Hace unos días entrevisté a Sami Nair, un destacado politólogo francés, que seguramente alguno de ustedes han leído. En lo personal coincido con él en muchas de sus apreciaciones.
Se trata de una personalidad con una interesante trayectoria: Nair fue asesor del gobierno del presidente francés, Lionel Jospin y actualmente es el vicepresidente del Movimiento Ciudadano y Republicano de Francia.
Con los acontecimientos geopolíticos marcando la agenda mundial, Nair me dijo en exclusiva que en la tesitura actual, las relaciones de fuerza son el elemento dominante de las relaciones entre las naciones.
“Lo vemos con Trump. Ha llegado un dirigente a Estados Unidos que dice claramente que no le importa el derecho internacional y que ha decidido que el Golfo de México se llama ahora Golfo de América; y que Groenlandia tendría que volverse parte de Estados Unidos”, afirma.
Me comentó además un punto que es bastante notorio: Trump pretende imponer que Ucrania acepte su rendición porque el interés principal de él es pactar con Rusia; y, lo quiere hacer, en detrimento de la paz y de la justicia, así como de los derechos del pueblo ucraniano.
Nair me dijo que esta imposición de una rendición a la fuerza o rendición pactada con Rusia, tiene un trasfondo muy delicado, que va más allá de que Rusia se quede con el 20% de territorio ucranio.
“A Estados Unidos le interesa acabar rápidamente con ese conflicto porque quiere enfocarse en China y para dar el punto final busca aliarse con el invasor que es Rusia. Es una evidencia de que las relaciones geopolíticas están totalmente trastocadas y prevalece el poder de la fuerza brutal… Una fuerza despiadada en las relaciones entre los Estados nación”, afirmó convencido.
Lo que ya parece inevitable es que Ucrania termine dividide en dos partes. A Francia, por ejemplo, le inquieta porque el presidente Emmanuel Macron ha favorecido que varias empresas galas hagan negocios en Ucrania. Ayer, justo, después de tres años sin comunicación, Macron habló por teléfono con el dictador ruso.
Y lo ha hecho, cuando aquí en Europa, ya se da por sentado que habrá un inminente encuentro entre Trump y Putin en Turquía posiblemente entre la tercera y cuarta semana de julio o a más tardar a mediados de agosto.
Eso significa que ya está muy avanzado el acuerdo de repartición entre Estados Unidos y Rusia. Pobre Ucrania… pobres ucranios que han tenido la mala suerte de tener un pasado soviético y de tener como vecino a un sicópata ambicioso y mesiánico.
No tiene una personalidad muy distinta a la de Trump que también es mesiánico, muy ambicioso y sicópata. Quiere meter a los miles de inmigrantes detenidos en unas jaulas en Florida rodeadas de cocodrilos… en tiempos de Nerón los echaban a los leones.
A COLACIÓN
Además, lamentablemente Europa, para Trump no cuenta en este proceso, le pedí a Nair su opinión al respecto: “Es en esta situación que se demuestra una vez más la impotencia por parte de los dirigentes de Europa. En estos últimos treinta años, sus dirigentes se dedicaron, como yo lo digo en mi libro Europa encadenada, a la expansión del sistema económico y comercial de Europa en lugar de pensar realmente en organizar un poder político europeo fuerte y potente capaz de existir y de tener una voz a escala mundial”.
Nair considera que la Unión Europea está pagando la debilidad del proyecto europeo y de la agitación actual de los dirigentes europeos; y, en particular, de los dirigentes franceses e ingleses porque detrás de esa alharaca no hay absolutamente nada, ni serio en términos políticos. “Es una desgracia para Europa, para los ucranianos y desde luego, es una victoria para Trump y Putin”.
En su ensayo Europa encadenada, Nair aborda que uno de los errores de la Unión Europea ha sido desempeñar un rol estrictamente tecnocrático y económico, destinado a extender, en lo posible, el mercado hacia el Este. Eso trajo una Europa que el autor describe “como un cuerpo sin cabeza”.
“La guerra que Rusia declaró a Ucrania en 2022 muestra el enorme costo que supone la falta de un cuerpo político, tanto en materia de política exterior común como de defensa. Paralizada en su crecimiento político, todo parece indicar que la Unión Europea tendrá grandes dificultades para salir de esta situación si no se enfrenta a la crisis existencial que la embarga”, de acuerdo con el escritor francés.
Si bien Nair aclara que no es un euroescéptico es pesimista al respecto de cómo saldrán librados los Estados nación en Europa frente a lo que resulte una vez concluya la guerra en Ucrania y vuelva a reequilibrarse el poder entre Estados Unidos y Rusia.
“El problema es que para que Europa pueda existir y para que esos Estados nación puedan existir tienen que tener una política extranjera basada en la fuerza”, apuntó.