El enésimo viaje

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Es una infamia histórica imperdonable lo que Trump está haciendo favoreciendo desde que llegó a la Casa Blanca que el sátrapa ruso intensifique sus ataques contra Ucrania. Los bombardeos sobre de Kiev son intensos mientras las tropas rusas y sus mercenarios internacionales siguen avanzando sobre  los territorios invadidos.

La invasión que va camino de cumplir los 4 años en febrero próximo está en su punto álgido con el presidente Volodímir Zelenski, en el punto de mira; ya lleva varios intentos de asesinato ordenados desde el Kremlin y se ha salvado por los pelos.

A Ucrania, le hace falta armamento y apoyo económico. Desde que Trump volvió al poder en Estados Unidos, las tornas han cambiado y se nota gravamente la ausencia de respaldo.

En cambio, Putin está más envalentonado: sigue llamando a reservistas a filas  mientras su campaña de reclutación internacional de mercenarios se intensifica en África. Todo vislumbra  que 2026 será un año toral para el derrotero de los ucranios.

Zelenski está nuevamente de gira, la enésima, buscando recaudar más apoyo e insitir que si cae Ucrania en las garras del dictador ruso, no va a conformarse. Este fin de semana ha estado en Grecia; hoy lunes se reunirá con el mandatario francés, Emmanuel Macron y el martes, con el presidente de España, Pedro Sánchez.

El invierno es duro y bajo  el asedio de los drones y de los misiles lo es todavía más. El infierno de una guerra que los ucranios no buscaron  seguirá prolongándose. Los electores en Estados Unidos deberían tener muy presente que su mandatario no cumplió una de sus más reiteradas promesas de campaña: “Parar la guerra en 24 horas”.

Los ucranios me han enseñado que son gente de enorme valentía y arrojo. Quieren ser Europa y no un terreno dominado bajo las órdenes de un imperialista. Quieren democracia y libertad.

Los ucranios aguantan estoicos  defendiéndose con valentía y no están dispuestos a darle un ápice de su país  al Kremlin a cambio de una tregua o un acuerdo de paz. Según una encuesta realizada por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, en mayo-junio, el 52% afirmó que no están dispuestos a ceder territorio bajo ninguna circunstancia, incluso si la guerra se alarga más.

 

A COLACIÓN

Hace unas semanas atrás hablé con mi colega ucrania, Olena Kurenkova, quien me comentó que los periodistas occidentales suelen interesarse por la pregunta de si los ucranianos están cansados ​​de la guerra.

En su opinión: “Yo no diría que sea así. Me parece que más bien la aceptamos, que estamos acostumbrados a vivir en ella, por muy aterrador que parezca que nos estamos acostumbrando a las enormes pérdidas humanas, a los bombardeos casi diarios de ciudades civiles y a una vida constante y con constantes señales de alarma”.

La sinceridad de esta  periodista de temas internacionales va más allá: “Me parece que los ucranianos no tienen una esperanza de paz demasiado alta. Somos plenamente conscientes de que aún puede estar muy lejos… De que la guerra es larga y de que estamos preparados para ello. Todos intentan ser útiles en su lugar: yo como periodista, sigo haciendo mi trabajo, explicando la percepción de nuestra guerra en el mundo y transmitiendo la verdad sobre la guerra ruso-ucraniana al mundo y también organizo la recaudación de fondos para el ejército ucraniano y envío donaciones por mi cuenta. Estoy construyendo mi vida y mi futuro en Ucrania y me veo exclusivamente aquí”.

Antes de la invasión, Ucrania contaba con poco más de 40 millones de habitantes y según, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, tras iniciar la invasión rusa, salieron del  país  6.5 millones de  ucranios.

Imaginar cómo es la vida de las personas que permanecen  bajo el estrés de una guerra que se alarga en el tiempo, provoca esa curiosidad porque había el temor de que los ciudadanos de la Unión Europea terminasen acostumbrados a  las noticias de los muertos y los bombardeos en su traspatio. Y, sí ha sucedido, el ciudadando europeo ya no presta atención a la invasión, simplemente cree que el conflicto está muy lejos de afectarle.

Ha pasado lo que se temía que sucediese: el ciudadano europeo ha perdido el interés por este conflicto aunque acontezca en el traspatio de Europa. El tema actual es Palestina y la Franja de Gaza que sigue movilizando marchas y protestas no solo en España, sino en el resto de Europa.

Que esto suceda es malo para Zelenski, es malo para los ucranios y, por supuesto, favorece a los intereses de Putin. Porque la guerra es también psicológica va de debilitar el ánimo y quebrar así la voluntad de las personas de defender a su patria y creer que terminarán ganando.


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