SIN MÁS interés que atender un airado y justo reclamo ciudadano, de nueva cuenta abordaremos el tema relativo a la obra de infraestructura urbana que se ejecuta en el tramo de la calle Tercera comprendido entre la Solernou y Hernán Cortez, aquí en este puerto fronterizo.
Resulta que la estimación oficial respecto a la terminación de la misma se ha prolongado de dos a seis meses, hasta ahora, sin que la empresa constructora ni la autoridad municipal y estatal tengan certidumbre respecto a nueva fecha de conclusión de los trabajos.
Como es natural, los vecinos han entrado en franca desesperación, más ahora que ha llegado la temporada lluviosa y, por ende, la obligada, aunque esta sí justificada tardanza.
El abandono de la obra por parte de la empresa constructora a cargo con residencia en ciudad Reynosa es consecuencia de la falta de presupuesto, derivado a su vez de una pésima planeación financiera.
Establecimientos comerciales y residentes en ese tramo de arteria están sufriendo la irresponsabilidad de la autoridad estatal y la municipal, instancias que, de nueva cuenta, volvieron a cometer el mismo error que en el pasado trienio presidido por BALTAZAR HINOJOSA OCHOA.
Una estrategia debidamente analizada para evitar el mayor daño posible a los vecinos volvió a brillar por su ausencia, dejando a su suerte a los futuros beneficiados.
Con recursos del FONDEN, el gobierno del estado decidió dar continuidad a la obra que se echó a cuestas el ahora diputado federal para convertir la calle Tercera en un par vial que ayudará a desfogar el tráfico de la Sexta Avenida.
El proyecto realizado por el entonces Secretario de Desarrollo Urbano, SALVADOR TREVIÑO GARZA, mereció la aprobación del ayuntamiento por tratarse de una obra planeada con visión de futuro.
Sin embargo, fallas técnicas a la hora de la ejecución, aderezadas con una serie de imprevistos, consumieron el presupuesto asignado, por lo que la obra demoró prácticamente la segunda mitad de la pasada administración muncipal.
Los trabajos iniciados de sur a norte desde Cavazos Lerma a Solernou provocaron una serie de calamidades a los residentes de ese populoso sector del sur-oriente citadino.
Durante largos meses asemejó una zona de guerra, a juzgar por las enormes zanjas y derrumbes provocados por el manto freático y rompimiento de tuberías de la red de agua potable.
Bien sea por pecar de optimistas o bien por alargar el frente de trabajo por aquello de los adelantos de las partidas presupuestarias, lo cierto es que la empresa constructora Río Grande propiedad del ingeniero MANUEL POLANCO GARCIA, actual secretario de Desarrollo Urbano, desplegó actividad a lo largo de casi un kilómetro.
La falta de previsión técnica, presupuestaria y climática, fue una combinación devastadora para los vecinos y propietarios de establecimientos comerciales que se prolongó a lo largo de 18 meses.
Que tan grande sería el sentimiento de culpabilidad del entonces Jefe de la Comuna BALTAZAR HINOJOSA OCHOA que decidió no programar el tradicional acto inaugural.
Actualmente, otros vecinos son los que están sufriendo las consecuencias por la mala planeación de quienes se supone están para velar por los intereses de sus representados.
Eso de abandonar una obra con los trastornos que ello representa bajo el simple argumento de que “se acabó el dinero”, refleja la irresponsabilidad tanto de los gobernantes como de sus respectivos cuerpos técnicos y financieros.
El nuevo brote de inconformidad no impacta directamente al presidente municipal ERICK SILVA SANTOS por tratarse de una obra autorizada y financiada con recursos federales y estatales.
Sin embargo, no le exime de responsabilidad el hecho de ser la Primera Autoridad y, en consecuencia, con la obligación de exigir, sí, exigir a la instancia respectiva la aceleración de los trabajos.
Eso de permanecer a la expectativa restándose culpabilidad tan sólo porque se trata un frente de trabajo no bajo su responsabilidad, en nada coadyuva a disminuir la justificada irritación de los vecinos de ese sector.
Afortunadamente, los “genios de la urbanización”, así entre comillas, sólo programaron algo así como 300 metros de frente de trabajo y no abrieron la calle desde Solernou a la Canales, por lo que los daños colaterales son menores a los del trienio pasado.
Por cierto, la citada obra consistente en la reposición de redes subterráneas no tan sólo ha causado malestar entre los vecinos, sino que también el mismo efecto se ha manifestado entre los empresarios constructores locales.
El motivo: la asignación de los trabajos y la suculenta partida presupuestaria a una firma reynosense.
Ingenieros y arquitectos, a lo largo del sexenio estatal, siempre se han quejado de la parcialidad con que el gobierno asigna los programas de obra y sus respectivos presupuestos a empresas no establecidas en los frentes de trabajo.
En el entendido de que sólo participan en licitaciones menores, negándoseles el acceso a la puja por los grandes contratos provenientes de los distintos programas de infraestructura urbana.
Por supuesto que algún motivo muy poderoso les impide alzar la voz como en justicia les correspondería.
Ni hablar.
Y hasta la próxima.
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