-Rafael y Estela salieron de Oaxaca y ahora tocan este instrumento.
Nuevo Laredo, Tamaulipas.-La pobreza, la marginación y la falta de oportunidades laborales y educativas obligaron a Rafael Flores y a Estela Luciano abandonar el municipio de San Simón Zahuatlán, una comunidad mixteca de escasos 4 mil 940 habitantes, enclavada en lo alto de la sierra oaxaqueña, a casi dos mil metros sobre el nivel del mar.
Se dedicaban a la siembra y al ambulantaje, pero la pérdida de territorios por el avance de la tecnología en la agricultura y la consecuente marginación de las comunidades tradicionales de esta pequeña comunidad mixteca, hizo que ambos decidieran dejar su lugar de origen, uno de los más pobres y marginados de Oaxaca.
Poco a poco San Simón fue devorado por el progreso y la degradación de sus ricos recursos naturales, y junto al limitado acceso a la seguridad pública y a los servicios, les impulsóa sumarse a la migración masiva de sus habitantes.
“No hay trabajo porque es puro cerro y se gana muy poco en la siembra,”, explica con cierta nostalgia este joven mixteco que en su tierra natal era vendedor ambulante de dulces tradicionales, una actividad que le fue prohibida por las autoridades municipales, y de no obedecer le decomisaban y destruían su mercancía.
Por su origen indígena y escasa educación al no terminar la primaria fue excluido del incipiente progreso de su comunidad, por lo que sus propias carencias y condición de marginado le hicieron salir de San Simón y migrar a la ciudad de México, en donde aprendió el oficio de organillero gracias al apoyo y enseñanza de su mentor que le renta este pesado órgano de 59 kilos que debe cargar en su espalda.
De la CDMX a Nuevo Laredo
Hace una semana llegó a Nuevo Laredo acompañado de su esposa Estela, a una ciudad desconocida para ellos pero muy bondadosa porque las dulces melodías que brotan de este histórico instrumento de viento, no solo llaman la atención, sino que logran sacar unas monedas de quienes los ven ‘acariciando’ este ancestral instrumento que delita con sus finas notas.
Llegar a esta frontera no fue fácil, antes arribaron a la ciudad de México en donde eran vendedores ambulantes, pero en una placita conocieron a un organillero que les pidió le ayudaran a cargar este pesado instrumento de 50 kilos, y fue así como poco a poco aprendieron este viejo oficio cuyos orígenes se remontan hasta fines del siglo XIX, cuando inmigrantes alemanes lo trajeron al país.
Fue una evolución de los viejos órganos de las iglesias europeas, los que poco a poco se convirtieron en una tradición en plazas y parques de la ciudad de México, tradición que les gustó a Rafael y a Estela, quienes aprendieron rápido porque el propietario es una persona de mucha edad que ya no puede cargarlo ni tocarlo.
“Nuestro tutor es Isauro Villegas, es una persona de mucha edad, y como está muy pesado ya no lo puede tocar y nos pidió apoyo para tocarlo, pero después me arrepentí, aunque de tanta insistencia me gusto y me quedé para aprender a tocarlo”, explica en detalle.
Le paga renta pero lo cuida como si fuera suyo, y luego de un tiempo de tocarlo en la ciudad de México decidió probar ‘suerte’ en esta frontera a la que llegó hace una semana al lado de Estela, su fiel compañera.
“Está bien y ahí vamos más o menos porque sí nos están apoyando y ahí la llevamos”, menciona con entusiasmo mientras es entrevistado por este reportero en el momento en que Estela esquiva los autos en las esquinas de Pedro Pérez Ibarra y Tecnológico, una arteria de mucha circulación de vehículos.
Mientras Estela va y viene entre los carros, vestida con un uniforme del sindicato de organilleros de la ciudad de México, Refael explica al reportero la delicada y complicada función de este instrumento que dice, pocos lo conocen y le preguntan qué es y cómo funciona.
“Ya les explicamos que somos organilleros, que es una tradición cultural que viene de la ciudad de México, y su origen es de Alemania, y cuando se descompone lo llevamos a una mujer que los repara y los afina porque son tan delicados como pesados, y es la única que los repara en el barrio de Tepito, y se llama Silvia Hernández”, explica.
Cómo funciona
Las finas melodías que de este pesado órgano surgen, se ocultan dentro de la madera con que está hecho y que lo hacen especial, pero para moverlo, Rafael tiene que caminar solo 20 pasos para descansar y volver a caminar, de lo contrario sufriría un colapso, porque dice que ya tiene una lesión en la espalda por tanto peso.
“Ya estoy lastimado de la columna, y por eso ya no voy a los tianguis porque no puedo caminar mucho porque me comienza el dolor de espalda”, señala.
Ver un organillero en esta ciudad es raro porque este instrumento musical no es muy conocido, y aunque solo puede almacenar ocho canciones, escucharlas es un deleite por su delicada manera de transformar el viento en música que surge a través de delicados tubitosmetálicos de diferente tamaño, insertos uno muy cerca del otro.
“Carta a Eufemia”, “Cielito Lindo”, “Cien Años”, el vals “Alejandra”, “Carta Marcada”, “Mi Cariñito”, “Hay Chabela” y “las Mañanitas”,las toca el órgano que carga Rafael, y son algunas de las canciones más populares de México y de las más conocidas en el extranjero.
Funciona de manera mecánica al girar varias veces y de manera constante una manivela de metal, la que activa su mecanismo interno compuesto por un sistema de fuelles que producen el aire necesario para que se filtre a un cilindro con púas, que al girar golpea unas válvulas que liberan el aire a través de unos tubos de metal.
Este complicado mecanismo es el que produce el delicado sonido o la música previamente programada en el cilindro.
Los organilleros son poco conocidos en la frontera norte. Es un oficio difícilque les permite obtener ingresos para apenas sobrevivir en un lugar muy lejos de su comunidad original a Rafael de 29 años y a Estela de escasos 26.
Ya estuvieron en San Luis Potosí, en Saltillo y en Monterrey, y andan por toda la ciudad, principalmente por lugares céntricos y cercanos al lugar donde descansan y duermen, aunque estarán solo 20 días antes de partir a la ciudad de México.
Pertenecen a la Unión Mexicana de Organilleros, integrada por cerca de cien trabajadores sindicalizados u organilleros dispersos por la ciudad de México, aunque algunos como ellos, deciden probar suerte en otros lugares del país.
Su labor es difundir la cultura musical a través de un órgano, y promover el gusto de quienes no conocen este fino instrumento de aire, “y ya nos están reconociendo como promotores de la cultura y las tradiciones musicales de México”, remata al término de esta interesante entrevista callejera.
Al terminar, de inmediato reinicia con esta delicada y pesada labor de girar la manivela, mientras Estela continúa con su labor de recoger unas monedas entre carros y la extrañeza de sus ocupantes.
Oaxaca cuenta con 570 municipios, y San SimónZahuatlán es uno de los más pobres y marginados no solo de la entidad, sino del país, y debido a lo accidentado de su geografía y a la falta de oportunidades, ha obligado desde hace muchos años a que sus habitantes emigren a otros lugares.
Es uno de los 424 municipios de Oaxaca que se rigen por el sistema de usos y costumbres, sin la intervención de los partidos políticos, aunque su sistema político se compone de un síndico y un cabildo integrado por cuatro regidores.