En su rostro se percibía una mueca de entre felicidad, melancolía y coraje.
En sus palabras un reclamo que en ocasiones se acercaba a la impotencia.
En el multitudinario ágape estaban todos los que él quería, si aquellos que le han dado la fuerza que necesita un verdadero líder para sobrevivir frente a la cotidiana embestida.
El, Arnulfo Rodríguez Treviño, siempre ha sido un dirigente polémico por frontal y claridoso y, eso, parece que le agrada a sus representados, los maestros de Tamaulipas.
Y allí estaban ellos, entre 12 mil y 15 mil, cerca de él, ovacionándolo, saludándolo de mano, agradecidos por lo mucho o poco que les ha dado ese hombre de aspecto campirano, franco y arrebatado.
Es por eso que él siempre ha sido el blanco de la prensa para bien o para mal y de un trato muy especial, como con pinzas, de los funcionarios que tiene que frecuentar.
Muy directo en sus palabras, Arnulfo evoco en su discurso de agradecimiento a todos aquellos que lo acompañaron en su cumpleaños, el nombre del Doctor Rodolfo Torre Cantú, y eso basto para que llovieran los aplausos y los gritos en recuerdo de aquel noble líder que hace más de un año la violencia nos arrebato.
“Hay un Dios y Rodolfo está allá arriba y el sabe como nos la partimos los maestros de Tamaulipas”. “Perdónalos Dios, pero que no se te olviden sus nombres”.
Y siguió el reclamo: “Un gobierno estatal o municipal no puede cumplir con su función sin los maestros y aquí estamos nosotros”.
En el área reservada para la prensa los reporteros se miraban incrédulos y se escucharon los murmullos sobre el evidente rompimiento entre la dirigencia sindical y el gobierno de Tamaulipas.
También en su discurso el profe Arnulfo negó que esté enamorado o buscando un cargo político, se pronuncio por una alianza, arremetió contra sus detractores y advirtió que nadie lo va a callar porque no se va a dejar.
En la mesa principal los invitados especiales nerviosos aplaudían y la multitud de pie animaba a su líder para que siguiera, para que no se detuviera porque su voz es la de ellos y los reclamos no pueden permanecer siempre ahogados.
En esa mesa causo extrañeza la ausencia del Secretario de Educación, Diódoro Guerra Rodríguez, quien casi al final del evento arribo en momentos en que el profe se escurría entre las miles de mesas para saludar a los maestros, quienes uno a uno lo felicitaron, le entregaban regalos, entre ellos imágenes religiosas para que lo cuidaran y que le dieran más fortaleza. Es por eso que la presencia del funcionario casi pasó para él inadvertida.
Como que Arnulfo extraño los viejos tiempos en que en su cumpleaños compartió el pan, la sal y la buena vibra con Eugenio Hernández Flores, con diputados federales, con funcionarios estatales y lideres de organizaciones oficiales, los que en esta ocasión brillaron por su ausencia.
Empero, se le notaba contento porque allí, junto a el, estaba su esposa Dolores Hernández Rodríguez, su fiel asistente, Deyanira Román Martínez, su secretario particular, Ulises Ruiz, su vocero Noe Pérez Cedillo, Lupita Perea, autoridades municipales, del ISSSTE, del UPYSET, algunos alcaldes y su fiel amiga, la maestra Cecilia Robles Riestra, quien parecía un torbellino para atender a los reporteros, para servirles con mano la comida y los refrescos y para sentarse en cada mesa para intercambiar impresiones y chistes con los comunicadores.
La del Recinto Ferial fue una real demostración de la fuerza y de la penetración que tiene el profe Arnulfo entre el magisterio tamaulipeco, que desafió el clima, la inseguridad y la estrechez económica para acompañar a su líder, a unos meses que deje su cargo.
El llego a la dirigencia con la cabeza en alto.
Y de igual manera, se va.
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