En Europa, llevan largos meses debatiendo cómo fortalecer más su seguridad ante el nuevo teatro de una guerra en el siglo XXI que va más allá de las bombas y de los misiles porque es híbrida y sucede también por Internet; y en el espacio a través de los satélites que son piezas clave para que las capacidades tecnológicas en el renglón de la defensa puedan funcionar a cabalidad.
La batalla por el dominio del espacio juega parte de las maniobras de las grandes potencias. Hace unos meses, Javier Izquierdo, director de Estrategia de Hispasat, señaló que rápidamente está creciendo el interés tanto de los gobiernos, como de las áreas de Defensa, por el domino del espacio. El ejecutivo de esta multinacional española operadora de satélites de comunicaciones recordó que en 2019, Estados Unidos creó una Fuerza Espacial y, en 2023, España anunció el Mando del Espacio.
El concepto del espacio dentro de una estrategia de seguridad va más allá de la colocación de satélites, significa también desarrollar las capacidades en infraestructura necesaria para llevar al espacio a dichos satélites pero también para tener la capacidad de explorar el universo donde la última frontera no es ya la vuelta del ser humano a la Luna.
A este respecto, María Amparo Valcarce, secretaria de Estado de Defensa, durante su participación en el Foro de la Nueva Economía, dijo que el espacio se ha convertido en un importante catalizador para la transformación de las relaciones internacionales en el ámbito de la seguridad.
“España no se va a quedar a la zaga en la tendencia internacional de considerable aumento de las inversiones en material y equipo. Ya estamos dando los pasos necesarios para garantizar una adecuada financiación de la defensa nacional”, afirmó.
La estrategia explicó Valcarce pasa por contar con una base tecnológica e industrial de la defensa avanzada no solo para dotar a las fuerzas armadas de las capacidades que precisan, sino también para garantizar su libertad de acción e independencia estratégica.
“El Ministerio de Defensa apoya decididamente a la industria española del sector espacial como elemento clave para el desarrollo y potenciación de la economía española, favoreciendo modelos abiertos y de demostrada eficiencia, como los de colaboración público-privada. Y apuesta también por el uso de tecnologías duales y el impulso de iniciativas civiles-militares en el desarrollo y explotación de sistemas espaciales, que permitan la reducción de los costes y el
aumento de la resiliencia y la eficiencia”, destacó en dicho evento.
Además de España, en 2022, el conjunto de la Unión Europea (UE) dio un paso significativo a través de la Brújula Estratégica al presentar su plan de Estrategia Espacial de la UE para la Seguridad y la Defensa. En este plan se ponen las bases para el uso del espacio convirtiéndolo en la nueva atalaya.
Estos días, la UE ha dado un paso relevante y ha lanzado el cohete Ariane 6 que ha colocado con éxito en órbita al satélite Sentinel-1D. Se trata de un súper satélite que forma parte del programa Copernicus y que reforzará las labores de vigilancia de la UE desde el espacio.
A COLACIÓN
Ha sido la invasión de las tropas rusas a Ucrania, el 24 de febrero de dicho año, el parteaguas para acelerar el interés por desarrollar nuevas y mejores capacidades de defensa. Sobre todo por la dependencia militar y estratégica incondicional como lo ha vuelto a demostrar, Donald Trump, en su retorno a la Presidencia de Estados Unidos.
La conquista del espacio es la nueva meta y se trata de un espacio al que le falta regulación; nuevas leyes y tratados que eviten una guerra entre las potencias por apropiárselo. Leyes que además sancionen toda la chatarra que está allá arriba, esto es, basura espacial… muchos satélites ya terminaron su vida útil. ¿Quién se hace cargo de esta basura espacial?
¿Cómo sancionar o responsabilizar a estas empresas que operan sin control alguno? Un interesante análisis de Madi Gate para la Universidad de Nueva York, destaca que la industria espacial comercial está transformando rápidamente la ciencia ficción en realidad. Y, empresas como SpaceX y Blue Origin están redefiniendo el acceso al espacio, mientras que el programa Artemis de la NASA, con el apoyo de entidades comerciales, reaviva la carrera hacia la Luna.
Su análisis titulado Houston, tenemos un problema: la incapacidad del derecho internacional para regular la exploración espacial indica que ha llegado el momento de plantearse los marcos legales que rigen las actividades espaciales y la responsabilidad en el espacio de los actores no estatales.
“El régimen de derecho espacial internacional, desarrollado durante la carrera espacial de la era de la Guerra Fría, surgió en un momento en que la actividad espacial privada era prácticamente inexistente y cuando solo dos naciones tenían capacidades espaciales”, de acuerdo con Madi.
Pero este escenario ha sido modificado en la última década y como señala la investigadora, ni las organizaciones internacionales ni los Estados han establecido definitivamente los límites legales del espacio ultraterrestre.