Descubren letalidad de fiebre tifoidea

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El equipo del microbiólogo Jorge Galán de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut logró por primera vez describir la estructura de la toxina tifoidea, la cual se encuentra en la bacteria salmonella typhi, y la que demostró ser la causante de los principales síntomas de la fiebre tifoidea en ratones.

El descubrimiento de esta toxina ayuda a explicar por qué existen diferencias entre los síntomas de la fiebre tifoidea y la salmonelosis a pesar de compartir origen genético.

Asimismo, marca el inicio de un nuevo camino para el desarrollo de nuevas terapias y vacunas con alto grado de efectividad, lo que representa una esperanza para las personas que padecen esta enfermedad, ya que sin el tratamiento médico adecuado, la fiebre tifoidea puede ser mortal hasta en 20 por ciento de los infectados.

La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa intestinal, grave y aguda que constituye un problema severo de salud pública en casi todo el mundo, aunque su incidencia ha disminuido en países con mejores niveles de higiene y saneamiento ambiental.

Es ocasionada por una bacteria llamada Salmonella Typhi de la que el ser humano es el único portador. Se transmite por medio de alimentos o agua contaminados con materia fecal y orina de personas portadoras. Es resistente a bajas temperaturas lo que le permite transmitirse a través de alimentos conservados a bajas temperaturas como la leche o el helado.

La materia fecal de personas infectadas contienen gran cantidad de microorganismos que pueden contaminar el agua y los alimentos, los que, a su vez, infectan a otras personas susceptibles haciendo de esta enfermedad un círculo muy peligroso cuando no hay condiciones de higiene adecuadas o cuando se utilizan aguas negras para regar los cultivos.

Cuando las bacterias entran en el organismo, por medio de alimentos o agua contaminada, se empiezan a multiplicar en el intestino delgado entre las 24 y 72 horas del contagio y de ahí pasan al torrente sanguíneo afectando muchos de los órganos el cuerpo.

Aunque la mayoría de las bacterias son destruidas por el sistema inmunológico, las que quedan vivas se siguen reproduciendo ocasionando graves daños en la vesícula biliar y sus conductos, desde donde pueden regresar al intestino por medio de la bilis, por lo que ocasionan infecciones recurrentes.

La evolución de la fiebre tifoidea es variable y en muchos casos, puede presentar una leve mejoría antes de regresar una o dos semanas después.

Cuando no se atiende adecuada y oportunamente, se pueden presentar complicaciones mortales como sangrados o perforación intestinal, pulmonía o hepatitis C.

Aproximadamente después de 7 días del contagio, se empiezan a manifestar los síntomas de la enfermedad. Durante ese tiempo pueden presentarse náuseas, vómitos y/o diarreas.Conforme la Salmonella Typhi penetra e invade el torrente sanguíneo, las personas enfermas empiezan a presentar los siguientes síntomas:

– Fiebre elevada que puede llegar hasta los 40°C.

– Escalofríos.

– Pérdida de apetito.

– Dolor generalizado en los músculos y articulaciones.

– Dolor e inflamación en el abdomen.

– Dolor intenso de cabeza.

– Manchas en la piel de color rosado, que se ubican en la parte superior del abdomen e inferior del tórax y que tienen como característica que desaparecen al presionarlas.

– En pocos casos se puede presentar diarrea y vómito.

Si la enfermedad no es tratada y es dejada a su evolución natural puede producir serias complicaciones, como hemorragia o perforación intestinal.

El diagnóstico se establece con los síntomas del enfermo y la realización de análisis de sangre y materia fecal principalmente, aunque la bacteria también puede ser identificada en otros líquidos corporales.

Los análisis, sobre todo de materia fecal, deben realizarse frecuentemente durante el tratamiento, en series de tres en tres con intervalos semanales, para asegurar que la bacteria ha sido eliminada completamente.

El tratamiento, se basa en el reposo y aislamiento del enfermo, el uso de antibióticos, una adecuada alimentación y rehidratación y el control de la temperatura.

Cuando se presenta sangrado o hay perforación intestinal, la cirugía es de urgencia y generalmente se requiere también de transfusiones sanguíneas.

La mejor forma de prevenir la fiebre tifoidea es incrementando y no descuidando nunca las medidas de higiene personal, del agua y los alimentos.

· Por ello, desde que los niños son pequeños, se deben enseñar a lavar bien las manos con agua y jabón, después de ir al baño y antes de tocar, comer o preparar alimentos, esto último es una medida muy importante para las madres de familia.

· Los alimentos, sobre todo frutas, verduras, pescados y mariscos, deben lavarse bien y cocerse adecuadamente. Las verduras de hoja y la fresas, con alimentos altamente contaminados por los sistemas de riego con aguas negras que todavía se utilizan en muchas partes, por lo que si se van a comer crudos, se deben poner a reposar en agua con dos gotas de cloro antes de consumirlos.

· No se debe defecar u orinar en pozos, ríos, lagos, presas de agua o en campos sembrados con frutas o verduras.

· Cuando una persona padece fiebre tifoidea, es necesario que sus familiares se realicen también exámenes de materia fecal para ver si están contagiados o son portadores de la bacteria y en su caso para que reciban el mismo tratamiento.

· Se recomienda siempre hervir bien el agua para consumo humano

Actualmente se cuenta con una vacuna, que es aplicada a personas que viajan a zonas de riesgo en donde la enfermedad es común.

Las personas enfermas deben guardar cama, evitar el consumo de aspirinas para no complicar las hemorragias en caso de tenerlas, ya que aumenta el sangrado intestinal. Tampoco deben tomarse laxantes o ponerse enemas intestinales (lavados intestinales), ya que pueden provocar sangrados.

Una persona que ha padecido de fiebre tifoidea debe realizarse análisis durante seis meses al menos, para verificar que la bacteria ha sido totalmente erradicada.

Fuente:
cronica.com.mx

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