Cuando más necesitamos incurrir en prácticas que nos lleven a mejorar nuestro estatus social, propiciando el cultivo de valores humanos y virtudes que nos alejen de acciones fuera de todo orden y cuyo resultado es deleznable, es cuando podemos reconocer esas cosas buenas que hay en el mundo y que, a más de un siglo y medio, prevalecen: el movimiento Scout celebra precisamente el 22 de febrero como fecha especial, porque en el año de 1857 nace en Inglaterra Robert Steaphenson Smith, conocido como Lord Robert Baden Powell, primer barón de Gillwell.
Pero… ¿por qué es tan importante un personaje inglés?
Su obra trascendió en el mundo entero cuando crea al movimiento Scout, que ha sido denostado por muchos pero aprovechado por millones de personas durante su existencia. Los Scouts los vemos en cualquier parte del mundo, haciendo actividades de campo o recreativas, como una forma de aprender a bastarse por sí mismos, aprender a ayudar a los demás y sobre todo, aprender mejores cosas que nos hagan hombres de bien.
Hoy en día, los grupos Scouts son mixtos; cuando nace el movimiento existían tres secciones –ramas- que eran: manada de lobatos, para chicos de 7 a 11 años; tropa de scouts, de 12 a 17, y Clan de Rovers, de 18 a 23 años. Hoy se han conformado de distinta manera y agrupan a hombres y mujeres.
La idea de Baden Powell fue crear un movimiento inspirado en la milicia, donde el chico pudiera aprender a bastarse por sí mismo, y para ello, desarrolló ese método denominado “aprender jugando”, que tantas cosas buenas dejó a través de los años. Los muchachos pudieron jugar a aprender, o aprender jugando, pero aplicando los conocimientos todos los días pudieron ser mucho mejores de lo que eran antes de conocer el movimiento Scout.
Paralelamente se formaron los movimientos femeninos: las Guías, que también han experimentado grandes transformaciones, acordes a nuestros tiempos.
Hoy necesitamos que nuestros muchachos vuelven a tener esa esencia de solidaridad social y principios de valor, honestidad, amor, y muchos otros más, que nos lleven a recuperar el tejido social que está tan contaminado y que necesitamos cambiar por la manera que sea, pero en una acción que se antoja urgente, y por ello pensamos que movimientos de esta naturaleza podrían ser un buen medio para lograrlo.
Llega el movimiento Scout al mundo en una exposición monumental que tiene lugar en el Cristal Palace de Londres, con el primer campamento oficial, y de ahí parte a infinidad de rincones del orbe para contagiar a los jóvenes deseosos de ser útiles a sus semejantes y muchas otras cosas más.
Los Scouts han significado para muchos de nosotros el cambio en nuestra existencia. El saber coser una prenda o poner un botón, planchar una camisa o cocinar algo no son acciones que fueran únicamente domésticas, sino que tenían en el fondo el sentimiento de hacernos ser útiles, poder hacer nuestras propias cosas y dejar constancia de ello en la sociedad en que vivimos.
Con los principios básicos Dios, Patria y Hogar, los Scouts se constituyen como una fuerza social muy importante en el mundo entero.
Desarrollando las tres virtudes básicas –lealtad, abnegación y pureza- junto con sus principios, el movimiento escultista conforma una generación de personas capaces de entender la urgencia de ser solidarios y tener sentimientos más que positivos.
Es la esencia, seguramente, que pensó ese londinense que hoy cumpliría 159 años, y que desarrolló un proyecto de vida para millones de niños y jóvenes que tuvimos oportunidad de aprender de sus enseñanzas, aplicarlas y ponerlas en funcionamiento para bien de nosotros mismos y de la sociedad en la que nos desarrollamos.
Un buen recuerdo para Baden Powell: B.P., como se le conoce, y todos los honores que merece, aunque el mejor será el seguir su ejemplo de vida.
Baden Powell a 159 años
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