Conforme se acerca el proceso electoral que terminará el 4 de julio, extraños fenómenos políticos invaden el ambiente preelectoral en varios estados del país en los que habrá elecciones este año, entre ellos Tamaulipas, al presentarse como nunca antes se había conocido, alianzas en partidos diametralmente opuestos, tanto en lo político como en lo ideológico.
Pero la alianza que más polémica ha ocasionado, por su impacto político social, y por la diversidad de intereses y orígenes, es la que el PAN y el PRD preparan al menos en los estados de Puebla, en donde quieren derrotar al candidato del ‘gober precioso’ Marín, situación similar que pretende dicha coalición en Oaxaca, donde ambos partidos en alianza, desean a toda costa derrumbar el reinado nefasto de Ulises Ruiz y su candidato.
Pero lo que más impacta de dicha alianza, es la forma en que ambos partidos, tan polarizados en cuanto a la lucha por el poder político, y la concepción de lo que es la lucha social y la lucha política en un contexto de desigualdades, han definido su participación en el terreno geográfico electoral.
Bajo esa óptica, no concibo como es que un PAN tan radical y tan contrastante en lo teórico como en lo práctico, puede aliarse a un PRD que ha negado al presidente de la Republica de manera tan constante y perversa. Tal vez la idea sea atacar de manera conjunta a un PRI debilitado en entidades en donde el auto golpeteo de sus gobernadores, ha limpiado el terreno para dar cabida a una todavía lejana posibilidad para la alternancia.
Pero creo que la alternancia política no existe, al menos no como la mayoría de los mexicanos preocupados por tener un país mas ciudadanizado visualiza, y ello ya fue comprobado en los años 2000 y 2006.
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En el PRI se ve con malos ojos dicha alianza, aunque en el terreno propio, la suya con el PVEM y con el PANAL, se trate de una necesidad política, aunque tal vez necedad, para
Frenar en Tamaulipas, el avance de una oposición que no crece pero que intimida, y si el PRI se traga la finta al coaligarse con partidos rémora para ganar la mayor cantidad de votos, es seguro que ganará, pero probablemente en un ambiente abstencionista similar al de procesos locales anteriores.
La designación de Rodolfo Torre Cantú como abanderado y candidato de unidad del PRI al gobierno de Tamaulipas, es una muestra clara de temor hacia adentro para frenar rencillas de aspirantes derrotados, y de triunfo hacia afuera, para impedir el avance prematuro de una oposición inerte y endeble que poco habrá de hacer previo a las elecciones del 4 de julio.
Clara muestra de ello en la entidad, es la rencilla existente entre los dos principales protagonistas del PAN, aspirantes a la candidatura para el gobierno del estado, como son el diputado federal Francisco Javier García Cabeza de Vaca, y el senador José Julián Sacramento, quienes se disputan ese derecho, el que parece ser que ya ha ganado el senador, debido a infiltraciones surgidas desde el seno del propio PAN.
Pero como ya lo había dicho en comentarios anteriores, con Sacramento, la victoria para es casi segura y sin muchos problemas, debido a que el senador se ‘acomoda’ al estilo político de Torre Cantú. Lo contrario ocurriría si el candidato de PAN fuera Cabeza de Vaca. Si el candidato es Sacramento, estoy seguro que las manos del PAN nacional se metieron al igual que en el proceso del 2006.