2025: el año de los antivacunas

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Uno de los mayores éxitos del fuerte movimiento antivacunas en Estados Unidos fue haber impulsado a Robert F. Kennedy Jr. para dirigir el Departamento de Salud y de Servicios Humanos en el gabinete del presidente Donald Trump.

Se trata de todo un negacionista que incluso ataca abiertamente a la medicina tradicional. Kennedy ha llegado a realizar escandalosas declaraciones en las que afirma sin ningún sustento científico que las vacunas estarían detrás de todos los casos de autismo.  Pero él es solo la cabeza visible de un movimiento en el que estarían sumidos varios influyentes norteamericanos defensores de la medicina holística.

De acuerdo con un reportaje publicado por Time, desde sus inicios, el movimiento antivacunas ha estado entrelazado con una serie de ideas políticas, morales y espirituales sobre los derechos del individuo frente a la comunidad; los límites   del   poder   gubernamental   sobre   la   autonomía   corporal   y   la   fe   en   la experiencia médica y el conocimiento institucional.

Los discursos cotidianos de Kennedy contra incluso las investigaciones científicas pretenden normalizar las ideas contra la ciencia; contra la medicina y contra las vacunas. A esta tendencia negacionista en Estados Unidos se suman otras en Reino Unido, país en el que también se ha fortalecido el movimiento antivacunas así como en Bélgica, Países Bajos y Alemania.

 La OMS ve con preocupación estos activismos porque influyen de igual manera en sectores de altos ingresos que en los de bajos ingresos. En Estados Unidos, diversas familias se niegan a vacunar a sus hijos objetando sus derechos de libertad individual y su capacidad de decisión por encima del bienestar público; de los intereses del Estado y de la colectividad.

A COLACIÓN

Se esperaba que la pandemia del coronavirus, desatada en marzo de 2020, tuviese un impacto negativo en el tradicional calendario de vacunación infantil en el mundo; y, si bien, la emergencia por el Covid-19 concluyó en mayo de 2023, las autoridades sanitarias en varios países advierten que no se ha recuperado la tendencia observada en las tasas de inmunización prepandemia.

De esta forma, enfermedades como el sarampión han vuelto a estar presentes en sociedades que se creían libres del virus; tal y como sucedió recientemente, en Canadá. Mientras que la polio no termina de erradicarse en el mundo.

En   diversos   medios   de   comunicación   en   Estados   Unidos,   Jonathan Mosser, ha venido advirtiendo que el mundo nunca volvió del todo a los niveles de vacunación infantil previos a la pandemia. En   la   opinión   de   este   profesor   asociado   del   Instituto   de   Métricas   y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington, la pandemia revirtió décadas de avances en la reducción de niños sin dosis vacunales. Por mencionar un ejemplo: hay regiones como la del África subsahariana puestas en la diana de los epidemiólogos que observan con preocupación la caída en las tasas de vacunación.

Se estima que entre cinco a siete millones de niños en esta región no están recibiendo las vacunas tradicionales. Recientemente, la  cadena   canadiense   CBC   publicó   que,   durante décadas, las autoridades sanitarias tanto de la ONU como de la Organización Mundial de la Salud (OMS) lograron grandes avances globales en la vacunación infantil contra una serie de enfermedades prevenibles.

Sin embargo, desde 2010, el progreso comenzó a estancarse y tras la pandemia inició su disminución. Dicho estudio realizado por The Lancet refiere que si bien durante varias décadas el mundo logró importantes avances para contener enfermedades como la polio, el sarampión y la tos ferina, en la actualidad la situación es preocupante porque el progreso en la vacunación se ha ralentizado.

La investigación estimó la cobertura de 11 vacunas infantiles en 204 países y territorios, entre 1980 y 2023, analizando más de mil fuentes de datos a nivel global. Hay sueros tan relevantes como el de la polio que desde la década de 1970 salvaron la vida a 154 millones de niños en todo el mundo.

Para la ciencia, su descubrimiento constituyó uno de los grandes hitos: la primera vacuna inyectable contra la poliomelitis fue descubierta en 1952 por Jonas Salk y, tras ser autorizada, comenzó a utilizarse a partir del 12 de abril de 1955. Hay otra vacuna que también se desarrolló, pero en formato oral, por Albert Sabin en 1957 y fue autorizada para ser utilizada en 1962.

A partir de entonces se han dado pasos gigantescos para extender la inmunización por los cinco continentes: la OMS refiere que, en 1988, esta enfermedad causaba la parálisis de 350 mil niños y niñas al año.

Otro virus al que se le está dando seguimiento puntual es al sarampión: desde Ginebra, la OMS advirtió de un incremento en los casos de sarampión desde el año pasado.

A este respecto, Diana Chang, jefa de la Unidad del Programa Esencial de Inmunización de la OMS, dio a conocer que en 2024 un total de 11 millones de personas en varias partes del mundo enfermaron por sarampión. “Son 800 mil casos más si los comparamos con la etapa prepandemia”.

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