¡Qué cosas! Unos defienden los derechos de todos, y otros, al parecer, hacen “mutis” sobre lo que debieran abanderar. Ya el diputado González Galván, aquel personaje que, amparado en la presidencia municipal de Madero hizo desfiguros, defendió el derecho de un grupo de personas cuya actividad es cuestionada por moralistas y la sociedad en general, y hasta les consiguió “picaporte” para estar en eventos políticos de gran envergadura, exhibiéndose entre muchos conservadores tamaulipecos, ahora, asegura que no está a favor de legalizar matrimonios entre personas del mismo sexo y además, en contra de una adopción de estas personas.
Habrá que ver el concepto de moral que tiene el maderense, que al parecer no es precisamente un dechado de honorabilidad, al menos, a juzgar por sus compañías variadas y sus gustos por las relaciones de alquiler.
Pero en Navidad todo se vale, dicen algunos.
Habrá también que preguntar al diputado tamaulipeco si está de acuerdo en que es mejor que un pequeño sea adoptado por una pareja de hombre y mujer que en una de personas del mismo sexo. No importa, claro, que los miles de niños golpeados y maltratados por sus mismos padres, por sus padrastros o madrastras estén en las estadísticas de todos los sistemas DIF del país. No importa que estén en un hogar donde la bigamia es cosa de todos los días, y donde la delincuencia abunda en los hermanos mayores. Eso no vale, lo único que es “grave” para el diputado y también para su homóloga Magdalena Peraza es que no estén con personas del mismo sexo.
No vale la moral ni el daño que se haga a los pequeños, sino lo que piensen los demás. ¡Qué bonito pensamiento, no cabe duda!
No pretendemos tomar partido en estas decisiones: cada quien tiene su forma de pensar y debe ser tan respetable como cualquiera, pero no se vale que alguien se dé golpes de pecho cuando su actividad cotidiana está plagada de actitudes, como dijeran los conservadores: “inmorales” y faltas de decencia, y que no son más que una forma de ver las cosas que ha ido cambiando con el tiempo.
Esos individuos marginados por puritanos y puritanas también tienen hoy su Navidad, y seguramente estarán esperándolos tradicionales regalos de Santa Claus, a quien probablemente hayan solicitado ya no que se apruebe una ley para que puedan casarse, sino que la homofobia cese y les dejen vivir en paz, sin molestar pero sin ser molestados.
Prácticamente, la mayoría del mundo celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret esta noche, y uno de los grandes valores que predicó aquel hombre fue, sin duda alguna, la igualdad, el amor a los demás y sobre todo, la comprensión entre los hombres.
Practiquémoslos, dejemos a un lado actitudes discriminatorias hacia cualquier grupo social o político: procuremos dejar de hostigar a algunas personas que han tenido la “grave osadía” de no pensar como nosotros.
Esta noche es justo el momento en que lo menos que podemos hacer es procurar un sentimiento de equidad en todos los individuos que conformamos este grupo social, sin distingos, sin agravios, y también, procurar perdonar todas esas cosas que han quedado “grabadas” y que no dejan que sigamos caminando.
La Navidad es otra cosa. No entendemos, por ejemplo, la forma en que el diputado González Galván celebrará la natividad del Cristo, cuando ha dejado en su devenir político una serie de situaciones reñidas con la justicia y la forma considerada como “adecuada” para vivir.
Pero él, como usted y como yo, seguramente tendremos un minuto de reflexión y voltearemos al cielo a ver las estrellas, en caso de que la naturaleza nos permita hacerlo, y seguramente veremos una muy brillante, que es la de Belén, y entonces, recordando esos momentos de nuestra infancia cuando esperábamos que de ahí surgiera el enorme trineo tirado por renos y acompañado de una sonora carcajada llegara a casa con hermosos y vistosos juguetes y algunas prendas de vestir, podamos regresar a esos días de inocencia e ilusión.
Es cuando podríamos ocupar un par de minutos para dar un agradecimiento a nuestro Ser Supremo –cualquiera que sea nuestra idea de EL- y agradecer la oportunidad de reunirnos con la familia o los amigos, y tener, siquiera, un techo caliente para convivir.
Esas cosas son sencillas, pero no se compran con nada y son necesarias, sin duda alguna.
Cuando veamos esa estrella y el cielo oscuro y frío, pensemos en aquellos que no tuvieron oportunidad de vivir una Navidad feliz o en familia, y hagamos votos porque todos tengamos chance para estar reunidos en algún lugar con quienes nos quieren.
Es tiempo, hoy, para dedicar unos minutos a agradecer a la vida y a quienes consideremos que debemos hacerlo, por lo que se ha podido vivir, y a quienes se hayan acordado de nosotros, el agradecimiento sincero; a quienes no lo hicieron, nuestras oraciones.
Esperamos que esta noche pueda pasar una Noche Buena inolvidable, y que las bendiciones de nuestro Dios lleguen a su hogar. Disfrute, en familia, esta especial noche.
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Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!