* Cesar Nava, impasible ante la debacle
* Ausencia de autocrítica marca su discurso.
Cd. Victoria, Tam.- Como si al país le hiciera falta otra campaña, el abogado michoacano y diputado federal electo, CESAR NAVA VAZQUEZ trae la suya propia.
Vino a Tamaulipas para dar constancia de una batalla muy personal donde no hay rival enfrente pero demasiados adversarios de peso, declarados y ocultos.
Enemigos políticos de las más diversas corrientes partidistas que no aspiran a ganarle con algún oponente más viable (no lo hay, va sólo) y solamente le apuestan a que NAVA pierda.
Buscan impedir que el próximo sábado 8 de agosto, el gallo del Presidente cuente con las dos terceras partes de los 370 delegados necesarios para legitimar su designación.
Sin esa mayoría, la mecánica partidista apuntaría hacia un nuevo proceso, donde se abriría un compás de espera para que surjan, entonces sí, uno o más rivales con espolones.
Por eso muchos quieren que NAVA pierda. Que no cuente con el apoyo necesario para sentarse en esa silla dejada vacante de manera precoz (acaso insensata) por otro abogado, también de Michoacán, GERMÁN MARTÍNEZ CÁZARES, quien llegó de la misma manera en 2007, catapultado por la voluntad presidencial.
Las posibilidades de CESAR se fincan en que buena parte de los delegados son funcionarios que observan una relación de subordinados ante los poderes públicos, municipal, estatal o federal.
Son los “leales”, son el voto duro y vertical que acata una “línea” emanada de Los Pinos, frente a las diversas facciones rebeldes que hoy sólo se atienen a la posibilidad de decir “no” y al VOTO BLANCO que no propone y únicamente se opone.
De consumarse los planes de FELIPE CALDERON se afianzaría en la cúpula del PAN un dirigente todavía más bisoño, descolorido y endeble que GERMAN.
A diferencia de este último, CESAR no llegaría para administrar la abundancia del voto, sino para levantar los pedazos de una elección intermedia donde el PAN y CALDERON fueron derrotados por amplio margen.
Huelga decir que NAVA llegaría a remar a contracorriente, hoy que el lopezobradorismo no ceja en su empeño rebelde y, sobre todo, ahora que el PRI conquistó la mayoría absoluta en la Cámara Baja, con una extensa cobertura territorial, expresada en términos de gubernaturas y presidencias municipales.
EL MESIAS QUE VENDRÁ
Sobra tela de donde cortar en las declaraciones emitidas por CESAR NAVA durante su visita a Ciudad Victoria.
Habló de unidad en un partido donde lo que hoy más aflora es la diversidad. También prometió paladinamente la selección del candidato a la gubernatura “que los tamaulipecos están esperando”.
Faltó, en efecto, preguntarle, de que herramienta de investigación (encuesta, sondeo, muestreo, habilidad telepática) se valió el proto-dirigente para conocer el perfil de ese redentor al que la ciudadanía de nuestra entidad estaría esperando con ansia (mire usted que no habló de los panistas sino de todos los tamaulipecos).
Cabría añadir (también a manera de pregunta) si NAVA tomó en cuenta la triste hambruna de cuadros valiosos que hoy sufre su partido en estas tierras, la cuál se reflejó en la derrota en todos (ocho de ocho) los distritos de mayoría.
Hasta ahora no asoma, en paisaje alguno de la geografía tamaulipeca, ese panista profetizado por NAVA.
Acaso el “esperado” ya ande por ahí, aunque nuestra incredulidad, ignorancia o ceguera nos impida reconocerlo.
O tal vez el “predestinado” esté esperando mejores tiempos para manifestarse con toda su fuerza, cuando lenguas de fuego bajen de cielo para ungirlo como salvador de la plebe janambre.
Aunque si observamos al grupo humano que acompañó a NAVA en su travesía por estas tierras norestenses, ninguno de los que salieron en la foto parece llenar los requisitos.
Ni el inefable “Loncho” MEJIA, ni mucho menos GARZA DE COS, ni el disminuido PACO CABEZA ni tampoco RAMON SAMPAYO lucen la respectiva aureola de salvadores.
BORRON Y CUENTA NUEVA
Defensor a ultranza del Presidente, el licenciado NAVA se atiene a la vieja fórmula de que “no es tiempo para el reparto de culpas o revanchas”, aunque sí de reflexión.
Si entendemos la culpa como un término cercano al “deslinde de responsabilidades”, sobran razones para pensar que el hombre renuncia a la indispensable autocrítica que cualquier partido debería practicar luego de un descalabro tan sonoro como costoso.
Asegura NAVA, de manera contundente, que ganar la gubernatura tamaulipeca en 2010 será la “puerta de entrada” a la victoria presidencial del año 2012.
Desde luego, es muy bueno que la gente se fije grandes propósitos, acaricie metas ambiciosas y mira hacia lo alto en el ejercicio de cualquier tarea humana.
Pero los grandes anhelos no están divorciados de un diagnóstico realista. Con el carro volcado en el fondo del barranco, tales desplantes de optimismo se antojan huérfanos de la más elemental cordura.
Tampoco se trata de incurrir en el catastrofismo o ponerse a llorar sus penas pero, ante el derrumbe del 5 de julio pasado, lo mínimo que cualquier militante exigiría a quien se planta como aspirante franco a dirigir su partido, es un diagnóstico riguroso sobre las causas y culpas (si, culpas, pifias, yerros, equivocaciones con nombre y apellido) del fracaso electoral.
De otra manera estaríamos obligados a recordar el viejo adagio aplicable a personas e instituciones. Quien no aprende de sus errores está condenado perpetuamente a repetirlos. Y para allá van, efectivamente.
BUZON: [email protected]
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