El dólar en decadencia

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Este año, el dólar se ha depreciado a nivel mundial, entre un 8% a un 10%, su comportamiento nada tiene que ver con el súper dólar del primer gobierno de Trump.

Algo le pasa al dólar. La divisa norteamericana ha entrado en una fase bajista, de depreciación frente a otras monedas del mundo. Hay quienes avizoran un cambio de ciclo aunque otros analistas son más prudentes y siguen reivindicando el reinado del dólar.

¿Acaso está debilidad actual será otro episodio pasajero como ya ha sucedido en otras ocasiones desde el final de Bretton Woods? ¿Será una tendencia estructural provocada entre otras cosas porque China lleva años vendiendo sus dólares, tras convertirse en el principal tenedor de deuda denominada en el billete verde? ¿Es producto colateral de la invasión a Ucrania y las sanciones de Occidente a Rusia?

Hay mandatarios como el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que buscan impulsar desde  el Mercosur e incluso desde los BRICS, el contar con una moneda propia, alterna al dólar.

Brasil es miembro de los BRICS, junto con China, India, Rusia y Sudáfrica mueven casi el 50% de la economía mundial y de un tiempo a la fecha defienden en diversos foros la necesidad de desdolarizar sus economías para favorecer a otras monedas. Rusia, con el dictador ruso, Vladimir Putin, pide abiertamente a su homólogo chino, Xi Jinping, avanzar de forma más acelerada para utilizar al yuan como nueva divisa en sustitución del dólar.  Y China se deja querer.

Juntos son un grupo poderoso, recuerda Anwar Zibaoui, experto en economía y en asuntos internacionales y es que, además, significan el 45% de la población del mundo.

De forma inteligente, la diplomacia china está sumando apoyos haciendo una especie de amalgama unida por un interés común: recibir flujos de inversiones, generar riqueza económica y hacer que las naciones prosperen.

Jinping quiere ampliar el bloque de los BRICS y sumar a Argelia, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto, Argentina, México o Nigeria; y no descarta tampoco a Bangladesh, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Turquía y Vietnam.

Y no hay que perder de vista, de acuerdo con Zibaoui, que el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD, por sus siglas en inglés) y  con sede en Shanghái, creado con la contribución de los bancos centrales de los BRICS emerge como alternativa a los organismos financieros internacionales tradicionales.

Al parecer está creándose un nuevo consenso que podría ser paralelo al predominante desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que las consecuencias colaterales de la invasión rusa a Ucrania habría contribuido a detonar.

Por su parte, el analista estadunidense, Marc Jones, aborda que  el banco norteamericano JP Morgan advierte de “algunos signos de desdolarización emergente” que son innegables.

La participación del dólar en los volúmenes de negociación de divisas se mantiene apenas por debajo de los máximos históricos del 88% y su uso en la facturación comercial no ha cambiado mucho en las últimas dos décadas.  Sin embargo, en las reservas de divisas en poder de los bancos centrales de todo el mundo, por ejemplo, su participación ha disminuido a un mínimo histórico del 58 por ciento. Hay bancos centrales vendiendo dólares para fortalecer sus monedas locales.

A COLACIÓN

Una cesta de monedas, de divisas mundiales, ya no es un sueño. El monopolio del dólar está resquebrajándose tal y como lo avizoró el premio Nobel de Economía, Robert Mundell, precisamente uno de los mentores del euro que empezó a introducirse en varias economías de la Unión Europea desde 1999 y  que actualmente usan veinte países de los veintisiete que forman la UE.

El mercado de divisas es sensible a las maniobras internas de cada país en materia de política monetaria; cambios en la relación del mercado externo de bienes, servicios y mercancías y respecto de la salud de sus respectivas balanzas de pago.

También impactan otros factores que pueden ser más subjetivos: el escenario de volatilidad, las expectativas de inversionistas y de importadores y exportadores y gestores de fondos de inversión respecto al futuro inmediato ya sea porque habrá elecciones, un cambio de régimen político; por el impacto de una catástrofe; por la solicitud de endeudamiento externo. Cualquier factor que tienda a ensombrecer el panorama.

Luego están las maniobras de las variables exógenas: cambios en las tasas de interés internacionales de referencia, caídas en los mercados financieros o bursátiles; contracción económica; vicisitudes económicas, financieras, bursátiles o cambiarias en los países socios comerciales o económicos. Desde luego, un escenario de incertidumbre y cambios en la oferta y demanda en los mercados internacionales de materias primas; entre otros más.

 

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