Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Las redes sociales

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Hay cosas que se crean para que el ser humano tenga mejores expectativas de desarrollo, sin embargo, en ocasiones, la irresponsabilidad, la inmadurez o la estupidez manifiesta de algunos individuos echa a perder los proyectos.
Cuando se desarrolla la Internet, llamada también “red de redes”, seguramente quienes tuvieron tan brillante idea no pensaron que en algunos años todos estaríamos conectados, y que muchos estaríamos quizá chateando banalidades y haciendo comentarios fuera de lugar.
Se creó, suponemos, como una alternativa de comunicación eficiente y directa, hasta llegar a lo que hoy tenemos: una red que está al alcance de prácticamente todos.
Hace algunos años, no se podría pensar que todos tendríamos en nuestras manos el poder checar correos de todo el mundo, visitar páginas con información de cualquier nación, tipo o estilo, a fin de enterarnos qué sucede en el momento en Rusia o cual es el vestido de moda que utiliza Lindsay Lohan, igual podríamos estar leyendo análisis de la final del mundial de Sudáfrica que las noticias del pleito cazado que traen los del gobierno federal con las administraciones priístas.
No soñábamos con todo eso. Menos con las llamadas “redes sociales”.
Este fenómeno comienza a desarrollarse a grado tal que todo mundo tiene una cuenta de Facebook o en Twiter: los famosos la tienen y utilizan este medio para pasar sus últimos “acontecimientos” como puede ser el hecho de que Thalía se haya comido un hot dog en plena avenida 17 de Nueva York, o que Cristiano Ronaldo esté anunciando una paternidad no conocida por la gente. Los comunicadores también tienen sus cuentas: Adela Micha, Carlos Loret de Mola, Javier Alatorre y los poco veraces y profesionales de Milenio: Carlos Zúñiga y todos los que hacen de la información la mercancía más corriente, amarillista y nefasta que pudieran ofrecernos a los ciudadanos.
El caso es que todos tenemos una cuenta y de repente llegan comentarios de no sabemos quién, pero que alimentan nuestra curiosidad… o nuestro morbo.
Y hace unos días, con la tragedia de “Alex”, a algún estúpido se le ocurrió manejar un comentario irreal referente a la forma en que la cadena de tiendas OXXO manejaba los precios del agua, diciendo que lucraban con esto y que llamaba a un boicot de todo tipo, y a las autoridades, pedían una multa ejemplar.
Comunicadores “profesionales” de medios nacionales hicieron eco al rumor, violando una de las premisas fundamentales del periodismo: confirmar lo que llega a nuestros oídos, asegurarnos de que lo que vamos a escribir o decir sea real. No tuvieron el mínimo de ética ni responsabilidad profesional, y cayeron en la trampa.
Dice Carlos Marín en su Manual de Periodismo que tres son las responsabilidades del periodista, y una de ellas es “Apego a la verdad, como responsabilidad de inteligencia”. No la cumplieron y todos se fueron con la idea, violando todo fundamento periodístico.
Es cuando pensamos que no estamos preparados los ciudadanos comunes y corrientes para ejercer lo que se ha dado en llamar “periodismo ciudadano”, y que es, palabras más, palabras menos, algo así como convertirnos en periodistas, hacer opinión, participar, pues, en la vida activa de cada población.
Los chismes del Facebook nos están haciendo un tremendo daño, tanto como embrutecernos y “aficionarnos” a las granjitas y esas cosas que no sirven más que para quitarnos el tiempo.
Llegan mensajes de alguien que inventa un enlace “somos los primeros en saber que el chile pica”, por ejemplo. Un sinnúmero de cosas como la recientemente invitación a saber “el final de Toy Story 3 que no pasó en el cine”.
O sea, ¿para eso está hecha la tecnología? ¿No podemos pensar en dar una utilidad, por ejemplo, para ayudar?
Hace unos días tuvimos necesidad de apoyar a la gente que quería coadyuvar con las autoridades municipales: pusimos un anuncio en el Facebook, y, tristemente, no recibimos un solo comentario.
Pero qué tal, cuando ponemos algo así como “me voy a poner hasta las manitas el sábado porque ya toca”, cientos de personas preguntan, se burlan, agregan o cooperan. Eso es para lo único que están sirviendo este tipo de recursos de información y comunicación del siglo veintiuno: para caer en vanalidades y explotar la estupidez de unos cuantos que no tienen otra cosa qué hacer que inventar cosas, o de plano, de algunos más cuya vida es más trascendente pensando en el color del cielo y de la playera que llevan puesta que otra cosa más singular.
La tragedia de Monterrey y todo Nuevo León, de una gran parte de Tamaulipas, incluido Victoria, ha pasado de noche para los cientos de comunicadores que están en el Facebook, sean gente de muchos años de experiencia o los recién egresados.
¿Dónde está la responsabilidad del comunicador?
Hay más cosas que subir fotos de uno mismo o de la fiesta del fin de semana. Demos la importancia que tienen a las redes sociales, por favor, hagamos algo útil, explotemos adecuadamente nuestra profesión, y una súplica final: no manejemos chismes que se pueden convertir en noticias nefastas, al no ser confirmados. Eso es lo peor que puede hacer un comunicador.
Comentarios: [email protected]

Atentamente: Mtro. Carlos David Santamaría Ochoa ¡Ten un buen día!

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