Hacia adentro son un desastre
Y hacia fuera, un partido que navega entre el descrédito, la farsa y el malabarismo.
Ellos creen que el electorado tamaulipeco ignora lo que sucede hacia su interior y juegan peligrosamente con su paciencia y con su buena fe.
Se antoja, que no se dan cuenta de que la riqueza en un partido político radica en su constancia, en su consistencia y en que por cada una de las bocas de sus dirigentes escapen palabras que no solo huelan a verdad, sino que también lo sean.
Pensaban, ellos, que la arrolladora llegada de Vicente Fox al poder y el extraño y cuestionado arribo de Felipe Calderón Hinojosa a la primera silla del país sería suficiente para pintar de azul a los estados de la república mexicana, entre ellos a Tamaulipas.
Pronto, se dieron cuenta de que los golpes de suerte se escurren como el agua entre los dedos y que cuando llega el líquido a tocar el suelo se seca y desaparece.
Y es que el PAN en Tamaulipas se encuentra en un estado vegetativo en el que si acaso caminan con pesadez uno que otro herido que intenta escapar de la muerte.
A eso han llegado porque sin piedad se masacran y se insultan, por eso hacia el exterior despiden un olor nauseabundo que pica fuerte en la nariz.
Lo que ha sucedido entre los blanquiazules en los últimos días para seleccionar a su candidato a la gubernatura es insólito, denigrante y pobre, también.
Se asemejan a hombres que no tienen palabra y se reducen al nivel de un escolapio caprichoso que no sabe lo que quiere, pero que pide pan y no le dan.
Son panistas que no les importa anteponer una postura inmadura por burdos intereses a la creencia que aun tienen algunos de sus escasos militantes de que si Tamaulipas se pinta de azul sería sinónimo de rectitud, de justicia y de progreso.
Pronto, esos devotos de las aparentes buenas costumbres, el glamour y de la falsa felicidad seguramente se retiraran el velo de los ojos, porque con sus acciones el PAN cava rápido su tumba en Tamaulipas.
Y cómo no, si aun no se decide entre Francisco Javier Cabeza de Vaca y José Julián Sacramento para que abanderen su causa y que hagan su luchita para que intenten darla la batalla al mejor elemento que encontró el PRI y que es el doctor Rodolfo Torre Cantú, un hombre que tiene a su favor la experiencia, el carisma, la sencillez y, sobre todo, la seriedad.
En el PAN Francisco Javier es la soga que estrangula, porque altanero, como es, sigue apretando para que otros no pasen, sin medir las consecuencias.
Con negros antecedentes que son del conocimiento público Panchito Javier patalea desesperado para treparse en el escalón número uno como si fuera un campeón clavadista, pero parece que el CEN no lo ve bien y la dirigencia estatal, tampoco.
Ellos, los panistas, se muestran ya resignados a perder la gubernatura, porque mientras que pelean como bebes el abanderado tricolor avanza y avanza y va sumando adeptos a su causa con paso firme y decisivo.
Todo apunta a que Cabeza de Baca recibirá el clásico tope borrego y si es así bien que se lo ha ganado, porque aferrarse a un sueño guajiro por el que poco ha trabajado huele solo a fracaso.
Si el PAN no puede arreglar ni a los de la casa.
¿Cómo reaccionaría un azul en la gubernatura?.
Correo electrónico: [email protected]