El mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, recién informó la creación de un fondo innovador para proteger a los bosques tropicales de los efectos negativos del cambio climático. Un buen propósito de esos que se anuncian anualmente durante este tipo de reuniones.
La realidad es que el cambio climático ya nos ganó la partida y solo nos queda a los seres humanos desarrollar toda la inteligencia posible para mitigar, prevenir y reaccionar lo mejor posible.
No va a mejorar, todo lo contrario, va camino de seguir empeorando. Los tifones violentísimos de estos días en varias partes de Asia, dejan sin palabras. Y, cada verano, en Europa se abre el infierno porque el calor es devastador; cada año mueren personas por golpes de calor y los caudales de los ríos siguen reduciéndose a tal punto que ponen en peligro la navegación.
Durante su participación en la COP30, el presidente de España, Pedro Sánchez, recordó a las más de 20 mil personas que han fallecido en el país ibérico debido al cambio climático en la última década. Y como olvidar a las 2 mil 020 personas que fallecieron en España, por golpes de calor, el año pasado.
El cambio climático crea combinaciones diabólicas que solo incrementan el sufrimiento de los seres vivos: más calor extremo, más sequía, menos lluvias y más desertificación. Las cuatro estaciones han desaparecido en varios países cuyos ecosistemas están readaptándose a largas temporadas de calor extremo y a cortos períodos de frío y lluvias violentas.
Lula da Silva ha puesto enfásis en salvar a los bosques tropicales. El Amazonas es uno de los grandes pulmones del mundo y es lógico su interés por blindarlo. De hecho, debería existir un interés global por protegerlo.
A COLACIÓN
También hay otros focos que merecen atención: el Mediterráneo, siempre estratégico en el renglón geopolítico y geoeconómico, está condenado a padecer los peores estragos del cambio climático lo que implica, una peligrosa carambola dañina que afecta directamente a tres continentes –sur de Europa, norte de África y extremo occidental de Asia–bañados por las azuladas aguas.
En el pasado, bajos sus costas, se desarrollaron las mejores civilizaciones: desde la imponente cultura egipcia, hasta el mercantilismo de los fenicios, la cultura boyante helénica; los visionarios hebreos, los viajeros cartagineses hasta los poderosos romanos.
En pleno siglo XXI, el Mediterráneo está señalado como uno de los focos activos del cambio climático, toda la zona resentirá y para mal, los estragos de la subida de la temperatura global.
No hay una estrategia de prevención y en el Mediterráneo todo lo que hay es solo la reacción ante las acciones extremas. El titular de Naciones Unidas, António Guterres, va advirtiendo en todos lados que la Humanidad tiene enfrente al mayor desafío posible.
La realidad es que vivimos en un código rojo. El compromiso de hacer todo lo posible por no superar el umbral de 1.5 grados no ha sido cumplido porque no todos los países han asumido su pacto de descarbonización, ni se han responsabilizado de su huella ecológica.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) formado por investigadores de una red de 195 países indica que la interacciona humana es la responsable de que las temperaturas estén elevándose y propiamente por el impacto de las emisiones de los gases de efecto invernadero que han provocado un calentamiento del planeta en un 1.1 grados centígrados desde el período de 1850 a 1900 hasta la actualidad.
Se trata de una etapa que tendería a correlacionarse con la Segunda Revolución Industrial en la que justo se dio vida a muchos de los grandes inventos que, en definitiva, marcarían el siglo XX y la posteridad: la invención de la bombilla eléctrica (1878); la aparición de la bicicleta que facilitó el uso de las ruedas (1880); surgieron los primeros vehículos de gasolina (1885) además se empezaron a utilizar materiales como el aluminio, acero, zinc, níquel, manganeso, cobre y cromo. En 1867, se experimentó con la dinamita, en 1895 la marca Peugeot fabricó el primer vehículo con neumáticos y para los primeros inicios de 1900, los hermanos Wright inventaron el aeroplano. Fue un período, en el que, la electricidad y el petróleo, marcaron el devenir de la prosperidad del mundo.
Así es que se dio la mano para la Tercera Revolución Industrial y a mediados de la década de 1960, la expansión de la clase media aceleraba en buena parte de los países aumentando la demanda por diversos bienes sobre todo automóviles.
Las fábricas, las industrias y los vehículos, marcaron el signo de los nuevos tiempos, pero dicho auge, trajo consigo otros problemas que, para la década de 1970 empezaron a llamar la atención de diversos investigadores y asesores gubernamentales y de varios organismos internacionales: la contaminación industrial. Y lo que debió hacerse entonces, no se hizo y ahora ya es demasiado tarde… solo hay buenos propósitos.