Entre Nos/Carlos Santamaría Ochoa *Crisis educativa ¿mundial?

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Asusta, aterra, espanta la idea de creer lo que el secretario de educación Alonso Lujambio dice acerca de los niveles educativos en nuestro país, y el hecho de querer, como es costumbre en los miembros del actual gabinete federal y aspirantes descarados a la presidencia, de querer que creamos que gracias a ellos México se ha salvado.
Ya dijo el señor Calderón que en su administración se han hecho casas como nunca en el país. Ahora resulta que todo lo que han realizado es único, nunca se había siquiera acercado la cifra de logros. México navegó, creció y subsistió sin desarrollo durante más de mil años, hasta que llegaron ellos. Diatriba total, sin duda alguna.
En el caso de Lujambio, resulta muy alarmante ver que dice que ningún país ha hecho en el mundo lo que México. Imagine el lector, si somos los que más hacemos, ¿cómo estarán los que no hacen? Vivimos entonces en una crisis mundial educativa, donde los otros países no tienen idea siquiera de cómo enseñar a pronunciar las vocales.
Dice, por ejemplo, que 80 mil maestros se han incorporado al sistema a base de concursos, aunque no dijo que los concursos se llevan a cabo con tarjetas de recomendación, donde ingresan los hijos y familiares de los dirigentes sindicales, los recomendados de siempre, y los que compran plazas en un ilícito que se repite año con año, y las autoridades correspondientes –que no competentes- insisten en que son hechos aislados y amenazan a los delincuentes con aplicar la ley… pero nunca llega ésta.
La venta de plazas es pan de todos los días en el país, en el SNTE, en las oficinas mismas.
Nos engañan con una irrisoria prueba llamada ENLACE, en la que los profesores tienen la consigna de “machacar” con los alumnos las preguntas que vendrán y que, si salen bien, seguramente les permitirán tener acceso a estímulos docentes, aunque los muchachos no hayan aprendido nada.
Los que conocemos las escuelas del sistema educativo sabemos que nuestros hijos no aprenden lo que deben, que los sistemas están basados en estrategias equivocadas avaladas por la autoridad y solapadas por un sindicato de personas que hacen todo menos educar. Es muy grave lo que dice Lujambio, porque entonces, hay que imaginar a Alemania, España, Gran Bretaña, Estados Unidos y otros países, que según él, hacen menos que nosotros.
Será, quizá porque no tienen qué hacer tantas cosas porque su sistema sí funciona, o porque no requieren de ese tipo de falsas evaluaciones que no reflejan lo que realmente es lo que saben nuestros alumnos.
El colmo de colmos es cuando dice que se han multiplicado cursos, talleres y diplomados para actualizar a los maestros, reactivado y fortalecido la participación de los padres de familia y otras cosas más. Seguramente por eso es por lo que la gente que puede manda a sus hijos a estudiar fuera, o porque prefieren la educación privada, que también tiene sus puntos negativos que señalar, aunque ahí se disculpa todo, porque no está permitida la crítica: si no estás de acuerdo: te sacan del sistema y ya.
Es una triste realidad la que vivimos en el sistema educativo oficial, donde los estudiantes son lo que menos importa: la carrera magisterial, el plan de capacitación docente y todo eso es válido, pero… las clases… las clases son secundarias, eso no se puede ni debe manejar.
En los ejercicios de ENLACE a los niños y jóvenes se les manda a resolver temas que no han tratado en clase. Imagine el lector lo que supone lo anterior, porque llegan a resolver lo que nadie les enseñó, y eso lo saben los directivos, los dirigentes educativos, los que manejan en términos generales la educación.
Nos quieren seguir engañando a los padres de familia que padecemos las anomalías educativas en cada uno de nuestros hijos.
Reconoce Lujambio el trabajo de la señora Gordillo, aquella que maneja a su antojo al magisterio nacional con la impunidad que le otorga el sistema del presidente Calderón. Aquella que tiene a toda su parentela en puestos importantes y que nunca concursó alguna plaza de ellos.
Reconoce que se ha rehabilitado la infraestructura educativa, que se han equipado escuelas y se ha trabajado en la reforma curricular.
Pero no supo ni quiso decir que las clases son un fiasco, que nuestros hijos repiten como loros lo que les dice la maestra que memoricen, que no les enseñan a comprender lo que deben comprender, que no les enseñan la diferencia entre conquista y conquistador, entre sumar y multiplicar.
Avergüenza a muchos mexicanos el cinismo con el que se conduce la autoridad educativa, la pasividad de los profesores que prefieren suspender clases por cualquier pretexto, pero no sus vacaciones, que están más preocupados por su carrera magisterial que por enseñar.
Los maestros con vocación están muriendo, y las nuevas generaciones no tienen idea de qué se debe hacer en el salón de clases.
Y los servidores como el señor Lujambio, en plena precampaña presidencial, tienen el cinismo de decir que estamos bien.
¿Qué comió? ¿Qué bebió? O, ¿de qué país se trata del que habla? Definitivamente, no es de México, porque aquí, con el amor a la patria que tenemos, estamos conscientes de que estamos mal, muy mal.
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