Entre Nos Por Carlos Santamaría Ochoa

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Mujeres Divinas

Allá por los ochentas, una mujer madura se distinguía como una activista a favor de la mujer: Magda era su nombre, y en aquellos años, se le veía aún como algo distinto, como un ser “raro” porque no se estilaba que la mujer exigiera sus derechos, que aunque hemos considerado que siempre ha tenido la posibilidad de decidir, en esos años era algo reservado a ciertos círculos. No era común pedir igualdad para la mujer, pues.

Y a pesar de ser una sociedad machista, no solamente en México sino en prácticamente todo el mundo, no podemos dejar de reconocer la valía que tienen esos angelicales –casi todos- seres en la vida de los hombres, en el desarrollo profesional o intelectual a grado tal que existe el dicho que reza: “detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”, mismo que ha sido objeto de reclamos por parte de aquellas féminas que consideran que es ofensivo y entienden en forma distinta lo que quiere decir.
Argumentan que no están detrás de cada gran hombre sino a su lado, en el sentido de que al permanecer detrás piensan que están en segundo plano. No. No es el caso, porque siempre que alguien se convierte en protagonista, hay alguna persona que le impulsa, y en el caso de los grandes hombres de la historia, existe una mujer que a veces se constituye como el verdadero cerebro de lo que se realiza, y su gran mérito es precisamente impulsar a su pareja o compañero sin el afán protagónico que muchas veces nos gana a los varones.
Machistas unos, feministas otras; los conceptos chocan con una convivencia adecuada. Es interesante saber que hay parejas donde el varón impulsa a su mujer y la mujer a su hombre, pero sin tener el sentido de pertenencia que muchas veces jode la relación: el que el hombre sienta que la pareja es “su” mujer, o que ella diga que es “su” hombre lleva al fracaso millones de relaciones en el mundo.
Nada hay más seguro que tener una pareja libre, que en cualquier momento se puede ir y volar a otros horizontes, porque entonces, si está ahí, con nosotros, es porque realmente está convencida de que el camino de la felicidad se debe emprender al lado de esa persona con la que comparte bueno y malo, triste y alegre, o sea, todo lo que se puede vislumbrar y disfrutar.
La lucha de las feministas a veces choca a muchos porque se pasan en sus conceptos: gustan, las fanáticas, de avasallar al varón, humillarlo y ningunearlo, sin embargo, resulta curioso que esas mujeres son las que piden permiso al marido para ir a la manifestación, o las que aceptan incondicionalmente la decisión de ellos, por absurda que sea.
Son las feministas las que nos hacen dudar de la valía de un movimiento de esta naturaleza, y cuando hablan de equidad de género, molestan cuando dicen que por ser mujeres deben tener la primera opción o la primera oportunidad. ¿Es eso equidad?
Muchos comentarios y conceptos han sido vertidos al respecto, pero no podemos dudar que la sociedad en general es un poco machista con sus condicionantes tales como el que las grandes decisiones las tomamos los varones, aunque en un 99 por ciento de las veces las consultamos con ellas, y generalmente, “decidimos” lo que ellas nos han aconsejado.
Son más inteligentes, porque se hace lo que ellas consideran, aunque pareciera que nosotros lo hemos pensado y decidido.
Es por eso que, recordando aquella canción “mujeres divinas”, recordamos y rendimos tributo a cada una de ellas, de esos seres enviados por Dios para iluminar nuestra existencia y para dar rumbo al destino que debemos tomar.
Son ellas, las mujeres, la parte que nos motiva a los más machos a decidir cosas buenas en bien de la familia o la comunidad; ellas, las mujeres, nos regalan momentos de ternura inolvidables que permiten que los sentimientos se renueven y podamos extender parte de éstos a la búsqueda de detalles de ternura y amor.
Son las mujeres, sin lugar a dudas, la parte que todo individuo necesita para sentirse completo, para sentirse apoyado, y sobre todo, para sentirse amado y comprendido. Las mujeres en realidad constituyen el soporte de la existencia de la mayoría de todos nosotros.
Y este 8 de marzo se lleva a cabo el homenaje a la mujer; por lo general, hay muchas de ellas que hoy gritan “¡igualdad!” y “¡equidad!” para, terminando el evento, ir a casa a lavar platos y recoger la mesa, asumiendo su pusilánime papel de mujeres entregadas al “quehacer” como acción exclusiva de ellas.
Estas mujeres, hoy estarán de fiesta, pero las verdaderas damas, las que son trascendentes en la existencia de cada uno de nosotros, estarán en el evento seguramente, pero sabrán que el lugar que la historia les ha otorgado, que la familia les ubica y que la pareja les respeta, ha sido ganado por su gran actitud, su inteligencia y sus grandes dotes.
Cierto, hay una que otra que no responde a estos criterios, pero por lo general, son ellas el soporte de la existencia de gente como nosotros. Por eso, el reconocimiento con el corazón en el “Día Internacional de la Mujer”.
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