Un pequeño chip para combatir el contrabando

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Los contrabandistas podrían quedar fuera de la jugada gracias a un proyecto que pretende poner códigos en productos y dinero dentro de pequeños chips que portan una identidad de frecuencia radial (RFID, por sus siglas en inglés). A menos, claro, que los criminales también hagan copias falsas de dichas etiquetas.

Christian von Grone, director de Informática de la compañía de ropa Gerry Webber, se acercó al conservador fundador de la empresa, Gerhard Weber, para pedirle dinero a fin de invertir en una nueva tecnología.

La apuesta era RFID y desde enero de este año los códigos han sido implantados en las etiquetas de cada una de las prendas de Gerry Webber.

Cada código RFID cuesta cerca de nueve centavos de dólar y la compañía fabrica unos 26 millones de prendas al año, lo que pone en los hombros de von Grone una gran responsabilidad financiera.

“El negocio detrás de esta idea es simple. Nos genera dinero”, asegura von Grone.

El ejecutivo cree que RFID pagará su costo en el corto plazo al reducir la cantidad de inventarios que los empleados de Gerry Weber deben efectuar con frecuencia.

Esto es porque, a diferencia de los códigos de barra, esta tecnología permite contar instantáneamente -a través de redes inalámbricas- los productos que se encuentran en palés y contenedores.

Pero, a largo plazo, von Grone tiene otra ambición: detener a los contrabandistas que obtienen ganancias utilizando los productos de su empresa.

“Tenemos 240 proveedores en el mundo y creo que algunos de ellos -quizá cinco o 10- son totalmente ilegales. Producen más de lo que les pedimos y después venden su excedente al mercado”, afirma.

Gerry Webber envía los códigos RFID a sus proveedores para que los cosan en las etiquetas. Pero como sólo envían un número específico de éstos, se aseguran que si el proveedor vende su excedente estos no tendrán el código y, por lo tanto, serán fáciles de identificar.

“Con RFID podemos descubrir quiénes son nuestros malos proveedores, castigarlos, y echarlos de nuestro negocio”.

Pequeño, barato y en todos lados

Cuando es escaneado por un lector, el chip RFID emite una señal única, como un número de serie, que después se puede buscar en una base de datos.

Un artículo de contrabando no tendrá el código o tendrá uno falso que no aparecerá en la base de datos.

Aunque dicha tecnología ha estado presente durante años, es hasta ahora que los chips se han vuelto suficientemente pequeños como para poder codificar millones -potencialmente miles de millones- de artículos individuales con el propósito de combatir el contrabando.

“Estamos hablando de algo del tamaño de un grano de sal”, dice Steve Owen de NXP Semiconductors, que fabrica los chips para Gerry Webber y también para Viagra.

“Puedes poner nuestros códigos en etiquetas de papel, dentro de una envoltura, o en frascos de vidrios. Estamos investigando si podemos hacer los chips tan pequeños como para que quepan dentro de un billete bancario”, dice.

“El mercado para ello sería gigantesco”, asegura el Dr. Hagen Kalux del Instituto Max Planck de investigación, quien junto con sus colegas ha probado que es posible poner circuitos dentro de billetes bancarios sin que esto cambie como se sienten al tacto.

Los circuitos están hechos de carbón lo que les permite flexionarse y ser más delgados que la tinta con que se imprimen los billetes.

Si RFID se generaliza, entonces quizá los contrabandistas tengan que pensar en cambiar de carrera.
Riesgo de “hackeo”

Sin embargo, varios expertos en seguridad han expresado preocupación por RFID sugiriendo que no podría acabar totalmente con el contrabando.

“Todas las herramientas que necesitas para hackear el RFID ya están disponibles”, dice Karten Nohl de los Laboratorios SR en Berlín.

“Si estas herramientas son usadas por una mente criminal, hay un gran potencial para el abuso”, dice.

El experto cree que las empresas corren un riesgo al etiquetar productos caros con un chip barato.

En 2007, Nohl fue capaz de hackear uno de los chips RFID más populares de NXP. Otros han tenido éxito similar alterando el chip que se emplea en la tarjeta Oyster, usada en Londres para acceder al transporte público.

La empresa NXP, sin embargo, insiste en que no hay riesgos porque las compañías usan varios sistemas, además del chip, para protegerse.

“Ningún chip es imposible de hackear”, afirma Steve Owen de NXP. “Es resistente a la alteración, pero siempre hay un riesgo. No puedes depender solamente de una pequeña pieza tecnológica para darte seguridad absoluta”.

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