Interiores/CARLOS LÓPEZ ARRIAGA *Diez años después…

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Cd. Victoria, Tam.- Amen de los aniversarios patrios que se recuerdan este año, importa subrayar aquí que el próximo 2 de julio se cumple una década de la contienda electoral que permitió el arribo de VICENTE FOX y con ello la llamada “era de la alternancia”.
Diez años que son ya suficientes para preguntarnos en qué han cambiado las cosas, para bien y para mal, demandando con ello la rendición de cuentas al partido que prometió el oro y el moro al electorado en dos contiendas sucesivas, las de 2000 y 2006.
Un connotado panista de Nuevo León bromeaba la semana pasada sobre la próxima contienda presidencial argumentando que, después de todo, no importa mucho que el PRI los derrote en las urnas si 20 días después de haber llegado al poder se acaba el mundo (por aquello de la profecía maya).
Más allá de ironías, lo cierto es que Acción Nacional deberá enfrentar desde el 2011 un encarnizado proceso interno donde la lucha entre facciones alcanzará su punto más alto, mientras el PRD y el PRI tienen rato gravitando en torno a precandidaturas más o menos visibles y definidas.
La debacle de LOPEZ OBRADOR, cuyo último capítulo se fraguó en Iztapalapa, parece haber confirmado que para el sol azteca y fuerzas afines no hay aspirante mejor ubicado que el jefe de gobierno capitalino MARCELO EBRARD.
El partido tricolor por su parte ha ido cerrando filas en la persona del gobernador mexiquense ENRIQUE PEÑA NIETO, quien reuniría las características necesarias para ofertarse como un representante del “nuevo PRI” cuya juventud y carisma lo provee de una imagen “fácil de vender” para sus mercadotecnistas electorales.
Diversos factores conspiran para que quien ostente la candidatura del PAN se convierta en blanco de todos los denuestos.
Uno de ellos empieza a sonar fuerte y habrá que tenerlo presente. El primero de diciembre del 2000, el mandatario saliente ERNESTO ZEDILLO entregó un país en condiciones dignas de una valoración amplia.
Había inflación controlada, buenos números en cuanto a balanza de pagos, paridad y estabilidad cambiaria, ingresos petroleros, crecimiento, producto interno bruto, generación de empleo, reservas internacionales y deuda pública.
En aquel año 2000, la delincuencia organizada parecía operar bajo el esquema tradicional de territorios más o menos delimitados y giraba en torno al negocio de los estupefacientes, sin invadir todavía las esferas de la vida ciudadana.
Si comparamos esto con el panorama que prevalece diez años después, bastante habría que reclamar a las administraciones de los señores VICENTE FOX y FELIPE CALDERON.
En este lapso ambos presidentes dieron al traste con la economía familiar, en tanto que la actividad delincuencial desbordó sus límites históricos para afectar de distintas maneras al mexicano promedio con negocios inquietantes como la extorsión en todas sus modalidades, la venta de piso y protección, el secuestro real y virtual, así como el monopolio de prácticamente todas las facetas del delito común.
Ciertamente, el gobierno de ZEDILLO observó errores y debilidades, pero ello no impide recordar aquí los datos fríos que hoy pudieran consignarse en cuanto al estado que guardaba el país el primero de diciembre del 2000, en comparación al declive que se ha vivido en todos los órdenes de la vida nacional durante los siguientes diez años.
En el caso de FOX necesario es añadir que desaprovechó la envidiable jauja de ingresos internacionales derivados de los altos precios del petróleo y las cifras record registradas en las remesas enviadas por nuestros connacionales en Estados Unidos.
Ni siquiera con esos factores a su favor pudo FOX edificar una economía sólida capaz de redistribuir la riqueza y aliviar las urgencias sociales.
A su relevo FELIPE CALDERON le tocaría después cargar con una crisis múltiple que se expresa en la desesperanza económica y la incapacidad del estado para contener siquiera el desafío de las organizaciones criminales, cuyo grado de crueldad supera los límites de cualquier novela o película de horror.
Lo más fácil es echarle la culpa al Congreso por no haber permitido reformas profundas en materia energética y fiscal.
Aún así cabe recordar que cuando el PAN arribó a la presidencia en el año 2000, la parte sustantiva de la reforma económica había sido consumada por las dos administraciones anteriores (SALINAS y ZEDILLO) que privatizaron rubros fundamentales como bancos, siderúrgicas, empresas de televisión y telefonía, aerolíneas, ingenios azucareros, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, tierras ejidales y demás, desapareciendo de paso un sinfín de paraestatales y fideicomisos inútiles.
Sin desestimar los cambios pendientes, se diría que los gobiernos panistas encontraron a su llegada la mesa muy bien servida, con una economía estatal sustancialmente aligerada y competitiva.
Que no hayan sabido aprovecharlo no es culpa de los legisladores ni del sistema de partidos, por más que se quiera culpar a la pluralidad de fuerzas que (como en toda democracia) prevalece en las dos cámaras.
El próximo 2 de julio (dos días antes de la elección tamaulipeca) el Partido Acción Nacional tiene entonces poco que celebrar y mucho que explicar al intenso y diversificado reclamo ciudadano. Veremos como responden.

BUZON: [email protected]

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