Entre nos/Carlos Santamaría Ochoa *Escalofriante

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Datos, datos y más datos. Los accidentes siguen siendo la causa de muchos desvelos, y también de sepelios, pérdidas físicas, económicas… sociales.

En la pasada colaboración hicimos mención de una serie de datos y reflexiones acerca del descuido que ocasiona accidentes y muertes, mutilaciones y el que los recursos económicos disminuyan y los legales tiendan a aumentar. No podemos cerrar los ojos a esta realidad.

Datos de la Secretaría de Salud son realmente escalofriantes: en nuestro país se registran unos 24 mil decesos cada año, ocasionados por accidentes, lo que nos promedia 66 muertes diarias. Imagine el lector lo que significa para las 66 familias que pierden a uno –o más- de sus miembros.

Las pérdidas de vidas no tienen precio ni comparación: con nada se sustituye a alguien que esté cerca de nosotros o alguien conocido. Todos hemos padecido el fallecimiento de un ser cercano o querido y la verdad es una sensación que no es nada grata.

En cuanto al dinero, hay que anotar que lo anterior cuesta alrededor de 130 mil millones de pesos, es decir, el 4 por ciento del Producto Interno Bruto del país, y que es un dinero que bien podría emplearse para mejorar la condición socioeconómica de cualquier familia. ¡Vaya! De muchas familias, pues.

También anotemos que 40 mil personas sufren algún tipo de discapacidad como producto de estos accidentes, y hay más de 50 mil lesionados. En las estadísticas se registra un mayor número de accidentados en días lunes y viernes, lo que nos indica también que tiene mucho que ver con la “juerga”, la “parranda”, es decir, la borrachera… el alcohol, como siempre, tiene una importante cuota en este sentido: 6.3 por ciento de los accidentados dan positivo en las pruebas de alcoholemia, y 5.7 por ciento tienen en su sangre registro de uso de drogas de diversa índole.

Más del diez por ciento se causa en personas que embrutecen y disminuyen sus reflejos por conciencia propia, o más bien, por inconsciencia, porque no se puede llamar acto consciente al que realiza una persona que sabe que tiene la responsabilidad de manejar luego de la fiesta, convivio o visita al “antro”.

También es justo decir que hay más hombres que mujeres en este tipo de acciones que tienen mucho de delictivas. Es la primera causa de muerte en ciudadanos mexicanos de entre 5 y 35 años de edad. Es obvio que los menores no manejan o algo por el estilo, pero son víctimas de la irresponsabilidad con que se conduce la gente.

Es la segunda causa de discapacidad general. Imagine el lector que todos los días sale a caminar y hacer ejercicio, y que, de repente, por causa de un momento de irreflexión no podrá hacerlo jamás; que haya perdido alguna extremidad o simplemente, que sobreviva –si se le puede llamar así- en estado vegetativo. Esto no es vida, y menos para los que tienen la responsabilidad de cuidarle, porque a ellos les desgraciamos la vida.

Hace unos días llamó la atención una noticia en la prensa internacional: se refería al uso que hace una universidad británica de los muchachos que tienen por norma y convicción no tomar, y que se les paga por cuidar borrachos.

Así como lo ha leído: les pagan entre los parranderos una tarifa establecida por la propia universidad para que funjan como “conductores designados”, figura que inclusive en México promovió una marca de vinos y que funcionó por varios años.

Algo tenemos que hacer.

También, cuando padecemos por la culpa de otra persona, un accidente, una discapacidad o algo similar, pasan días, meses o quizá años para que podamos volver a restablecernos. No se vale, sinceramente.

No matemos a los demás, no colaboremos con estas tétricas cifras; los accidentes son y seguirán siendo un mal en la sociedad y urgen medidas para evitarlos o disminuir su frecuencia.

En este sentido, insistimos en señalar los programas que conjuntamente han establecido autoridades de tránsito y Salud en el estado para que haya alcoholímetros.

Ninguna medida es mínima ni poca: hay que incrementarlas. Sería bueno, por ejemplo, que en los antros no se permitiera a la gente manejar al salir ebrios: que se les pida un automóvil de alquiler y se garantice su vehículo en un estacionamiento, obviamente, con coste para los tomadores.

Es una lástima que los padres no tengamos conciencia de este grave problema, sin embargo, no generalizamos, porque los hay con mucho sentido de la civilidad y convivencia social que procuran en sus hijos la misma responsabilidad.

Eso es lo que necesitamos. Suponemos que las estrategias que ha instrumentado el doctor Norberto Treviño García Manzo serán positivas, y hacemos votos porque haya más de esta naturaleza.

No queremos saber que se incrementa la publicación de esquelas en la prensa: nos gustaría, mucho más, saber que hay más torneos deportivos o actividades sociales. Ayudemos a los nuestros, a nuestros hijos, a nuestros vecinos, hagamos un acto responsable de conciencia, por favor.

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