ANECDOTARIO/JAVIER ROSALES ORTIZ *EUGENIO AYER Y HOY

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Despreocupado, muy relajado, una noche disfrutaba y me reía a carcajadas junto con mi esposa de la gracia, de las ocurrencias y de ese humor tan blanco, pero también tan picoso de uno de los capítulos televisivos de “La Niñera” y de su peculiar familia.

Ella, “La Nanny” que interpreta la bellísima Fran Drescher, cautiva con su enorme sonrisa, con su singular estilo y enloquece a mi esposa por su vistosa vestimenta y enorme melena oscura.

En eso timbró el teléfono y del otro lado una voz masculina me lanzo una invitación que de entrada me agradó, pero que después me sorprendió.

Se trataba de una comida con uno de los políticos de moda en esos tiempos y accedí de buena gana, porque a la gorra no hay quien le corra, como bien se dice en el argot periodístico.

Además el lugar designado era de lujo y el platillo que se seleccionó era a base de maricos y de ricas aguas frescas preparadas.

Llegue puntual al restaurante Posta Plaza y en una discreta mesa ya estaban cómodamente sentados tres reporteros, lo que nuevamente me provocó extrañeza.

Saludé y minutos después ingreso al lugar el ingeniero Eugenio Hernández Flores,

quién apenas hacia su debut como candidato a diputado federal por el PRI, junto con su jefe de prensa.

Sonriente, jocoso y muy bromista saludo y entro en materia mientras que ordenaba las ricas viandas que fuimos consumiendo al paso de la plática.

“Los he invitado no para que me lancen flores porque con mi apellido basta y sobra. Quiero que me critiquen, que me ataquen y que me ayuden a asimilar lo que estoy haciendo bien y mal”.

Con los ojos muy abiertos los cuatro periodistas intercambiábamos miradas porque la costumbre y la lógica indican que una invitación es para alabar al anfitrión, no para masacrarlo.

Ninguno de nosotros se atrevía a hablar porque se pensaba que aquello era una broma, pero él insistió.

Fui el primero en abrir la boca y le pregunté cuál de sus lados prefería que fuera el más explotable. “El de político, por supuesto”, contestó Eugenio.

Y nada de flores como él lo pidió. “Para mi gusto ingeniero a usted le falta mucho para ser un político”.

Su capacidad oratoria es pobre.

Porque como periodista admiro la destreza y la facilidad de palabra de Manuel Cavazos y de Tomás Yarrington, quienes a mi juicio nacieron con las cualidades de un líder y en lugar de biberón utilizaron un micrófono para gritar que tenían hambre.

Además, ingeniero: ¿Cómo va a reaccionar usted frente a casi 500 viborones en una Cámara Federal para defender su postura?.

Y así por ese estilo fueron las preguntas que le lancé y él serio, muy serio, aguanto la vara.

El pasó por la Cámara de Diputados Federal y hoy veo a un Eugenio muy distinto, muy maduro, muy mesurado y con una mano muy firme.

Su discurso a estas alturas penetra, mueve la vibra y hace reflexionar, lo cual es el objetivo que persigue todo aquel que pretende rasguñar la palabra credibilidad.

Y lo digo porque se enfrentó con palabras elegantes a la federación y la movió a la reflexión sobre lo que ha sucedido y sigue sucediendo en los penales de Tamaulipas, donde los reos federales se sienten estrellas dentro de un escenario bardeado y de color gris.

Hizo, bien, Eugenio en mantener su postura de exigir más elementos federales para poner orden en los penales no obstante de las negativas respuestas de la federación.

Y mejor aun estuvo que dio la cara para demostrar con elementos que su petición no es un error y que ese asunto y la violencia que impera en varios municipios de Tamaulipas por el accionar de la delincuencia organizada, no es un problema menor.

Su petición le fue concedida y eso es más que ejemplar porque inspira a que los tamaulipecos depositen su confianza en su líder porque busco el camino adecuado para reaccionar y para que ese paso que dio no perturbe las relaciones estado federación.

Es, Eugenio un gobernador echo y derecho porque ha crecido como político, como persona y como un sensible defensor de las causas justas.

Lo de Posta Plaza quedo ya muy en el pasado, pero me congratulo de que haya sido el único en mi carrera de periodista que data de 30 años que se abrió a la critica sin cruzar los brazos, a pesar de que se puso voluntariamente de blanco frente a cuatro comunicadores que en aquel entonces no estaban para bromas.

Este paso que dio Eugenio frente a la federación es tal vez el más importante de su carrera como gobernante, sin ignorar, claro, el tinte de modernización del que ha pintado a Tamaulipas durante sus más de cinco años de administración.

Por eso Tamaulipas tiene como gobernador.

A un líder, nato.

Correo electrónico: [email protected]

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