Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Depresión

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Sin duda alguna, es uno de los grandes problemas de los tiempos modernos: la depresión se constituye en un detonante de la situación actual que vivimos las familias: día a día, el dinero alcanza menos, hay inseguridad, el empleo está en duda y todas esas cosas nos provocan una serie de conflictos que nos llevan a la depresión.
La depresión afecta a más de 10 millones de mexicanos según estadísticas del Sector Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, y el trastorno de referencia aqueja directamente al estado de ánimo y afecta la forma en la que el individuo se desenvuelve, es decir, desgasta en muchos sentidos, y cuando tenemos una enfermedad crónico – degenerativa, las consecuencias son poco menos que fatales.
Quienes hemos entrado en estado depresivo, o quienes hemos experimentado alguno de los síntomas, muchas veces pensamos que no debemos acudir con el médico. Un psicólogo ayuda mucho en estos asuntos, sin embargo, el escuchar la palabra nos aterra: pensamos: “no estoy loco para ver al psicólogo”, a quien en muchas ocasiones le llamamos “loquero”.
Nada hay tan equivocado como lo anterior. En primer lugar, no se requiere estar loco para necesitar psicólogo; dicen – en son de broma- muchos, que para vivir feliz hay que estar loco, ya que los cuerdos son los que viven con estrés, angustia y depresión.
El caso es que cuando entramos en depresión desarrollamos distintos síntomas, y no todos tenemos los mismos. Algunos de los más comunes son cansancio, cambios de humor, dificultad para lidiar con la vida cotidiana, insomnio, ansiedad, pérdida de placer, sentimientos suicidas, entre muchos otros.
Los expertos en psicología clasifican la depresión en leve, moderada y grave, de acuerdo a la cantidad de síntomas y la manera en que nos afectan. En el caso de los niños, los síntomas son muy distintos, y ahí hay que poner especial atención a su desempeño escolar, al sueño y su comportamiento. No debemos dudar en acudir con un experto para solicitar ayuda.
En el caso de quienes vivimos con diabetes, muchas veces el estado depresivo llega cuando nos dan el diagnóstico: a veces no nos saben decir las cosas y nos hablan “de golpe”, de una manera poco amable y eso nos hace entrar en depresión.
En ese sentido, hay que propiciar un sentimiento de madurez y fuerza para aguantar lo que venga y si de plano no se puede, buscar la ayuda necesaria.
Dicen los psicólogos que cuando uno es diagnosticado con diabetes entra en distintas etapas: negación, enojo, negociación, frustración y, finalmente, depresión, siento ésta última la que nos ocupa y la que debemos atender.
Cabe destacar que muchas veces entramos en ella sin pasar por las otras etapas. Cosas del comportamiento humano, pero el caso es que nos afecta y luego no tenemos idea de qué hacer, llegando a veces, algunos, a tener pensamientos suicidas. Ahí, urge la atención clínica.
Bien, cuando andamos en la “depre” como suele conocérsele, nos malhumoramos y luego hay quien carga nuestras culpas, que por lo general son los hijos. Procuremos tener capacidad para no descargar la ira en otros.
Nadie tiene la culpa de lo que nos sucede, es consecuencia de haber hecho algo, o haber dejado de hacer lo que debíamos, el caso es que solo nosotros somos los responsables.
Cierto es que nos levantamos con sueño, andamos todo el día cansados y otras cosas parecidas, pero la depresión que nos invade a veces no nos deja siquiera pensar en lo que debemos hacer para salir adelante.
Reiteramos la idea de que nadie tiene la culpa, y si recibimos esas noticias, por correo electrónico u otro medio, que nos incomodan, tenemos que aprender a solventarlas con actitudes que nos levanten el ánimo, es lo mejor que podemos ofrecer.
Es fácil decirle a alguien que se encuentra en depresión: “ánimo, levántate”. No es igual que vivir el problema desde dentro. Lo comprendemos, pero bueno, algo hay que hacer para solucionar esta situación.
Si usted considera que ha cambiado su actitud hacia los demás, su humor, su carácter, las ganas de hacer las cosas, atiéndase, puede estar en depresión, y la verdad, le aseguramos que los síntomas no son nada agradables, pero sobre todo, las consecuencias no son precisamente algo de lo que presumamos de haber vivido.
La depresión es uno de los grandes enemigos del ser humano del siglo veintiuno, hay que atender sus síntomas, pero sobre todo, evitar que las consecuencias nos hagan cometer errores que muchas veces son irreparables.
Nada hay más valioso que la vida, eso lo debemos tener siempre presente, es por ello que le invitamos a poner atención en este rubro. No se deje vencer, por favor.
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