MEXICO, D.F., 19 de agosto (apro).- Uno de los amigos de Felipe Calderón contó una anécdota que, en su momento, causó sorpresa, y que ahora, a la distancia, nos proporciona datos de la incapacidad que desde entonces ya mostraba el panista frente a la posibilidad de ganar la presidencia de la República; es decir, de escalar peldaños de poder más allá de su capacidad legislativa.
“En una reunión –recuerda el protagonista – estábamos platicando cuatro amigos de Felipe si fuera el candidato presidencial. –¡No manches…, imagínate lo que pasaría!–, dijo uno de nosotros, asombrado de lo que esto implicaría, y empezamos a discutir los problemas que tendríamos que enfrentar si esto pasara. Pero otro de nosotros dijo una cosa que nos puso a pensar aún más. ¡Pero imagínense qué pasaría si ganara…! “.
Cuando este personaje cercano a Calderón contó esta anécdota se reía a carcajada suelta y abría los ojos para acentuar la incredulidad que les provocaba esta ocurrencia. Para entonces, Felipe acababa de dejar la Secretaría de Energía y se lanzaba como precandidato presidencial sin muchas expectativas de ganar.
En esa ocasión, el amigo de Calderón no creía que éste pudiera derrotar a Santiago Creel, quien se perfilaba como el ganador de la contienda interna del PAN por el apoyo que tenía de Vicente Fox, y se reía de sólo recordar aquella reunión de los más cercanos del exlíder del partido.
Pero una vez que, el 2 de julio de 2006, Calderón ganó con el apoyo de Fox, de la Iglesia católica, empresarios y las televisoras, este personaje ya no quiso relatar nuevamente esa historia que retrataba la poca confianza que tenían en Calderón sus propios amigos y, principalmente, de las limitaciones que le veían para desempeñar la mayor responsabilidad política del país.
En 1969, Laurence J. Peter en su libro The Peter Principle, lanzó un principio que ha sido comprobado muchas veces en distintos ámbitos. Dicho principio señala que una empresa, entidad u organización, ya sea partido o gobierno, quienes realizan bien su trabajo son promocionados a puestos de mayor responsabilidad una y otra vez, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia.
De esta manera, muchos puestos de alta dirección, como sería la Presidencia de la República, han sido ocupados por gente que no tiene la suficiente capacidad, lo cual conduce a graves errores en las decisiones que llegan a tomar.
Este principio fue aplicado en su momento a Vicente Fox, de quien se decía que su límite o su nivel máximo había sido llegar a ser un candidato exitoso, pero no un presidente. Los múltiples errores que cometió durante su sexenio reforzaban esta idea.
Hoy este mismo principio se podría aplicar a Felipe Calderón, de quien se podría decir que su nivel máximo de capacidad, donde se le vio exitoso, fue cuando llegó a la coordinación de su partido en la Cámara de Diputados.
De primera instancia no se recuerda que haya dejado huella como presidente nacional del PAN, tampoco como director de Banobras y menos como secretario de Energía durante los escasos meses que ocupó éste puesto. Bueno, la única señal que dejó en su efímero paso por la función pública fue el autopréstamo que se dio en Banobras para comprar una casa, el cual tuvo que devolver por el escándalo que provocó entonces.
Calderón, como Fox, llegó a Los Pinos con el apoyo de los grupos de poder más importantes. Quizá el primero tuvo menos margen de maniobra, pues ganó de una manera que no convenció a la mitad del país y por ello usó al Ejército en la lucha contra el narcotráfico como una vía, también, de legitimación.
Parafraseando a Calderón, “haiga sido como haiga sido”, el panista ha tenido tiempo y oportunidad para hacer sentir sus capacidades como presidente, pero las decisiones que ha tomado no han sido las más acertadas. Negó que hubiera un crack financiero aludiendo a una pequeña gripa en Estados Unidos y la crisis económica ha derivado en un colapso. Aseguró que sería el presidente del empleo y el número de desocupación (tomando en cuenta subempleo) ha alcanzado una cifra récord: 12 millones 200 mil desocupados.
Desde la tribuna de la Cámara de Diputados alguna vez habló criticando el sistema sindicalista nacional como fuente de poder corrupta del poder presidencial. Pero cuando él llego a la silla presidencial no tuvo reparo en hacer un pacto con lo peor del sindicalismo actual, la maestra Elba Esther Gordillo.
En tanto que de la lucha contra el narcotráfico, en una ocurrencia declaró la guerra a un poder que trasciende las fronteras y sacó a las calles al Ejército provocando una ola de violaciones a los derechos humanos que, a pesar de ser evidentes, las ha ignorado e, incluso, ha lanzado el reto de que se compruebe este hecho tantas veces denunciado por organizaciones civiles nacionales e internacionales.
Existen otros ejemplos que hacen ver la incapacidad que ha tenido Calderón para gobernar. Tal vez aquella anécdota contada por uno de sus amigos no sea tan cierta, pero de no serlo, ha resultado ser una visión del futuro con sus fatales consecuencias.