Muchas veces parece que los políticos adivinan en momento oportuno para hacer comentarios o declaraciones sobre un tema particular, pero en realidad fuera de los fenómenos naturales que nos han sorprendido en el mundo –que también en algunos casos son predecibles- son pocos los eventos espontáneos, en política todo es estrategia, y en la vida real todo tiene un porque, solo hay que detenernos un poco y reflexionar sobre lo que origina el hecho.
¿A qué viene este comentario? Bueno, muchos podrían creer en la casualidad y oportunidad de las encuestas de opinión realizadas por las empresas que a eso se dedican como Mitofsky, María de las Heras o el Centro de Estudios de Opinión ente otros tantos que han encontrado como hacer negocio con el tráfico de la información, que puede ser o no valiosa dependiendo de los intereses con que se maneja o se persiga.
En su edición anual, la empresa consultadora Mitofsky preguntó a los ciudadanos mexicanos cuales son las instituciones de mayor confianza y entre los diez primeros lugares se encuentran la iglesia, las universidades, el ejército, los medios de comunicación, el IFE, la Suprema Corte de J, Justicia de la Nación, empresarios, el Presidente, los bancos y Senadores.
En este grupo lograron “colarse” el Presidente y los Senadores, pues otros actores de la función política como los diputados y los partidos políticos cayeron en lugares menos privilegiados, según esta casa encuestadora.
La reflexión puede ir en el sentido de que este año, en México habrá elecciones en varios estados, entre ellos Tamaulipas, por lo que en el ranking general hay que dejar constancia y evidencia en varios aspectos: Los medios de comunicación y el Instituto Federal Electoral caminan de la mano en tercero y cuarto lugar. La iglesia mantiene su hegemonía como institución formadora de opinión pública y “equilibrio” frente a la fuerza política, la función pública y los ciudadanos; el ejército a pesar del desgaste en el combate a la delincuencia organizada, haciendo labores de policías, siguen bien posesionados en el ánimo de la sociedad; y la universidades van ganando terreno, aunque no sepamos si los encuestados pensaban a la hora de responder si su referencia era en la educación pública o privada, dejémoslo así.
No es nada raro que los mexicanos crean en sus instituciones, después de todo en algo debemos creer. Además muchas de esas instituciones son las que nos dan identidad nacional y hemos aprendido a valorarlas desde que nacimos. La educación en México está basada en el respeto a nuestras instituciones; desde niños muchas de estas instituciones han sido vistas como ejemplo, hasta que viene el desencanto, con la madurez de los años.
La credibilidad no significa confianza ciega, ni tampoco es equivalente a que todo está bien y funciona como debiera.
Habría que lazar una pregunta: ¿Qué tanta credibilidad tienen las encuestas realizadas por esas empresas? Hasta hace algunos años se creía que las encuestas eran de quien las pagaba.
¡Qué bonito, es lo bonito!, y todo en color de rosa. El problema de la credibilidad queda en entredicho cuando entramos en el terreno de las percepciones individuales, experiencia e investigación para profundizar en las instituciones que tenemos y en las que creemos según las encuestas.
Si nos detenemos a reflexionar, cabe la posibilidad de declararnos ateos, apartidistas y extranjeros en el mejor de los casos.
Y es que día con día vemos caer a nuestras instituciones, enfermos de poder, soberbia, ambición, intereses mezquinos… pero el peor de los males, la corrupción en todas sus expresiones y niveles.
La capacidad de creer pasa todas las pruebas que se le pongan, tanto es nuestra necesidad que las instituciones tienen nuestro voto de confianza, y tal es nuestra muestra de credibilidad al grado que creemos hasta en las encuestas que reportan los sondeos de opinión.
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