse como presidente. Actualmente el PP tiene 137 escaños en el Congreso, si hay otras elecciones las encuestas le dan entre 131 a 135 escaños. Eso lo llevaría a pactar con VOX si es que este partido ultraderechista crece en votos, lo que también está en duda.
Es decir, el presente y el futuro de España, sigue estando en las manos de los partidos políticos que más odian a España, por ejemplo, los partidos republicanos, nacionalistas vascos e independentistas.
Podríamos tener la misma historia de nuevo: que Feijóo gane las elecciones pero no pueda investirse presidente; y que Sánchez pierda las elecciones como ya lo hizo en la pasada cita electoral pero lo ayuden a investirse presidente estos grupos republicanos, nacionalistas vascos e independentistas. Esta encuesta da a Sánchez, el 27% de los votos, entre 112 a 116 escaños y actualmente el PSOE tiene 121 curules. La debilidad de Sánchez es el maná político de los partidos republicanos, nacionalistas e independentistas. porque le exigen más y más a cambio de apoyarlo… más cesiones de la caja de la tesorería, el control de las finanzas, de las fronteras. En fin, pobre España que está en manos de sus enemigos.
Y, la ultraderecha de VOX, por supuesto ya se frota las manos: el resultado compartido por GESOP, indica que el partido de Santiago Abascal, tendría el 16% de los votos, esto es, pasaría de tener 33 escaños a casi duplicarlos. Seria el más beneficiado con un adelante electoral.
Ahora bien, una alianza PP con VOX para formar gobierno, sería el mismo infierno que se ha vivido con la alianza del PSOE primero con Podemos y luego con Sumar más todo el chantaje político partidista al que está sometido en el Congreso por los partidos que le han apoyado para ser presidente. Definitivamente, la única solución, es que el PP obtenga mayoría electoral para gobernar en solitario… pero eso sería pedir un milagro.