Nuestra ciudad se vio de pronto invadida por importantes personajes de otros municipios del país, e incluso de algunos países centroamericanos como Guatemala y Costa Rica, cuyos representantes acudieron a Nuevo Laredo para escuchar de voz de nuestros expertos en planeación, la forma en que se vislumbra su desarrollo en medio de una severa crisis económica y de seguridad.
El primer evento al que se supone debieron acudir al menos 16 ediles de igual número de municipios, si bien fue exitoso en cuanto a la presentación de experiencias, y en cuanto a la necesidad de integrar a los dos mil 500 municipios del país a un sistema único de Institutos de Planeación, le restó brillo la ausencia de los ediles, quienes no acudieron bajo mil argumentos absurdos que usted debe suponer.
Pero de ese evento, lo que más me llamó la atención y que aún no logro comprende bien del todo, es cómo, o más bien porqué cuando se trata de dar cifras y datos, hay opiniones encontradas entre la IP y la oficialidad.
Digo esto porque mientras el titular del Instituto para la Competitividad y el Comercio Exterior (ICCE), Daniel Covarrubias Peña insiste en mencionar que hay inversión y mucha generación de empleo en la ciudad, el panorama lo ve de una manera muy distinta el presidente de la Canaco en la ciudad, Emilio Fernández de Jáuregui, al decir que comercios están cerrando por la falta de turismo y por tanta inseguridad.
¿A quién debemos creer? Yo creo que ambos tienen razón porque cada uno ve el problema desde puntos de vista muy particulares. Daniel dice que hay empleo e inversión, porque la función del ayuntamiento es promover ideas positivas, aunque muchas de ellas no lo sean, ya que no puede dar una versión que se contraponga a la función específica que tiene, y que es la de dar la idea de que Nuevo Lardo es una ciudad color de rosa en donde todo está bien.
Por el contrario, Emilio, por ser comerciante y porque la crisis en ambos sentidos le está pegando, ve el asunto desde el punto de vista de sus bolsillos, porque están mermando su negocio y porque posiblemente no tenga los mismos clientes que hace un par de meses, por ejemplo.
Uno, al ser empleado del ayuntamiento, con crisis o sin ella, recibe completo y de manera puntual su salario, mientras que el otro, al depender de la fortuna y el azar, depende de lo que venda o de la demanda que tenga su negocio. Así de fácil.
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Un segundo evento se lleva a cabo entre ayer y hoy, y en él participan interesantes personajes de nivel nacional e internacional, con la finalidad de encontrar la fórmula que permita a los municipios del país contar con un sistema de estrategias e indicadores, que los lleven en lo futuro a un mejor desarrollo.
Creo que la temática fue más que interesante, porque quienes ofrecieron las alternativas fueron precisamente los funcionarios de Nuevo Laredo, y digo que las propusieron porque en su capacidad de convocatoria se observó que hay interés porque en la práctica se demuestre que sus hipótesis son válidas y sobre todo, comprobables.
¿De qué habló? De lo que esos funcionarios mencionaron a lo largo del evento de ayer, que continúa hoy, y que se relaciona con los llamados observatorios urbanos, que no son otra cosa más que sistemas de proyección de las problemáticas más importantes que padecen los municipios, en materia de pobreza, movilidad social, oportunidades laborales, servicios públicos, ingresos, etc.
Una de las finalidades de ese evento es la generación de planes y proyectos para la búsqueda de recursos alternos no oficiales, que permitan en el corto y mediano plazo, aplicarlos para un mejor desarrollo y planeación de la urbanidad municipal.
Solo que, y aquí viene el problema, los expertos en este asunto no contaban con que la inseguridad, al presentarse como un problema de seguridad pública en exclusiva hace algunos años, hoy adquiere una dimensión social insospechada, ya que al involucrar a la sociedad en todos sus rangos y niveles, ya se toma en cuenta como indicador, y por consiguiente, e presenta como un serio obstáculo para la obtención de recursos alternos, como los que solicitarán los municipios para su desarrollo.
El problema es harto complejo porque antes no se había tomado en cuenta la dimensión social de la in seguridad, ya que se pensaba que era competencia exclusiva de las autoridades de seguridad pública, pero al dimensionarse por su alta penetración entre la sociedad, su complejidad se convierte en obstáculo no solo para la consecución de un mejor desarrollo en los municipios, sino también para la obtención de fondos financieros.
Veremos hay que solución le dan a ese asunto en la continuación del foro y sobre todo, en las conclusiones.
Hasta mañana
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