Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Racismo americano

0

El estado estadounidense de Arizona ha sido la noticia en los últimos días: han aprobado una ley que castiga a quienes tengamos un ápice de latinos: si usted tiene algún rasgo hispano, latino, un poco indígena, está frito: los policías tienen ahora todo el derecho de detenerle para cotejar su situación legal.
Mala noticia, sin duda alguna, sobre todo, para las relaciones binacionales que se han enfriado después de que el presidente Obama había levantado expectativas interesantes al respecto.
Nada ha cambiado, y los americanos siguen igual, en su mayoría y en su forma de gobernar.
Si usted tuvo la oportunidad de ver a Kevin Costner en esa magnífica película “Danza con Lobos”, se dará cuenta de la manera en que los mismos “primos” ejemplifican y muestran la actitud de los “soldados” de ese país contra sus mismos habitantes.
La forma en que trataron a los indígenas, los integrantes de esas tribus propietarias de las tierras que abusivamente les arrancaron, es indignante. Kostner ejemplifica perfectamente la situación cuando es torturado y golpeado en forma por demás estúpida, y la palabra encaja porque lo hacen un grupo de ignorantes vestidos de militares de aquellos tiempos, cuando los Sioux y otros tenían sus reservaciones, o sea, antes de que fueran despojados por las balas y la maldad de esos mal agradecidos.
Bien, la actitud no ha cambiado. Recordamos aquellos tiempos en que Martin Luther King luchó contra el racismo estúpido que vivió durante tantos años y que sigue existiendo, inclusive, con enfermos mentales que se disfrazan y no dan la cara, utilizando vestuarios color blanco, máscaras en forma de cono y se autodenominan Kukuxklán, una secta que se dedica a matar gente de color, latinos y algo más.
En la reciente película “El juego perfecto”, que habla de la historia de los inmortales regiomontanos que conquistaron el campeonato de beisbol infantil de Williamsport, hay pinceladas de la mala fe de los vecinos que viven al otro lado del Bravo, en ese territorio que también nos quitaron.
En restaurantes no permitían que entraran “negros” ni mexicanos, ni a los sanitarios. Todo eso nos pone en antecedente de lo que son los tipos que sienten que tienen el mundo en sus manos. Cierto, hay gente mucho muy valiosa entre sus habitantes, claro que sí, pero históricamente nos han demostrado que tienen poco respeto hacia los derechos humanos.
Somos también de la idea de que no debe permitirse privilegios a la gente que entra en forma ilegal a ese país: es como si alguien entrara a la casa de uno de nosotros y se apropiara de alguna parte sin permiso. Se requiere hacerlo en forma legal, pero, sinceramente, ¿para qué se hacen los inocentes?
De todos es sabido que los señores de Estados Unidos de América necesitan necesariamente la mano de obra latinoamericana, porque es de primerísima calidad y barata; ellos, caros y holgazanes no son capaces de estar esas jornadas de explotación recogiendo verduras.
Ahora, con la nueva ley, hay que tener cuidado los que somos morenos claros o no, los mulatos y los que de plano tengamos rasgos indígenas, porque seremos objeto de una estúpida persecución policiaca, que de por sí, no tienen mucho que ocultar en sus actitudes racistas, sobre todo con quienes venimos del sur de su nación.
El presidente Obama tendrá un problema difícil para tratar de convencer a esos que gobiernan en donde no nos quieren pero nos explotan –hablamos de los latinoamericanos en general- y abusan. Hemos visto videos de policías golpeando en forma salvaje a indocumentados que, ya detenidos, en el suelo solo reaccionan para cubrirse un poco de los macanazos, palos y patadas.
Esas son las cosas que molestan.
Y tristemente, cuando vienen a nuestro país, se les trata como reyes: claro, los dólares son dólares en todo el mundo y tiene mucho que ver esa actitud, pero no se vale que, siendo vecinos, tratemos de llevar una convivencia en mejores términos y recibamos acciones como esta última que se acaba de aprobar y que afectará, indudablemente, las relaciones binacionales.
En México hay buenos y malos como en cualquier parte del mundo, y no todos somos pandilleros o delincuentes. Hemos visto gente buena y mala aquí y allá, presidentes buenos y malos, gobernantes de toda índole.
No se vale, sinceramente, que se haga que todos los que aspiramos a ir a ese lugar tengamos que estar sujetos al criterio –escaso, por cierto- de los policías americanos.
Recuerde, cuando llegamos al puente, estamos sujetos no a la legalidad de un cruce, sino al humor y las hormonas de estos malos americanos, por cierto, muchos de ellos, con el nopal marcado en la espalda.
Comentarios: [email protected]

Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

(Visited 1 times, 1 visits today)