Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Cargas tributarias

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Cierto es que los gobiernos tienen recursos importantes por la vía de la recaudación fiscal. Los impuestos constituyen parte de lo que se invierte en obras de toda índole que, aunque no nos guste, vemos ahí todos los días.
A veces, pensamos que era más importante un hospital que una carretera, o una escuela que un centro de salud; quizá, un parque sea más prioritario que los cordones de banquetas y así podemos estar pensando todo el día, sin embargo, las obras se deben programar de acuerdo a las necesidades y prioridades de la ciudadanía.
Para ello, los gobiernos tienen diversas dependencias que se encargan de analizar y ejecutar programas en cada rubro. Los impuestos se reparten, como en la casa los domingos entre los hijos, en forma equitativa, sin que lo anterior quiera decir que se otorgue el mismo número de millones a los de obras públicas que a los de educación, por citar solamente dos dependencias.
Todos sabemos que en los gobiernos las cosas más importantes las constituyen las que se engloban en aspectos de salud, educación y luego sigue la infraestructura. La cultura, por ejemplo, es el rubro más castigado históricamente. Siempre se recorta pensando que no es tan importante que otras cosas.
En ese sentido, todos tenemos una opinión y para quien es más determinante hacer escuelas puede no ser importante el reforzar pavimentación, sin embargo, el segundo puede afirmar que sin pavimentación no se podría llegar a las escuelas, lo que las convertiría en elefantes blancos.
Y así, podríamos hablar de todos los rubros, pero el caso es que los impuestos, que a muchos –muchísimos, pues- no nos gustan, son determinantes.
Ve usted lo que ha sucedido en Grecia, donde para aliviar la situación difícil que atraviesan van a tener que llevar a cabo un plan de austeridad muy agresivo que incluye alza de impuestos. Tienen una realidad distinta a la nuestra, aunque en una cosa coincidimos: hay problemas de “lana”.
México necesita más dinero, y además, a la nación le sucede lo que a usted o a mí nos pasaría: si tenemos cinco, queremos seis; si tenemos diez, queremos veinte, es decir, nunca será suficiente, porque cuando pensamos que cubrimos las demandas más importantes, ya tenemos otras o las creamos, pues.
El caso es que hay problemas para el pago de impuestos. La evasión fiscal en México es muy fuerte y se han hecho muchas acciones tratando de aliviar la situación, pero la verdad es que nada ha funcionado.
Somos de la idea de que la solución, en un país como el nuestro, no es precisamente el alza de impuestos. Aquí, pensamos, hay que propiciar que todos paguemos.
Se habla de un promedio de evasión fiscal de más del 60 por ciento en el país. Hay que imaginar que si todos pagáramos, tendríamos más del doble de presupuesto.
¿Por qué la gente no paga? Porque pensamos que se van a robar “nuestro” dinero, porque no tenemos confianza en las autoridades, o porque “otros no pagan, y por qué yo sí he de hacerlo”. Pretextos, hay muchos, pero honestamente, no se vale que unos cumplamos y otros no.
Y ahora hemos visto información en el sentido de que las autoridades van a perdonar la deuda de muchos morosos. Imagine el lector, es tan ilógico y falto de inteligencia como la tontería de Marcelo Ebrad de rifar automóviles entre los que pagaron la tenencia en forma extemporánea.
De esa manera, nos van a orillar a no cumplir, porque vemos que los que no pagan a tiempo, les dan autos, les perdonan deudas.
Somos de la idea de que se deben endurecer las políticas recaudatorias en el sentido de que los evasores deben pagar en forma que sea realmente fuerte, a manera de que no lo vuelvan a hacer.
Es tiempo de tomar la responsabilidad como mexicanos. Luego somos los primeros en criticar a Calderón, al gobierno en general, e inconformarnos con lo que se hace.
¿Con qué cara lo hacemos, si no cumplimos?
En casa tenemos la costumbre de consentir y dar un poco más de lo que la gente quiere, pero para ello, hay que ganarse las cosas.
En la vida hay que merecer. Si no pagamos impuestos, no tenemos forma de exigir al gobierno que haga tal o cual cosa, o que sean honestos, porque una persona que no paga impuestos está robando al país, es decir, es deshonesto, y ¿así quiere pedir al gobierno que actúe limpiamente?
Hay que cambiar, pero para ello, hay que pagar.
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