Testimonios de la depresión

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La depresión será la enfermedad que más padecerán las personas, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS). BBC Mundo le pidió a sus lectores que cuenten su experiencia personal o familiar.

Los comentarios enviados muestran cómo la depresión u otro trastorno mental afectan diversos aspectos de la vida de estas personas.

Según la OMS, actualmente clic más de 450 millones de personas están directamente afectadas por algún trastorno o discapacidad mental, y la mayoría de éstas viven en los países en desarrollo.

Estos son algunos testimonios de cómo es convivir con la depresión.

“Se trastorna tu mundo”

“Sufrí de depresión a partir de los 15 años hasta los 20 años, es algo horrible, se trastorna todo tu mundo, cada parte de tu vida y cómo te desenvuelves en la sociedad se afecta”, cuenta Jennifer desde Colombia.

“La solución fue buscar ayuda psicológica, refugiarme en mi familia, practicar deportes, leer y las actividades lúdicas, comencé a conocer e interactuar con más personas porque te encierras y el abismo se hace mucho más grande”, explica.

Jennifer no es la única que confía en la asistencia a un profesional para hacerle frente a la depresión.

Rafael, de Cagua, Venezuela, asegura que “lo ideal es acudir a un psicólogo y psiquiatra, si es posible que tenga esas dos profesiones”.

“Lo otro es explicar bien a los familiares, ellos ayudan muchísimo, sin la participación de ellos es fatal”. Rafael, quien ha sufrido estados depresivos “desde hace tiempo”, también asegura que hay que tener “cuidado con los fármacos”.

Productividad laboral y metafísica

Las pérdidas generadas por estos trastornos no son sólo importantes en términos sociales, porque las enfermedades mentales también tienen un enorme impacto en la productividad de un país.

Es que como cuenta Carlos, de Puerto Rico, quien ha sufrido dos episodios de depresión “severa”, ha tenido que darse de baja en el trabajo. “Y a lo mejor (lo) pierdo”, asegura a BBC Mundo.

“La pregunta que siempre me hago es si podré llevar una vida normal dentro la sociedad, en otras palabras, (si) seré funcional. Ése es el reto que me toca llevar día a día”, señala.

Para Mike, de Tegucigalpa, Honduras, la depresión –también conocida como “epidemia silenciosa”, de acuerdo a un psiquiatra de la OMS– “es realmente una enfermedad que discapacita pero sin que se vean signos muy tangibles”.

Mike sufrió una depresión “severa” y explica que “aparte de todo lo que conlleva la enfermedad es poca la compresión y el entendimiento de la enfermedad de la gente hacia la persona deprimida”.

Por su parte, Hernán, de España, dijo a BBC Mundo: “Siempre he sido depresivo desde pequeño, cuando toqué fondo con 22 años, salí con ayuda de un mentor que me enseñó algo de espiritualidad (muy poco) y me recomendó lectura de metafísica, con el primer libro logré en 5 días pasar del peor nivel de mi depresión a estar casi eufórico con la certeza de no volver a caer en otra depresión nunca más”.

“La depresión es algo que nos hace ver al mundo en una forma muy negativa. Todas las cosas que hacemos, los hacemos con un sentimiento muy vago que nos hace tender a renunciar los disfrutes de la vida”, dice, por su parte, Horacio, desde Tokio.
¿Combate farmacológico?

Ixchel cuenta, desde Londres, que a los 16 años sufrió un “un brote psicótico que después diagnosticarían como una maniaco depresión”.

“Desde entonces he estado en tratamiento con el fármaco carbolitium (carbonato de Litium) que me ha mantenido verdaderamente muy estable. Me mantengo tomándolo desde hace ya 14 años sin ningún problema. Sinceramente pienso que cualquiera que tenga una enfermedad de este tipo debería someterse a tratamiento y confiar que sí se puede llegar a sentir uno mejor”.

En tanto, G. Cabellos, de Lima, dice padecer depresión “desde hace unos 50 años; empecé a medicarme desde hace 4 años, cuando supe que tenía una enfermedad mental. Empezó sutilmente con trastorno del sueño, exceso de sueño o insomnio, falta de concentración, disminución de la voluntad para iniciar o continuar alguna actividad, desgano, aislamiento, etc., que se presentan en diferente intensidad y en ocasiones impredecibles, de duración variable. No soy bipolar. Tomo Citalopram, 10 miligramos diarios. He mejorado algo, pero no sustantivamente”.

Los fármacos no son la opción preferida por todos. Desde La Paz, Bolivia, Juan, cuenta: “Acabo de atravesar un periodo de depresión. El reiki y la meditación me están ayudando bastante. Se los recomiendo”.
El silencio

Pero algunos se ven obligados a enfrentarse a la situación de otra manera. Hersilia, de Cali, Colombia, señala que “quienes por distintas circunstancias de vida, llámese salud, desempleo, familia, sociedad, etc., sufrimos en algún momento de depresión, preferimos quedarnos callados para no volvernos una carga de lamentos ante nuestra familia”.

Y agrega: “Me han diagnosticado una fibromialgia y los pronósticos médicos no son nada alentadores, al contrario, el equipo médico solo recomienda aprender a vivir con el dolor constante. Entonces no tenemos ni siquiera derecho a deprimirnos”.

Son varios los lectores que narran que la experiencia de la depresión es algo que ocurre con cierta asiduidad en sus familias.

Jaime, de Barbosa, Colombia, asegura: “Tengo una herencia familiar con un fuerte componente depresivo donde además de depresiones han habido varios suicidios”.

“Yo mismo lo he intentado en dos oportunidades y han sido experiencias muy duras y las cuales no quisiera que se volvieran a repetir”.

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