ANECDOTARIO/JAVIER ROSALES ORTIZ *TERROR SOBRE RUEDAS

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Apareció de la nada y se las ingenió para disfrazarse de periodista, con la diferencia de que nunca se arrancó el antifaz del rostro.

Regordete, maltrecho y cínico pronto fue etiquetado por los comunicadores como un asaltante en potencia, pero lo toleraron por sus aparentes deficiencias físicas.

Hace algún tiempo caminaba con dificultad como consecuencia de su obesidad, pero luego sufrió un accidente que lo postró en una silla de ruedas, aunque en ocasiones se retira de ese aparato auxiliar para alcanzar con la mano un billete.

El tiene una larga historia que raya en lo cómico y fácilmente se ha ganado un lugar para convertirse en la estrella de una película porque su habilidad para asaltar no tiene precedente en los anales del periodismo en Tamaulipas.

Hago memoria y recuerdo que en una ocasión en el octavo piso de la Torre Gubernamental él salía del elevador, mientras que yo me disponía a ingresar. Frente a mi cara mostró un fajo de billetes y presumió que eran mil pesos.”Ten 200 pesos como pago del día”, le dijo a un sujeto que lo ayuda a empujar su pesada humanidad y su frágil silla de ruedas. Sorprendido, le sugerí:¿Te cambio tu silla de ruedas por mi grabadora?. “Ni que estuviera loco”, me contestó cínicamente. Ya había sacado el día en unos cuantos minutos del primero al octavo piso.

Asiduo a los desayunos “de gorra”, es el azote de políticos y candidatos que son afectos a convivir con los periodistas por conveniencia y fue así como en un hotel de esta capital se hizo presente frente a Alvaro Garza Cantú, cuando aspiraba a ser el abanderado del PRD a la gubernatura de esta entidad. Al término del ágape fue el primero que se formo en la fila para despedirse del conocido político, a quién le pidió descaradamente un apoyo económico. “Sí, te lo doy, pero ponte de pie”, le exigió. Pesadamente él se incorporo de la silla de ruedas y la raza periodiquera, bañada, como es, que grita en coro: “Milagro. Milagro, San Alvaro, camina”.

Estas anécdotas forman parte de su vida, pero otras no le han sido tan gratas, como cuando en la Plaza Juárez se burlo de periodistas y fotógrafos que rodeaban a un funcionario y levanto varios billetes en su mano como para demostrarles que “un Tuco” es más hábil que una docena de comunicadores que hacen diariamente su chamba. Un fotógrafo no soporto la afrenta y le asesto tremenda bofetada.

Totalmente él carece de personalidad, pero su familia le pide que no descuide su aspecto porque corre el riesgo de perder sus excelentes relaciones con altos funcionarios tamaulipecos. Por eso en una ocasión su madre le exigió en el edificio de la Presidencia Municipal de Ciudad Victoria que se arregle los dientes.

Han sido victimas de él políticos como Felipe Garza Narváez y hasta el ex gobernador de Nuevo León, Fernando Canales Clariond, a quién aquí le bajo una tarjeta personal que lo puso eufórico frente a Tomás Yarrington Ruvalcaba.

Por docenas se contabilizan las gracias de este individuo, pero cometió una falta que rebasó los límites, que lastima y que denigra al ejercicio periodístico.

Fue un jueves durante un Congreso de Ciencia y Tecnología que se celebró en el Hotel Misión Las Fuentes, donde él provoco un accidente.

Impertinente, como es, se dedicó a perseguir en su silla de ruedas a un invitado del evento, a quién acoso, le grito y le exigió dinero. Esta vez estuvo en su mira el Director Académico de la UAT, Luis Humberto González, quién en un intento por escapar de él se estrelló contra una puerta de cristal, lo que le ocasionó una enorme herida en el rostro que ameritó la intervención del personal del hotel, porque arrojó demasiada sangre.

Fueron testigos de ese hecho funcionarios universitarios, diputados y periodistas, quienes han sumado fuerzas para expulsar a este sujeto de su espacio.

Lo más reciente que se sabe de él es que se ha convertido en un falso curandero allá en Llera, lo que lo disfraza mejor que a un camaleón, y que es el supuesto propietario de una flotilla de taxis, por lo que ya ingreso al mundillo empresarial.

No han bastado las “amables” invitaciones que se le han formulado para que se aparte del camino de los periodistas, ni los puñetazos que le han propinado y ni los panfletos que se distribuyeron para alertar a las autoridades para que no confundan a ese individuo como parte de un gremio que empuja y que busca siempre crecer.

Porque él, “El Longui”, prosigue con su labor recolectora en público y en privado.

A bordo de su inseparable silla de ruedas.

Correo electrónico: [email protected]

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