Hay ocasiones en que no entendemos lo que leemos o escuchamos de parte de quienes nos gobiernan. El gobierno federal insiste, e inclusive el señor Vicente Foz Quesada en que México no tiene tantos pobres como en otros lares.
Culpa al PRI de los pobres y dice que ya estaban cuando llegó él al gobierno. Grave situación, porque refleja el señor Fox que durante casi doce años la administración azul no ha podido desterrar un problema que tiene sumidos en la miseria a millones de mexicanos.
Y para lavar culpas, organizan colectas para llevar, por ejemplo, alimentos a la gente de la sierra Tarahumara, sin explicar que no cuesta lo anterior al gobierno, que no están invirtiendo en el problema, porque los alimentos que se llevan son producto de una colecta de la sociedad, es decir, el dinero sale de nosotros y no del gobierno.
En ese sentido, a los millones de mexicanos que viven en la miseria y no tienen siquiera para pensar en comer esta semana, les importa muy poco –o nada- que el PRI o el PAN no hayan hecho la tarea: de igual forma no tienen tortillas en el comal y sus hijos siguen padeciendo anemia producto de una desnutrición severa.
Ya cumplimos casi doce años de pretextos, de echar culpas a “70 años de gobiernos malos”, a 7 décadas de corrupción y demás epítetos que han emitido y grabado todos los funcionarios, incluyendo al “chistosito” aquel que quería ser candidato a presidente y que pensó que con 6 mil pesos alcanzamos a vivir como ricos.
Viajando por Miquihuana, por Palmillas, por la carretera que enlaza al Huizache con San Luis Potosí o la que nos lleva a Real de Catorce pensamos: ¿podrá Chepina aliviar el hambre que ni Fox ni Calderón pudieron reducir? Si como secretaria de Desarrollo Social no pudo, con todo el apoyo del presidente y el gobierno federal, imaginamos que será difícil, por no decir imposible, que pueda hacer una buena labor al frente de un gobierno del país.
Cansados estamos ya de escuchar ataques a Peña Nieto por su copete o porque es producto televisivo; hartos de ver la forma en que descalifican a quien va puntero en las encuestas y de leer que todos se tiran con todo en aras de encontrar una simpatía popular que, lejos de ser cierta, lo único que está propiciando es una antipatía por lo que sea gobierno actual y sus emisarios.
Los pobres no quieren saber si Peña utiliza Gel o si Chepina ha incorporado en su campaña a dos enemigos y malos políticos, o que el “Peje” López Obrador ya tenga su gabinete y hable como si fuera presidente, en una actitud tontamente triunfalista que sabe que no tiene.
Los pobres quieren saber qué se siente comer calientito; a los pobres de México les gustaría conocer el sabor de una carne asada o de unas fajitas o un plato de arrachera. ¡Vaya! Siquiera quisieran saborear aunque fuera única vez en su vida de un picadillo con papita o con zanahoria aderezado con un poco de chilito y acompañado de dos o tres tortillas.
Los pobres de México no quieren saber si hay acusaciones del PAN hacia el PRI: quieren saber qué se siente tener empleo o tener la sensación de ponerse zapatos para ir a la escuela o el trabajo.
Los pobres de nuestro sufrido México quisieran tener salud y educación, quisieran saber lo que es no tener manchas en la piel por desnutrición. A ellos, a nuestros pobres, poco –o nada- les importa que Chepina arme su equipo de campaña con traidores o que se pasee con su familia –muy bien alimentada, por cierto- como tampoco les interesa el hecho de que haya eventos multitudinarios donde regalan tortas, refrescos o los tradicionales “lonches”. Ellos quisieran uno de éstos –lonche- para conocer el sabor del pan de caja o de la mortadela.
Eso es lo que debió pensar el presidente antes de culpar a gobiernos anteriores, en eso debió pensar también Vicente Fox, quien ha asumido con sus declaraciones que no tuvo la capacidad ni la inteligencia para subsanar uno de los más graves problemas de nuestro México: la pobreza.
Aunque ellos han demostrado que viven en una terrible pobreza… ideológica y administrativa.
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