Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Aunque el año pasado no fue tan malo para los 876 ejidatarios de esta región, debido a las lluvias que cayeron aunque de manera aislada, de no llover en marzo y los meses siguientes, la difícil situación con la que iniciaron este año podría convertirse en crítica, aseguró Alejandro López Robles, dirigente del Comité Campesino Municipal, afiliado a la CNC.
Mencionó el campesino que el agua y la humedad del año pasado dejaron medio llenas las presas y los agostaderos, además de suficiente alimento en las praderas, para el ganado. “Nos tocó buen tiempo porque las presitas agarraron agua y el pasto se puso bueno para el ganado, pero creo que en un par de meses la situación podría ponerse difícil si no hay agua”, explicó.
“Tenemos cuatro años de que no recibimos agua, pero estamos luchando para tratar de salvar lo poco que nos queda”, dijo el ejidatario tras mencionar que de no llover lo suficiente este año tendrán que reducir sus hatos ganaderos para poder resistir una sequía que pudiera presentarse a partir de marzo de este año.
En octubre del año pasado la Comisión Nacional del Agua (CNA), decidió suspender el reparto de agua para actividades agrícolas, debido a un adeudo que México tenía Con estados Unidos, por lo que el agua de las presas internacionales solo fue utilizada para el consumo humanos, situación que hasta el momento prevalece.
Consideró López que a pesar de que no haya agua, los campesinos deben entender que el agua de las presas es solo para el consumo humano, los campesinos deberán aguantar, pero no descartó la posibilidad de poder negociar el líquido con las autoridades federales.
“Sería muy duro que nos dejaran sin agua, y digo que si este distrito tiene más de 6 mil hectáreas para regar, pero solo se riegan mil ¿qué podemos hacer?”, cuestionó tras comentar que se debe llegar a un acuerdo con los módulos de riego para obtener más.
Recordó que en 1997 se presentó una severa crisis de agua en esta región, al grado de que durante seis años no hubo agua para el riego, lo que provocó el abandono de las parcelas y, como consecuencia, que la maquinaria para el riego, así como el cableado de las bombas y todo el equipo fuera robado.