A mexicanos y colombianos, a los que se nos suman los hondureños, hoy nos contemplan con lástima el resto de pueblos latinoamericanos, desde sus propias realidades y con la alegría que en la cara nota cuando la dignidad se va recuperando.
Gozo de vivir que se le nota en la cara a los pueblos con gobernantes simplemente un poco menos ladrones y un poco más dignos, como en la nuestra se nota la depresión que hasta a los niños mexicanos aqueja como enfermedad mortal porque proviene del más maligno de los virus: el entreguismo apátrida.
Nos contemplan con la lástima que despiertan los esclavos. A pesar de que en muchos casos no son esos pueblos menos miserables que el nuestro por lo que toca a la indignante pobreza.
Despertamos lástima en los otros, igual de pobres, porque, a fin de cuentas, no es en el dinero donde el ser humano encuentra la felicidad.
Lástima infinita producimos por el retroceso de los mexicanos que en todos los sentidos se observa con sólo llegar al aeropuerto y no se diga al salir a la calle y al leer al día siguiente los diarios o al empezar a escuchar las historias de violencia infinita.
Violencia en México provocada por los apátridas que nos desgobiernan. Violencia en espiral y repitiendo uno a uno los crímenes que para desmoralizar al pueblo ya han sido probados en su eficacia por los militares al mando de gobernantes civiles colombianos.
Lástima despertamos por la impune limpia de personas. Nítido ejemplo son las masacres, que ya apuntan a un genocidio, que se vienen cometiendo, por estos días, en Ciudad Juárez, Chihuahua, en los albergues donde buscan refugio los jóvenes para recuperarse de su adicción fomentada también por los gobiernos.
Proliferación de mercenarios y de sicarios complementando a los escuadrones paramilitares a lo largo y ancho de la república mexicana ya actúan con la impunidad absoluta que les da el saberse defensores de la imposición, “haiga sido como haiga sido” y “cueste lo que cueste”, del probadamente fracasado sistema neoliberal, que bastardos como Calderón y Carstens, nos imponen a nombre de sus amos, que desde el imperio vecino les dictan las reglas a los desgobernantes nauseabundamente entreguistas.
Nos ven con la lástima que despierta todo pueblo que se sabe comprado por el imperialismo al que hemos sido vendidos por la apátrida derecha fascista con su entreguismo. Piedad despertamos como los condenados, que nos saben a los mexicanos, por el puñado de familias mafiosas que del poder se han adueñado para robarlo todo a costa de rematar todo bien que a la nación le quede.
Porque el boquete que las empresas mineras canadienses están haciendo al explotar las minas a cielo abierto va a repercutir, como es evidente, en contra de la calidad de vida ínfima de los mexicanos, máxime con el uso irracional de agua, de la que muchos mexicanos carecen, para limpiar las piedras de oro que depredan en las minas de Chihuahua y lo mismo harán en otros lugares con el arrasamiento de los metales que están haciendo las infames transnacionales impunemente depredadoras. Pero, claro, muy bien comprados deben tener a los jerarcas de los partidos políticos para que este crimen atroz se permita que se sume a los otros crímenes ya incluso, cuantitativamente, inconcebibles.
El imperio tiene permiso para arrasar con América Latina. Y en pago Uribe puede reelegirse las veces que le venga en gana con la venía de imperio que hoy encabeza Obama. Mientras que se apoya el golpe de Estado contra Zelaya, aunque se finja tibiamente lo contrario, por osar, Zelaya, preguntar al pueblo si quiere que le pregunten.
Tan malo el negro como el blanco en tratándose de gobernantes gringos. En el abismo conservador de retroceso al infierno, incluso con el envío de Paras (sicarios paramilitares colombianos) a apoyar a la oligarquía hondureña que Goriletti encabeza, ya está el pueblo hondureño inmerso. Permiso para reelegirse y reelegirse y reelegirse… a cambio del permiso para usar las bases colombianas, como propias el imperio gringo, tiene el impresentable Uribe, expulsador todos los días de colombianos que huyen a Ecuador debido a la represión irredenta. Bases para ser usadas contra el mundo civilizado. Porque no nos vengan a decir que el ejemplo de civilización es el imperio. Para usarlas en contra del resto de pueblos latinoamericanos que han dejado o que van optando por dejar de ser esclavos. Pueblos todos: El Salvador con Funes, Bolivia con Evo, Paraguay con Lugo, Ecuador con Correa, Venezuela con Chávez…, a los que no están dispuestos a permitir que se den el lujo de no pedir permiso para ser felices y menos aún para saberse libres ni de sus propios cuerpos a los que, como en México, quieren sujetar al atroz conservadurismo de la impresentable jerarquía católica.
Y para eso y por eso es que el imperio gringo ya volvió a sacar del clóset, del rancho de Bush, al fantasma de Bin Laden.
