En solidaridad con las víctimas de Acteal
Por desgracia, algunas escuelas de origen extranjero en México todavía no se percatan de que la época del colonialismo quedó en el pasado. En estas instituciones educativas los empleados mexicanos tienden a ganar la mitad y hasta la tercera parte de lo que reciben sus contrapartes extranjeras, muchas veces por realizar exactamente las mismas labores. Además, los mexicanos son despedidos con mayor facilidad y normalmente sin justificación alguna. Este tipo de escuelas típicamente se niega a cumplir con la legislación laboral de nuestro país, alegando falsamente que su naturaleza extranjera las coloca en una situación de excepción.
El Liceo Franco Mexicano, que cuenta con sedes tanto en Polanco como en Coyoacán en la Ciudad de México, no es una excepción a esta regla. Más de la tercera parte de los maestros titulares de grupo, desde maternal hasta bachillerato, y casi la totalidad del personal de apoyo (secretarias, niñeras, maestros de arte y de educación física, etcétera.) se encuentran contratados bajo un precario régimen laboral diseñado especialmente para personal “local”. En un claro contraste, una gran parte de los maestros franceses y los directivos de la escuela disfrutan de condiciones laborales radicalmente distintas: abultados salarios pagados en euros, seguridad laboral, derechos sindicales y generosas prestaciones.
El reciente despido sumario y sin justificación alguna de un francés de ascendencia argelina que había sido contratado bajo el régimen de contratación “local” ha provocado un cisma en el Liceo que bien podría terminar en un paro laboral generalizado. Las autoridades de la escuela harían bien en demostrar tanto mayor flexibilidad en el caso específico bajo disputa como voluntad para mejorar las condiciones laborales para todo el personal “local” de la escuela.
Ahmed Boudjadi tiene 38 años de edad y es originario de Lyon, Francia, donde creció como el sexto de siete hijos de una familia que migró de Argelia a Francia en 1963 después de la independencia del país africano. Su padre trabajaba como obrero en una planta fundadora de la Renault y la familia se avecinaba en Les Minguettes, un bravío barrio conocido por haber sido sede de múltiples disturbios de protesta resultantes de la pobreza y racismo a que están sujetos los inmigrantes en el país europeo.
Desde niño, Ahmed destacó por su disciplina e inteligencia, llegando a ser el único de sus hermanos en conseguir un título universitario. Cursó de manera simultánea dos carreras: psicología y economía. Al graduarse en economía decidió probar su suerte en México, donde ingresó al posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM y posteriormente fue invitado a trabajar como titular de grupo en la sección maternal del Liceo Francés de Coyoacán.
Si bien originalmente no había planeado ser maestro, su nueva responsabilidad le vino como anillo al dedo. Su sencillez y carisma embonó naturalmente con la curiosidad y espontaneidad de los pequeños a su cargo y Ahmed rápidamente llegó a ser conocido como uno de los mejores maestros de la escuela. El maestro Boudjadi siempre llegaba puntual y fresco cargando en hombros a sus propias hijas, las pequeñas Emma y Ella, y estableció una comunicación pedagógica de primer orden con sus alumnos. Pero el rápido reconocimiento de su talento como docente le generó una serie de envidias y problemas que culminaron en su sorpresivo despido el pasado viernes, 26 de junio, apenas unas horas después de haber impartido su última clase del año escolar.
Sin presentar prueba alguna, las autoridades escolares sostuvieron el argumento inverosímil de que el profesor Boudjadi era “un mal maestro”. En flagrante violación al artículo 47 de la Ley Federal de Trabajo y al “principio de estabilidad del empleo” que rige el marco jurídico en materia laboral en México, el Liceo Francés ha despedido a su trabajador sin haber demostrado que incurrió en alguna de las faltas señaladas en la Ley. Con acciones de este tipo, los directores de la escuela evidencian un preocupante autoritarismo colonial así como un racismo deplorable.
Los padres de familia han salido a la defensa de Ahmed y de manera conjunta han entregado un comunicado a la dirección del Liceo pidiendo una explicación detallada de las razones por el despido y han exigido su reinstalación como maestro. Así mismo, un amplio grupo de maestros franceses ya han salido en su defensa, con la posibilidad de incluso iniciar un paro laboral si la situación no se resuelve pronto. Los maestros “locales” también se solidarizan con su causa, aunque la extrema precariedad de su empleo prohíbe que se manifiesten públicamente sobre el tema.
Pero los directores del Liceo han decidido seguir la lógica de Carlos Salinas de Gortari: “ni los veo, ni los oigo” y pretenden simplemente ignorar estas legítimas protestas. Esta lógica de avestruz solamente agrava el problema y crea las condiciones para una crisis institucional de mayor envergadura en el futuro cercano.
Ahmed dice que decidió aprender español y mudarse a México con su esposa Nabiha, sus dos hijas y su pequeño hijo Mehdi debido a la gran amabilidad y generosidad que han encontrado entre la población mexicana. En contraste con el racismo y la intolerancia hacia los “árabes” que padecían de manera cotidiana en Francia, en México esta familia encontró una gran hospitalidad y apertura hacia lo diferente. La cultura mexicana, dice, ofrece un ejemplo de tolerancia al mundo.
Lamentablemente, las autoridades del Liceo Francés se encuentran muy rezagadas respecto del maestro Boudjadi en relación con su mexicanización. En lugar de abrirse a su país anfitrión y celebrar la existencia de visiones diferentes, han decidido excluir y maltratar a los mexicanos así como a los otros empleados “locales”.
Urge repensar de manera integral la relación que establecen las escuelas extranjeras con nuestro país. Tanto la Secretaría de Educación Pública como la Secretaría de Relaciones Exteriores deberían tomar cartas en el asunto para establecer nuevas bases para el respeto mutuo entre los pueblos y las naciones.
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