MADRID, ESP.- En el mes de julio del 2003, la vida de María Antonia transcurría entre el cuidado de su pequeño Eduard, un precioso bebé de 10 meses, sus clases de piano y sus recitales como pianistaacompañante, hasta que un
día despertó con 40 grados de fiebre por una infección generalizada en la sangre por neumococo que le paralizó todos sus órganos y la mantuvo en estado de coma durante 54 días. A sus 37 años, le tuvieron que amputar su mano izquierda a la altura del codo y todos los dedos de la mano derecha.
María Antonia y su hijo Cuando su familia temía lo peor, María Antonia abrió sus ojos y empezó a enfrentarse al mundo desde la Unidad de Cuidados Intensivos y a asumir un rosario de intervenciones de cirugía general y plástica y a un sinfín de jornadas de rehabilitación.
Volvió a su casa en silla de ruedas, porque sus pies también sufrieron el trauma, y se encontró con un bebé que ya daba sus primeros pasos. “Él andaba y yo no”, nos comenta con una amplia sonrisa.
Terapia intensiva
Largos años de terapia funcional y psicológica, porque tuvo que aprender a hacerlo todo de nuevo y no podía escuchar música sin ponerse a llorar, a sabiendas de que el piano era un lujo que ya no estaba a su alcance, un divorcio y, eso sí, “un gran apoyo familiar, de mis amigos, de los médicos del Hospital de Bllvitge (Barcelona), en donde ocurrió todo el proceso, y de la Administración Pública, pero yo seguía en silla de ruedas y sin mis manos”, nos relata.
Aprendizaje de la humanidad
“Durante todos estos años he aprendido a ser más humilde, he descubierto que la capacidad del ser humano para recuperarse es increíble, que por muy fuerte que sea tu dolor, la vida sigue adelante y que se puede llegar mucho más lejos de lo que piensas, porque los límites nos los ponemos nosotros mismos”, asegura esta mujer, de 43 años, que conduce su propio vehículo desde la localidad barceloensa de Vilanova i la Geltrú, aunque se pase también tiempo en su silla de ruedas, porque el cansancio la vence. Fue la propia María Antonia quien descubrió por la prensa, en 2008, la existencia de Prodigits, una prótesis con dedos artificiales comercializada por la empresa escocesa Touchbionics, contactó con ellos, y se desplazó hasta Escocia; la mano milagrosa.