La lucha contra la obesidad ha abrazado la alta tecnología. Para examinar los hábitos de la alimentación y el ejercicio físico, los científicos han diseñado sensores inalámbricos que vigilan el exceso de peso y la conducta de las personas obesas en su vida diaria.
Los utensilios experimentales tienen como fin registrar el número de minutos de ejercicio físico, la cuantía en el consumo de alimentos y si los pacientes frecuentan comercios de comida rápida cuando deberían estar en un parque. El objetivo es reducir las respuestas del individuo que en ocasiones enmascaran la realidad.
En un laboratorio en este suburbio de Los Angeles, dos adolescentes con exceso de peso ayudan en la prueba de los utensilios al turnarse en posición de sentados, de pie, recostados, correr en una polea sin fin y jugando al Wii.
Mientras suena una música de fondo, sensores inalámbricos adosados a su pecho registran su latido cardíaco, niveles de estrés y la cuantía del ejercicio físico. La información es canalizada a un teléfono celular.
“No puedo sentir mis piernas’, comenta Amorette Castillo, de 15 años, tras su segunda carrera en la polea sin fin.
Los programas tradicionales para perder peso dependen mayormente de la memoria de las personas de lo que comieron en la cena y el número de minutos que hacen ejercicio físico. Empero, los investigadores saben desde hace tiempo que ese método no es confiable, porque la gente con frecuencia se olvida de los datos o miente.
Los nuevos aparatos son diseñados en laboratorios o fabricados con componentes ya existentes. Algunos instrumentos similares figuran ya en el mercado, incluyendo un modelo que registra las calorías consumidas mediante la medición del movimiento, el sudor y el calor emitido.
En el laboratorio de la Universidad del Sur de California, los adolescentes alternan su conducta entre la actividad sedentaria y el movimiento mientras los investigadores solucionan los problemas técnicos.