


– El huracán ‘Alex’ se lo tragó completo.
Gastón Monge/EnLíneaDIRECTA
Ciudad Anáhuac, Nuevo León.- Con la mitad de sus viviendas y comercios destruidos por la inundación provocada por el desbordamiento del río Salado, el municipio de Anáhuac se levanta entre el lodo una semana después de la tragedia que cubrió casi por completo este pequeño pueblo del norte de Nuevo León.
Poco a poco, quienes habían abandonado sus casas para no ser tragados por el caudal desbordado, regresan, pero solo para vivir otra tragedia; el tener que reconstruir sus casas y sus vidas, ya que tres mil viviendas resultaron completamente dañadas, esto es la mitad del total.
La otra mitad tendrá que ser reparada, según datos oficiales.
Casi al borde de este aún crecido río se encuentra Wencesalada Vaquera García, una mujer de 75 años que ha vivido en Anáhuac desde 1955, pero en ese tiempo no recuerda situación semejante, ya que el río se llevó todo lo que tenía.
Dice que desde entonces el río ha crecido tres veces pero nunca como en esta ocasión.
Sentada en una silla de madera, y aferrada a un cuadro que rescató del agua, porque en él se encuentra junto a sus hijos, por unos instantes fija la mirada en el río, y narra cómo vivió la tragedia la madrugada del jueves 8 de julio.
“Nos avisaron que el río iba a crecer, por lo que nos fuimos a dormir a la escuela (primaria)”, dice aún con la angustia reflejada en su rostro.
“Todo lo que ve aquí se lo llevó el agua. Todo se perdió y nada quedó”, relata tras señalar con su mano izquierda un montón de escombros regados por todos lados, y que antes adornaban su humilde vivienda ubicada a escasos tres metros del caudal del río.
Ahora se niega a retirarse porque teme que lo poco que le queda se lo lleven los ladrones, por lo que por el día se refugia con unos familiares, y por las noches regresa o paga un velador para el cuidado de sus pocas pertenencias.
La casa de Wencesalada la separa del caudal del río un talud de tierra de unos 5 metros de profundidad, pero la marca que dejó el agua en una de sus paredes, indica que el nivel del río subió otros dos metros más, a pesar de que está en zona alta.
El recuento
Siete días después de la tragedia que volvió nómadas a los habitantes de este pueblo de escasos 18 mil habitantes, las autoridades municipales son incapaces de ofrecer un recuento de los daños ocasionados por la inundación.
Casas derrumbadas, comercios cerrados y en quiebra, calles destrozadas y sus dos puentes, uno de ellos de ferrocarril, severamente dañados, son la imagen de la tragedia que se vivió aquí, un lugar de pujanza añeja, por la cosecha del sorgo, trigo, maíz, algodón, y de su ganado de engorda.
En un tiempo fue señalado como el granero del norte de Nuevo León, pero hoy es parte de la tragedia que envuelve a ese estado, debido a los estragos que dejó el huracán ‘Alex’ y destrozó los sueños de sus habitantes.
Lo único que da vida a este pequeño poblado es un ejército de personas enviadas por los gobiernos federal y estatal para el apoyo y reconstrucción del municipio. De otro modo, el ir y venir constante de sus habitantes de mirada perdida y caminar titubeante, lo harían parecer un pueblo de fantasmas.
Marco Antonio Martínez Ortiz, secretario del ayuntamiento, no puede calcular la dimensión de los daños, pero dice que bien puede acercarse a los 400 millones de pesos. Toda una tragedia porque ese dinero es similar al presupuesto de los tres años de gobierno del municipio.
Puentes destrozados
El desastre afectó también a Nuevo Laredo porque detuvo a mil vagones de ferrocarril que a diario cruzan por el destrozado puente de Anáhuac. Dicen los expertos que la reparación del puente tardará una semana o dos, tal vez.
“No sabemos cuánto tiempo, pero estamos trabajando extras para repararlo de inmediato”, relata uno de los ingenieros que camina rumbo a dicho puente, que cuelga de manera peligrosa sobre el aún caudaloso río.
Pero las calles y la carretera que conduce a otros municipios, están completamente destrozadas. El río se llevó cuatro metros de asfalto y carcomió cinco metros de profundidad, por lo que la reparación tardará varias semanas, lo que hará imposible su uso, al menos para el transporte de carga de alimentos que tanto necesita este municipio.
El puente de ferrocarril es parte de la columna vertebral de Nuevo Laredo y de México, porque representa casi la mitad del total de las exportaciones hacia Estados Unidos por ese medio, por lo que la economía de la región fue severamente dañada por la inundación.
“Estamos trabajando en la reparación de los dos frentes del puente vehicular. Uno por el lado de Anáhuac y otro por Rodríguez”, explica el secretario del ayuntamiento, pero debido a que fue menos dañado que el puente ferroviario, la tarde del miércoles pudiera estar ya en uso.
Sin embargo, pese a que Anáhuac fue severamente dañada por la inundación, en Estación Rodríguez, poblado hermano separado por el río Salado, los daños fueron mayores, ya que el 75% de las viviendas fueron destrozadas, tal vez porque está casi al nivel del peligroso caudal.
Cierran compuertas de presa
La presa Venustiano Carranza, responsable indirecta de la inundación de ambos municipios, aún vomita mucha agua para el río Salado, pese a que se encuentra a 60 kilómetros de distancia.
La Comisión Nacional del Agua autorizó que fueran cerradas 15 de sus compuertas, por lo que solo siete están abiertas, con lo que se espera que el nivel del río baje y ‘libere’ la carretera nacional que conduce a Monterrey y el resto del país, ya que se encuentra aún bajo las aguas en un tramo de seis kilómetros lineales.
La capacidad de la presa es de mil 325 millones de metros cúbicos, pero en estos momentos cuenta con mil 364 millones, razón por la que se está desfogando agua en menor cantidad, para evitar que pueda romper su cortina y vuelva a inundar ambas comunidades.
“La contingencia de la presa ya pasó, y por eso la CNA optó por dejar abiertas 7 compuertas”, explica Marco Antonio Martínez.
Por su parte, Eduardo Campos, secretario de Obras Públicas de Anáhuac, menciona que el gobierno federal envió una cuadrilla de trabajadores para reparar lo más urgente, los dos puentes, que miden aproximadamente cada uno 120 metros de largo.
La ayuda para estos dos pequeños pueblos fluye, pero es insuficiente porque el empleo se detuvo al igual que la producción y el comercio, y se teme que pueda haber brotes de algunas enfermedades, como el dengue, las gastroenteritis y algunas dermatitis, por lo que la Secretaría de Salud de Nuevo León, envió también a personal médico para vacunar a los niños y atender las necesidades de la población.
Siete días después de la tragedia, el temor y la incertidumbre aún se refleja en el rostro de los pobladores.
Piden ayuda y apoyo de las autoridades, pero es insuficiente para esta región de nómadas; unos que se fueron en busca del sueño americano, y otros que huyeron de la furia de la naturaleza.