El desempleo en el sur de Estados Unidos, calificado como el peor en las dos últimas décadas, impactó fuertemente a la frontera norte de México, en donde los estados fronterizos con los niveles de desocupación más alta fueron Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, incrementándose aproximadamente 2% la tasa.
El informe “El Desempleo de los Estados de la Frontera Norte”, destaca que el rasgo característico de estos estados es que cuentan con la base industrial más importante de la región.
El documento emitido por el Colegio de la Frontera Norte destaca que en el estado de Chihuahua la tasa de desempleo registrada pasó de 6.9 a 8.5%; en Coahuila, de 5.7 a 7.4%; en Nuevo León, de 4.6 a 6.8%; en Baja California, de 4.4 a 6.7%; en Tamaulipas, de 4.9 a 6.6%, y en Sonora, de 4.4 a 6.4 por ciento.
Las entidades con menos impacto
Los estados con una tasa de desocupación más baja fueron Tamaulipas y Sonora. Aunque en el último trimestre del 2009 se observa una mínima reducción de la desocupación en los seis estados fronterizos. La desocupación creció, tomando en cuenta del cuarto trimestre del 2008 al cuarto trimestre del 2009.
Entre las razones, además de las externas, se identificaron dificultades por las políticas macroeconómicas nacionales: “Tales como las políticas fiscal y monetaria restrictivas instrumentadas durante la crisis por el gobierno federal”.
Ya que éstas, de acuerdo con el análisis, incidieron sobre el desempleo de la región. “En particular, el impacto recesivo de la reformas fiscales del 2007 y el 2009 sobre la región fronteriza, con el aumento de gravámenes a la importación de vehículos, que afectó a uno de los pocos renglones de la economía doméstica que sobrevivían a la crisis, el relacionado con la compra venta de autos usados y sus partes”.
Ante este panorama, el Colegio de la Frontera Norte afirma que es necesario:
“Replantear y corregir la estrategia y el modelo de desarrollo de la región fronteriza, modelo que ha estado basado en la industria maquiladora”.
A su vez, indica, se requiere también definir una nueva estrategia de industrialización y un nuevo modelo de desarrollo económico para la frontera norte, que se encuentre articulado plenamente con la economía nacional.
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CREDITO:
María del Pilar Martínez / El Economista