Siempre es gratificante levantarse y saberse miembro de una comunidad universitaria de calidad, que crece, y también, saber que en nuestro país se encuentra una casa de estudios del “tamaño” de la Universidad Nacional Autónoma de México que se mantiene dentro de las mejores del mundo. Lo triste es ver que el trabajo se cae.
Según el diario El Universal, consigna que la UNAM ha caído 40 lugares en cuanto a su calidad en el mundo, según la encuesta y registro que se lleva a cabo mundialmente.
Dice que descendió del lugar 150 al 190 en la lista de las mejores del mundo, según una evaluación que año con año hace un diario británico. De esta forma, dejó de ser la mejor de Iberoamérica, ya que este año, la Universidad de Barcelona llegó, junto con la Universidad japonesa de Hokkaido, al sitio 171, 29 arriba de nuestros pumas.
Recuerda la nota que en el año 2006 la UNAM estuvo en el sitio 74; ocupó en 2005 el sitio 95, y ha permanecido siempre entre los mejores doscientos, aunque los otros años del siglo ha ocupado sitios entre el 190 y 195. No es malo, pero nunca será bueno tener menos calidad que antes, y eso lo sabemos todos.
Harvard (EEUU) sigue siendo la mejor, seguida de Cambridge (Inglaterra) y la norteamericana de Yale.
Tomamos los datos y los hacemos locales: la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que hoy lleva a cabo foros dentro de la campaña de José María Leal Gutiérrez por un segundo período rectoral, a fin de conocer la inquietud de los estudiantes, maestros y empleados en aras de subir su calidad, tiene oportunidades que si bien es cierto, pueden ser positivas, podrían tener el riesgo de caer en burocráticos informes que no nos ayuden mucho que digamos.
Todos sabemos que Leal Gutiérrez quiere hacer de la UAT una institución de calidad; pruebas se ven todos los días, sin embargo, no podemos confiarnos en informes de instituciones que vienen, miden la calidad y no aparecen hasta dentro de dos o tres años.
Sabemos que en México la práctica de preparar todo para la visita de los inspectores únicamente es muy socorrida, y una clara muestra la tenemos, por ejemplo, en la Comisión de Agua de Victoria, donde, ya certificados, omitieron atender a sus clientes, es decir, los que pagamos para que vivan bien.
En las universidades a veces sucede lo mismo: vienen evaluadores y encuentran instituciones casi perfectas: se consigue la acreditación y nadie se ocupa de mantener el nivel de calidad que permitió lograr esos estándares; es cuando nos preguntamos si vale la pena tanto dinero gastado en certificaciones.
Al rector Leal Gutiérrez le informan que todo va bien, y lo ha constatado a través de informes y visitas que hace periódicamente a todos los campus, sin embargo, hay uno que otro “vivillo” que acostumbra decir más de lo que es, y quiere suplir su capacidad con eso que muchos llamamos “lambisconería”, que no es más que el arte de repartir lisonjas y halagos despedidos, en aras de conservar el empleo o cargo.
Dentro de nuestra Alma Mater había muchos vividores que se han ido yendo poco a poco, pero quedan aún dos que piensan que estar siempre cerca, publicar todo lo que hacen en un diario, a todo color y con halagos desmedidos o acompañar hasta el último reducto al jefe es estar bien. Esos que todavía carga el sistema y que tienden a desaparecer. Esos que inclusive, heredan a sus hijos las malas costumbres de los viejos porros de caminar por los campus rodeados de “colaboradores y simpatizantes”, que no son más que haraganes, nada estudiosos que creen que con estar con el jefe en las carnes asadas, servir de sirvientes en sus residencias personales y demás, creen que con eso podrán ser importantes como su jefe, que disimula la falta de capacidad con grupos de animación.
La UAT ha sobrepasado estas cosas, y afortunadamente José María leal Gutiérrez se ha dado cuenta de quienes son estos vividores, seguramente no estarán el próximo período rectoral manejando lo que manejan, porque su capacidad ya quedó demostrada: entrarán universitarios valiosos.
La UAT reclama un cambio. No pretendemos ocupar el sitio de la UNAM, pero sí tenemos calidad y recurso humano para aspirar a mejorar cualquier estándar de cualquier universidad.
Finalmente, los escalones de calidad los alcanza gente, seres humanos con ganas de hacerlo.
En esta campaña, el rector Leal recogerá de viva voz de los universitarios las demandas, presentadas a través de un formato para los foros, aunque lo único que no compartimos es el hecho de que habrá censores para las mismas.
Seguros estamos que Chema recogerá buenas propuestas, lo interesante será que se lleven a cabo en un año difícil económicamente hablando, porque en aspectos de organización y política, el rector tiene buena intención, capacidad y un equipo (casi todos) muy competente que, seguramente, entenderá cuales son los reclamos en vías al nuevo año y período, y los sabrá clarificar en un plan de desarrollo académico institucional.
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